miércoles, noviembre 01, 2006

Obituario 8: Guadalupe


Mi tío Lupe, el mayor de los hermanos Roque, fue un gran guía. Alto, corpulento a diferencia de sus hermanos, mi padre incluido. Mis primeras vacaciones en grande fueron en Apatzingán, en el corazón de la Tierra Caliente michoacana (allá me enamoré una de tantas veces). Siempre de buen humor, aunque de pocas palabras (como varios de la familia, más bien se daba a entender a gruñidos) y era un agasajo cuando nos visitaba en San Luis, pues sabíamos que prepararía algún gran guiso y se haría fiesta.

Aunque de pocos recursos, lo poco que tenía le gustaba repartirlo, y pensaba en sus hermanos, tan lejanos. Se sentaba a hacer crucigramas y desde ahí vigilaba su tiendita. A ver de dónde sacaba, el chiste era que no faltara lo indispensable en esa casa cálida junto al río de efluvios infernales. Una vez lo acompañé a misa a la catedral y luego tomé varias de las mejores y más inspiradas fotos.

Cuando nos visitaba, solía llevarse alguna medallita de San José Obrero, o un escapulario desde el santuario.

En una de mis visitas me tocó la fortuna de acompañarlo en su boda con la tía Vicky. Después de tantos años, se le notaba feliz, a pesar de los problemas de salud.

A pesar del alzheimer, insistía en venir a visitarnos. La última vez anduvo en el santuario y lo acompañé (pretexto) hasta su tierra, de la que me siento parte gracias al cariño de la familia. Muchos familiares creen que nací en La Ruana, un pueblo cercano a Apatzingán. A menudo, yo no lo desmiento.

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