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viernes, abril 23, 2021

Acerca de El trabajo del testigo, de Mariana Wikinski - Alejandra Hernández


El trabajo del testigo. Testimonio y experiencia traumática
, La Cebra, 2016,
de Mariana Wikinski


“No tenemos derecho a no escuchar”. De manera casi inmediata esta frase aparece en el primer capítulo del libro que nos ofrece Mariana Wikinski. Esas palabras no dejaron de resonar en mí desde que las leí, podríamos preguntarnos si es o no, una verdad absoluta. Podría ser debatible, al menos así lo deja claro la autora al decir que en dicho capítulo no nos encontraríamos con afirmaciones incontrovertibles, y así fue, y no solo en su primer capítulo.


En mi lectura percibí mucha calidez por parte de Mariana, dándole otra voz a lo que conocemos como testimonio. La mayoría de nosotros podríamos tener alguna idea, por más vaga que esta sea, de lo que es un testimonio, es decir, relatar algo que presenciamos, describirlo y detallarlo desde nuestra perspectiva.

La autora comienza a problematizar "¿cómo es el testimonio de un testigo que presenció el mismo evento que otras tantas personas? ¿los relatos serán iguales a detalle?"
 
Estas, y otras preguntas realiza la autora, además de que también me fui planteando otras tantas, ya que, mi labor como perito en psicología dentro de la Fiscalía de mi Estado compete a la atención a víctimas, cuya mayoría no son solo eso, sino que también son testigos, es por tal motivo que la obra de Mariana me pareció de lo más relevante, además de alentadora. Lo comento así porque ella puntualiza todos esos puntos u “obviedades” que siempre deben estar presentes al estar frente a frente con personas que pasaron por algún suceso traumático.

Mariana deja muy claro el uso y el trabajo de la ética y lo que se puede sesgar con la moral, además la autora realiza un recorrido muy específico a tomar en cuenta cuando de testigos se trata. Puntualiza la ética ante el sufrimiento del otro, podemos apreciar que toma en cuenta la narración de lo traumático y el testigo/superstes ante la justicia, dar espacio a testimoniar la vergüenza y hablar por otro.

Pude percibir que en México no tenemos una diferencia abismal en cuanto a la “impartición” de justicia de se trata. Dentro de las instituciones gubernamentales se tiene la idea de que las mismas están destinadas a resolver de manera “favorable” los casos de víctimas, sea cual sea el delito, y para esto se trabaja no sólo con las evidencias que se puedan aportar. Lo más relevante, y por lo que se inicia una carpeta de investigación es por un relato que cambia su nombre a una denuncia, lo cual se convierte en un testimonio. Esto sucede cuando se llega ante un tribunal de justicia que está integrado por jueces que escucharán y darán valor a lo dicho con base en sus propias perspectivas y, lo más “importante”, lo que dicten las leyes.
Considero que Mariana Wikinski realizó una labor que pocos hacen: escuchar y estar atenta a todo lo que pasa alrededor de los testigos, ella nos abre una invitación a no solo oír lo que queremos, nos invita a involucrarnos con nuestras interpretaciones y nuestra conveniencia. Nos incita a reflexionar y considerar todo el contexto, desde lo acontecido, el tiempo en que pasó, lo que ha hecho la víctima y/o testigo para asimilar lo sucedido; por otro lado, estamos los agentes que laboramos frente a esas personas, y así darnos cuenta si estamos escuchando con nuestra moral, prejuicios, si estamos cansados o agobiados, saber preguntar.
 
En fin. puedo seguir, y, sin embargo, considero que no terminaría de describir todo lo que Mariana nos ofrece en este gran libro. Así como ella abriría la invitación a leerlo, analizarlo y cuestionarse, sobre todo aquellas personas cuyo trabajo consiste con víctimas y/o testigos, ya que, como dice Mariana “no tenemos derecho a no escuchar”, en especial en instituciones cuya función es proteger, prevenir, investigar y enjuiciar todos los delitos que en teoría no deberían suceder. No obstante, la tarea de las instituciones se poner al frente y escuchar a lo que las personas que han padecido dichos delitos tienen por decir. Su palabra y testimonio es lo que debe dar fuerza y potencia para que estas instituciones realicen lo que profesan: “la impartición de justicia pronta y expedita”.

