martes, septiembre 12, 2006

El perfume

in memoriam Lila López de Gamboa Creadora del Festival Internacional de Danza Contemporánea de San Luis Potosí 

El perfume de las lilas es sutil, y no es tan apreciado como el de las rosas. El primero nos hace sentir calor de hogar, el segundo amor apasionado, el primero es tierno, el de las rosas es romántico. Desgraciadamente, ninguna flor dura por siempre, a menos que sea de plástico. Son mortales, pero su impacto en el sentido del olfato es permanente. Lila López perfumó al estado de San Luis Potosí, a México, defendiendo su derecho a bailar y a ser bailada, a creer, a crear y a ayudar a crecer a muchos que fueron sus alumnos. Su delgada figura de collares y blusas tradicionales se abrió paso en muchos hogares, generación tras generación. Muchas señoras, jóvenes y niñas no pueden creer todavía que la figura desapareció, aunque quede su aroma. La danza es el arte efímero, dice una frase muy gastada en las críticas periodísticas, pero igual que todas las artes impacta en la conciencia, en la memoria. Al final todo arte es efímero, en realidad. Un libro puede estar más tiempo, permanecer en materia inerte, pero sólo cobra sentido cuando se lee, por más que permanezca en el librero o en las librerías. Igual que un perfume, se siente cuando se huele, no en flor o en el frasco . La noche de este miércoles, durante el velatorio, el maestro Gamboa, su compañero durante 36 años, comentaba lo innegable: su amor inmenso por Lila, y su sentimiento de desamparo. Por más que uno la espere la muerte llega con lágrimas. Ya el gobernador había declarado su apoyo a que se rescate la obra coreográfica de Lila, pero no se puede rescatar el don de la amistad, el carisma, la tranquilidad que irradiaba la fundadora del Ballet Provincial, la incansable promotora del festival Internacional de Danza de San Luis Potosí. Seguirá el esfuerzo, pero no será igual. Seguirá el charro Micailo tratando de escapar de una diablesa, la flor del cactus dándonos su color y su hermosura, los atavismos llenándonos de reflexiones. Pero la energía de Lila no estará más. 

 Queda su aroma... 

 Alexandro Roque, 11 de octubre de 2001

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