viernes, mayo 25, 2007

De Eduardo Garay Vega (Qro.) (2/2)

El torneo

Curiosamente, quien llegó al arreglo con ellas fue el profesor de educación física, quien no sabía nada de lo que sucedía en la escuela, Un día organizó un partido de futbol y la Viris armó su equipo con los niños más altos. Jordán, obviamente, no estaba entre ellos, así que América, que también era muy buena para dar patadas, lo llamó a su equipo.

Ese día América y Jordán jugaron como nunca. América de delantera y Jordán de portero. También tuvieron mucha suerte de que sus rivales se empeñaban en cubrir a Viridiana, que también era portera, que en meter goles, así que el juego terminó empatado a 1 gol por equipo.

Pero no podía haber empate, gritaba América, tiene que haber penaltis.

Y el maestro de educación física estuvo de acuerdo, así que todo el grupo se sentó alrededor de la portería y...


Viene lo mejor...

América se quería poner de portera y ante las protestas de sus rivales ya que sabían que ella si podía parar los tiros, se tuvo que quedar Jordán con la condición de que Viridiana también estuviera bajo los tres postes. El resultado fue goles por todos los jugadores.

Jordán no sabía que hacer y se tiraba mucho después que el balón había pasado, ante los gritos de desesperación de América. Viridiana después de todo no se quería ensuciar el uniforme, así que se quedaba quietecita y veía como el balón pasaba a un lado de ella sin hacer el menor esfuerzo por moverse.

América le pegó al balón tan fuerte y tan cerca de Viridiana que ella se tuvo que mover para no recibir el golpe. América festejaba como si hubiera metido el gol del título.

Al final le tocaba a Viridiana que se negaba a pegarle, al final lo hizo y sacó un tiro suavecito que apenas llegó a los pies de Jordán que no hizo más que agacharse a recogerlo, si Jordán metía el gol se acababa el partido y Jordán le pegó al balón duro, durísimo, tan duro que toda la escuela oyó el ruido que hizo la portería al recibir el impacto.

El maestro de educación física declaró empate y los mandó al salón.

América se acercó a Jordán, sorprendida, “¿cómo le pudiste dar al poste?”. Jordán tomó el balón y volvió a colocarlo y le volvió a pegar, menos fuerte, y volvió a darle al poste. “Ahí le apunte”, dijo, “no quería ganar”.

América tomó el balón y lo puso para tirar otro penalti. Jordán se puso de portero y América dirigió el balón a uno de los costados mientras Jordán se aventaba y desviaba con la mano el tiro. América no salía de su asombro, Jordán simplemente repitió: “no quería que nadie ganara”.

A partir de ese día, América dejó en paz a Viridiana y se dedicó a molestar a Jordán, a pedirle favores y a ponerse roja de pena cuando él le hablaba.

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