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domingo, julio 19, 2009

credos, crédulos, creaciones

Que si el hombre no llegó a la luna o que si la muerte del miliciano de Cerro Muriano fue un montaje o que si los personajes de tantas historias son sólo productos de la imaginación, ¿a quién le importa? Han cumplido, cumplen su papel de símbolos. Cuestión de fe; como casi todas las creencias, cuestión risible. Creo que alguien leerá estas palabras. Creo que estoy vivo, pero es una hipótesis apenas, con tanto placebo, tanto producto similar a lo que podría ser la vida. Pero creo, pero creemos. Nadie me puede decir que el paraiso no existe, he estado en él.

La Real Academia dice de placebo que es la "sustancia [ésta sí y no el estupefaciente] que, careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto curativo en el enfermo, si este la recibe convencido de que esa sustancia posee realmente tal acción". Y viene del latín: complacer, agradar, agradecer. De ser una oración mortuoria o una elegía el placebo pasó a ser una sustitución, algo así como una metáfora contra el dolor, una sustancia que por la magia de la palabra ("te va a curar") obra milagrosamente en la psique y en el cuerpo.

Si con atolito vamos sanando pues atolito vámosle dando...

Ojo: se calman los síntomas, no la enfermedad, el significado es otro (léase lo que dice Philip Roth sobre el dolor). Las hazañas no repetidas, o hasta imaginarias, las fotos de momentos claves (remember Villa a caballo en la batalla o el beso del final de la guerra) son preseas y esperanzas para quienes no han tenido la suerte de que se les aparezca la Virgen en un comal. La esperanza no muere, dicen, aunque a veces se ve tan marchita.

También hay veces en que es peor el remedio que la enfermedad pero si la medicina viene acompañada de apapachos (un besito en la herida, una sobada) suele sanar, aunque sea por la vía menos esperada, como un supositorio.

miércoles, julio 08, 2009

etimologías... una cada seis horas

Como pedía aquella historia, no puedo dejar de leerle. Palabras con sus historias, coincidencias, sonidos parecidos y tal vez las mismas raíces. No puedo dejar de escribirle, Morfeo puede esperar. Estupefaciente es lo que causa estupefacción (pasmo, estupor) y también lo contrario, aquello que hacer perder la sensibilidad. La Real Academia no dice que tenga que ser una sustancia, aunque todo la tiene. Cuando algo (o alguien) deja estupefacto (verbigracia el Síndrome de Stendhal, una pastilla, una inyección o la aparición de Beatriz y Laura ante los respectivos Dante y Petrarca) puede ser por un aumento a veces vertiginoso de la sensibilidad, por el descubrimiento de nuevas vías hacia el conocimiento, o porque nulifica. Cause o quite esta facultad de sentir o este dejarse llevar por los afectos, un estupefaciente es adictivo (no de adición, que añade algo, que puede serlo, sino de adicción, de ahí la mala fama de la palabra, encerrada en lo políticamente incorrecto), y también es cierto que sentir tanto y no sentir, lo dice la etimología, puede llevar a parecer o estar como estúpido. Auch. Pero sigo tratando de ser el lector ideal.

viernes, mayo 22, 2009

humor negro

Del siguiente texto de Mariano Arnal, tomado de "El almanaque", "deducí" que los términos crítica literaria y literatura humorística son meras redundancias... puras expulsiones de humores, lágrimas si bien nos va, deyecciones en muchos casos.
Ríes para no llorar, tú, Hipócrates lector, mi semejante, mi hermano...

***
Resulta divertida la definición antigua de "humorista": decíase del médico partidario de las doctrinas del humorismo". Y humorismo era la doctrina médica antigua definida ya por Hipócrates, que explicaba la salud y la enfermedad por la acción equilibrada o desequilibrada de los humores en el cuerpo. La crasis era el equilibrio entre los cuatro humores básicos (sangre, flema, bilis y atrabilis —humor negro o melancolía—); y se llamaba crisis a la expulsión de los humores mediante el sudor, los vómitos, la expectoración, la orina, las deyecciones... En el proceso de la enfermedad los médicos tenían estudiado cuál era el momento crítico, es decir, aquel en el que se debía producir la expulsión de los malos humores.

La melancolía es, en efecto, un humor negro, es decir una secreción glandular negra, porque así lo entendían los griegos. La palabra melagcolia (melanjolía) está formada por melan (mélan), que significa negro, más colh (jolé), que significa bilis, hiel. No olvidemos que de este segundo elemento se ha formado cólera (la cólera y el cólera; humores en ambos casos). En latín prefirieron la forma melancholia, transcripción del término griego, al latino atra bilis (bilis negra), del que se formó como cultismo el término "atrabiliario", que entró en nuestra lengua como galicismo, pero que no ha hecho fortuna. Para los griegos melancolía significó desde el primer momento tanto el hecho fisiológico de la secreción y circulación por el cuerpo de "humor negro", como su resultado psicológico.