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jueves, febrero 15, 2024
viernes, enero 19, 2024
Cuautla según José Agustín
(Tomado de La Tempestad)
La entrada norte de la ciudad se inicia con una estatua de Morelos que durante los ochenta fue conocida como el He-Man, porque mostraba al buen Chema muy aguerrido con un espadón y corpulencia de fisicoculturista. El He-Man en un principio lo puso, con sus ovalados aunque ciertamente arrugados cojoncillos (“¿pasitas, cuándo compré pasitas?”), el gobernador Laurruco Ortega nada menos que en la Alameda, para acabarla de amolar, pero ante el clamor público la quitaron de ahí y ahora echa sus peculiares vibras a los que llegan del DF y a la base de la PFP que se halla a sus pies. Por si fuera poco, hace un año el ayuntamiento perredista nos recetó de despedida un mural anacrónico y pobremente realizado en el arco de la entrada a la ciudad que está más adelante y que afea lo bonito que era.
En los últimos tiempos Cuautla ha crecido mucho, pero anárquica e informemente, en todas direcciones pero sobre todo en el suroriente, arriba de Agua Hedionda, que se ha vuelto la zona más jodida. En realidad Cuautla sigue siendo una ciudad pobre, con escasa pero creciente clase media. Otras áreas han mejorado, como la parte arbolada de Reforma, o la avenida del Sagrario, pero en general apenas parecen entrar aires de buen gusto y modernidad urbana. Sin embargo, si la ciudad no es de las más bellas del país la naturaleza es muy hermosa y tabachines, jacarandas, araucarias y bugambilias se dan muy bien en donde los hay, porque debería haber muchos más árboles y jardines en toda la ciudad. El paisaje humano también es magnífico. La gente en general es buena onda, hasta cierto punto tranquila, tendiente a la introversión; por supuesto no faltan los chismes y los pleitos, pero vive y deja vivir. Yo me he pasado muy contento veinticinco años en Cuautla.
La entrada norte de la ciudad se inicia con una estatua de Morelos que durante los ochenta fue conocida como el He-Man, porque mostraba al buen Chema muy aguerrido con un espadón y corpulencia de fisicoculturista. El He-Man en un principio lo puso, con sus ovalados aunque ciertamente arrugados cojoncillos (“¿pasitas, cuándo compré pasitas?”), el gobernador Laurruco Ortega nada menos que en la Alameda, para acabarla de amolar, pero ante el clamor público la quitaron de ahí y ahora echa sus peculiares vibras a los que llegan del DF y a la base de la PFP que se halla a sus pies. Por si fuera poco, hace un año el ayuntamiento perredista nos recetó de despedida un mural anacrónico y pobremente realizado en el arco de la entrada a la ciudad que está más adelante y que afea lo bonito que era.
En los últimos tiempos Cuautla ha crecido mucho, pero anárquica e informemente, en todas direcciones pero sobre todo en el suroriente, arriba de Agua Hedionda, que se ha vuelto la zona más jodida. En realidad Cuautla sigue siendo una ciudad pobre, con escasa pero creciente clase media. Otras áreas han mejorado, como la parte arbolada de Reforma, o la avenida del Sagrario, pero en general apenas parecen entrar aires de buen gusto y modernidad urbana. Sin embargo, si la ciudad no es de las más bellas del país la naturaleza es muy hermosa y tabachines, jacarandas, araucarias y bugambilias se dan muy bien en donde los hay, porque debería haber muchos más árboles y jardines en toda la ciudad. El paisaje humano también es magnífico. La gente en general es buena onda, hasta cierto punto tranquila, tendiente a la introversión; por supuesto no faltan los chismes y los pleitos, pero vive y deja vivir. Yo me he pasado muy contento veinticinco años en Cuautla.
martes, agosto 20, 2013
José Agustín
Literatura buena onda, dicen y dicen bien. Buena onda el maestro, no como algunos otros de su generación —que no menciono por ser tan "universales"—, sino siempre abierto, sencillo, presto a compartir. Releí La reina del Metro en el cumpleaños (este lunes) del autor de La Tumba y otras más. Los suyos fueron de los primeros libros que compré con mis domingos y deberían ser si no obligatorios al menos constantes sugerencias en secundaria y prepa. Escribe Agustín Ramos: "José Agustín..., así como ha podido estar a la vanguardia durante más de veinte años, así como ha sabido ser portavoz y profeta de cuando menos dos generaciones aparte de la suya, tampoco ha querido evitar a veces ser su propio epígono. El texto que se presenta, por contener la fuerza e incurrir en las debilidades características de la vasta obra joseagustiniana, y además por ser reciente, resulta inmejorable, tanto para la iniciación como para el fomento de la complicidad".
viernes, diciembre 12, 2008
profundis

El vate tras la presentación de su libro de ensayos (¿artículos?) literarios en la FIL, posando para la infaltable cámara de crimentales. Ya inicié la lectura del librito, de textos cortos y divertidos en los que habla de Arreola, Nabokov, Salinger, Dick, Jung, Revueltas, Ferlinguetti y más.
De Arreola como maestro de taller literario escribe José Agustín: "Si de entrada los textos eran malísimos, tocaba la campana y suspendía la lectura. A mí me ocurrió un par de veces, sobre todo al principio, cuando de plano sólo me guiaba la intuición. Párele, me dijo, eso no sirve para nada. Me dolió, pero así, en cuestión de unos meses, pude hacer a un lado muchas ondas ingenuas, cursis y anacrónicas que aún cargaba, pues textualmente me hallaba en bruto. […] Para entonces yo escribía como siempre, o sea: como loco y a la menor provocación".
Ninfulosis: "Este fenómeno siempre lo vi como estrictamente literario hasta que, en 1985, a los cuarenta años de edad, viajé a Cuba como jurado del premio Casa de las Américas. Un mediodía me tocó ver salir de la escuela a las nenas de secundaria, convenientemente ataviadas de minifalda, ay Dios mío, y por primera vez entendí a fondo a Humbert Humbert ".
José Agustín, Vuelo sobre las profundidades
(Lumen, 2008)
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