“Roland Barthes ha demostrado que en la perversión, es decir, en la desviación de la norma… no hay zonas erógenas. Es la intermitencia la que suscita la emocion erótica y la emoción poética: la piel que centellea entre el pantalón y el suéter, la blusa entreabierta, el guante y la manga; el agua musical que invade el lenguaje, lo altera, lo desplaza. Lo que sucede es la puesta en escena de una aparición-desaparición. El reverso de la pornografía”.
Eduardo Hurtado, "Erótica y poética", Amor y Erotismo en la Literatura, Consejo Para la Cultura de Nuevo León, p. 132.
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