Mostrando las entradas con la etiqueta Leonardo da Vinci. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Leonardo da Vinci. Mostrar todas las entradas

jueves, enero 18, 2018

Imagen vs. letra - Leonardo da Vinci


«Hay de la imaginación al efecto la misma proporción que de la sombra al cuerpo que la proyecta, y esa misma proporción existe entre la poesía y la pintura. Porque la poesía representa las cosas con la imaginación, literaria, mientras que la pintura las representa fuera del ojo, en forma real, después de haber recibido del ojo mismo las imágenes, no de otro modo que si fueran las cosas naturales. La poesía no da esa imagen de las cosas, las cuales no son por ella percibidas siguiendo el camino de las impresiones visuales, como ocurre con la pintura.

»La pintura representa a la sensibilidad, con más verdad y certidumbre las obras de la naturaleza, de lo que hacen las palabras o las letras; aunque las letras representan con más verdad las palabras de lo que podría hacer la pintura. Pero siempre diremos que es más admirable aquella ciencia que representa las obras de la naturaleza, que la que sólo representa las obras del operador, es decir, las obras de los hombres, las palabras, como hace la poesía y otras semejantes que se manifiestan por el lenguaje humano...

»La pintura sirve a un sentido más digno que la poesía y reproduce con mayor verdad que el poeta las figuras de las obras de la naturaleza; y éstas son mucho más dignas que las palabras, que son obra humana; porque media la misma proporción entre las obras de los hombres y las de la naturaleza que la que separa al hombre de Dios. Es, por consiguiente, más digna cosa imitar las obras de la naturaleza con verdaderas imágenes de los hechos, que imitar con palabras los hechos y palabras de los hombres...

»El único oficio del poeta consiste en fingir palabras de personas que hablan unas con otras, y sólo estas palabras ofrece al sentido del oído como naturales, pues lo son en sí en cuanto creaciones de la voz humana. En todos los demás casos, el pintor lo supera. Pero más numerosas, sin comparación, son las variedades a que se aplica la pintura que aquellos que son del resorte de la palabra. Infinitas cosas hará el pintor que no podrán designarse con palabras, por carencia de vocablos apropiados. ¿No ves, en efecto, que si el pintor quiere figurar animales o diablos en el infierno la abundancia de sus invenciones no tendrá límite?...»

sábado, abril 16, 2016

Esta maldita manía de nombrar

¿En serio siguen escribiendo así, no ha habido cambios?, me dijo Leonardo, enojado. El maestro se mesó la barba y regresó a hacerme la autopsia. De mi craneo extrajo un par de libros.

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios", susurró Alguien al oído de alguien más. Otro lo escribió. Y sin embargo hoy me encuentro sin verbo, sin ese aliento que debería estar guardado en mi cajón, junto a los cigarros.

Día Mundial del Arte, en días en los que casi nadie recuerda al polímata italiano, en que tan pocos leen, experimentan. Asuntos nimios ocupan la cartelera, la discusión es sobre cotianeidad. La duda existencial es una costumbre en retirada: ¿dudar, tratar de recordar? Para qué, gugliemos y vayamos a lo que sigue.

"Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y todas las aves, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. El hombre les puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes, y ese nombre se les quedó".

Dedicado el séptimo Día a descansar, el Creador oyó (soñó) cientos de nombres, nuevos verbos. Crear, nombrar. Y así ha seguido, entre tantos sueños. Y cada quien saca nombres de onomatopeyas, cerradas, entre unos cuantos. Cada vez más textos y menos contextos.


¿Por qué no hay un verbo derivado de arte? El arte se hace, se siente, se desmenuza y se echa como condimento en casi todo. Hacer arte, hacer el amor. Del sustantivo coito surgió el verbo coitar, tan poco usado. De arte hay adjetivos (artístico) y otros sustantivos (artista), pero a la hora de hacerlo no hay regularidad o irregularidad que valgan.

Urge un verbo, para conjugarlo, en todas las personas y en todos los tiempos. De cualquier modo. Pero artear no suena bien. Artistear suena despectivo. ¿Obradeartear, quizá?


Falta un verbo porque a veces no se hace arte, o no se hace el amor. Se sienten, se viven.

miércoles, abril 15, 2015

Leonardo da Vinci según Sigmund Freud

Encontrado en la red
Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, fragmento:

Leonardo nos advierte cuántas otras cosas hemos de perseguir en estos procesos. El aplazamiento del amor hasta después de haber adquirido el conocimiento se convierte en una sustitución. No se ama ni se odia bien cuando se ha llegado al conocimiento, pues entonces se permanece más allá del amor y del odio, y en lugar de amar no se ha hecho sino investigar. Por esta razón fue, quizá, la vida de Leonardo mucho más pobre en amor que las de otros grandes hombres. Las tormentosas pasiones que elevan y devoran, y a las cuales debieron otros lo mejor de su vida, parecen no haberle combatido jamás.

Pero aún podemos deducir otras consecuencias. Se ha investigado en lugar de obrar y crear. Aquel que ha comenzado a sospechar la magnificencia de la cohesión universal y sus inmutables leyes, pierde fácilmente su propio, pequeñísimo, yo. Sumido en la admiración y poseído de una verdadera humildad, olvida con demasiada facilidad que es por sí mismo una parte de aquellas fuerzas cuya actuación le maravilla y que puede intentar variar, en la medida de sus energías personales, una pequeñísima parte del necesario curso del mundo, de este mundo en el que lo pequeño no es menos maravilloso ni importante que lo grande.

Leonardo comenzó quizá, a investigar, como opina Solmi impulsado por el deseo de perfeccionar su arte, estudiando las cualidades y leyes de la luz, los colores, las sombras y la perspectiva, con el fin de alcanzar la más alta maestría en la imitación de la Naturaleza y mostrar a los demás el camino que a ella podía conducirlos. Probablemente se formaba ya una idea exagerada del valor de estos conocimientos para el artista. Después, y siguiendo la orientación de las necesidades pictóricas, pasó a la investigación exterior de los objetos de la pintura, los animales, las plantas y las proporciones del cuerpo humano, y luego a la de su estructura interna y sus funciones vitales, elementos que también se expresan en la apariencia y demandan del arte una representación. Por último, tomó en él esta tendencia enorme incremento, y rompiendo los lazos que aún ligaban su actividad investigadora con las aspiraciones de su arte, le llevó a descubrir las leyes generales de la mecánica, a adivinar la historia de las estratificaciones y petrificaciones del valle del Arno y a aquel culminante conocimiento que anotó con grandes letras en sus apuntaciones: «Il sole non si muove.»

Pero su anhelo de saber permaneció orientado hacia el mundo exterior, como si hubiera algo que le alejase de la investigación de la vida anímica del hombre. En la «Academia Vinciana», para la que dibujó emblemas artísticamente complicados, se concedió un lugar muy pequeño a la Psicología.