Acerca de Los tacones de Doralicia, de Alberto Allende - Alejandra Hernández

Desamparo, impotencia, frustración, desaliento, vulnerabilidad y otros tantos sentimientos que emanan al saber o estar inmersos en situaciones que nos vulneran, que nos exhiben, que nos profanan. Durante la lectura de este libro me encontré a mí misma pensando en todos aquellos relatos que he escuchado cargados de todos esos sentimientos, en donde además se pueden sentir ese enojo y tristeza de las personas que llegan con una petición de escucha.

Allende realiza una descripción tan detallada que eriza la piel, agudiza los sentidos y estremece el alma. Lograr esto con el uso de la palara solo lo puede lograr un gran escritor que no solo plasma letras, si no que des/escribe sensaciones, tal vez por experiencia, por escucha de terceros o por una gran sensibilidad al mundo. El autor redacta de manera “somera” acontecimientos de la vida diaria, situaciones que nos es común ignorar y pocas veces escuchar, pero, cuando ese relato toca una fibra de nuestro ser es cuando volteamos a escuchar y observar aquello que se dice y lo introyectamos como si fuera nuestro, esto debido a que tal vez, en algún momento de nuestras vidas, pasamos por algo similar, es ahí donde dotamos de algo de sentido eso que nos describen las personas. 

Alberto Allende nos revive con su escrito, crudo y sin rodeos ante la fragilidad de la vida, los deseos e impulsos sexuales que no ven a la persona que tenemos enfrente, a los relatos sin pudor y descarados, a las arbitrariedades de las “autoridades” y todo aquello que pasa día con día “desapercibido” o, más bien, ignorado.

Estas letras no hacen honor a lo descrito por el autor, sin embargo, extiendo mi invitación a leerlo, reflexionarlo y vivirlo, ya que al atravesar sus letras me resonaba ese viejo proverbio que dice quién no conoce su historia está condenando a repetirla. Yo agregaría además que quien no quiera conocer ni su historia, poco interés y sensibilidad tendrá por la de los otros.

lunes, marzo 08, 2021

¿Quién sabe de la mujer? - Alejandra Hernández

Hay personas que afirman, muy seguras de su saber y conocimiento, lo que debe de hacer una mujer, lo que debe pensar, sentir y como puede expresarse. Se ha dicho que las mujeres tienen un papel muy importante en la historia de la humanidad, ya que se las ha visto como musas, proveedoras, las que dan vida, en si las que siempre están dadas por sentado; es decir, que se ha creído que con darnos un breve reconocimiento ya estamos formando parte igualitaria en la historia. Es por eso que no se cree necesario darnos voz y lugar; sin embargo, hay enojo e incomodidad cuando las mujeres exigimos y tomamos esos lugares, cuando alzamos la voz y decimos lo que nos molesta o incomoda, cuando a través de medios, vistos como violentos e irracionales, nos damos a notar.

Es muy fácil juzgar, minimizar, criticar y dar una opinión de cómo se deben realizar las cosas, cómo decirlas y cómo hacerse presentes. Cada día escucho mucho comentarios “inocentes e inofensivos” de personas que dicen: “no juzgo, no estoy en contra de ningún movimiento feminista PERO…” Siempre hay un pero para todo, está bien expresarse pero no de esa forma, está bien que opines pero no en voz alta, está bien que lo pienses pero no lo digas, está bien que las demás lo hagan pero tú no. Todo está bien pero no se sostiene, todas esas personas que están a favor de expresarse y que otras más se expresen, me pregunto aquí, ¿qué hacen cuando les toca vivirlo en carne propia? Cuando les toca estar al frente y sostener eso que dicen, es ahí donde todo “se complica”, es ahí donde la palabra pesa y es lo insostenible.

Muchas personas pueden hablar de las mujeres, pero ¿quién podría decir sin temor a equivocarse lo que las mujeres quieren, necesitan y cómo lograr sus objetivos? ¿Quién tiene el derecho de hablar de las mujeres? En este mismo tenor podríamos decir que muchas personas podrían darle contestación a dichas preguntas, volviendo así a dar opiniones y comentarios que cada quien considera verdades o “humildes opiniones”. Aun así, ¿quién sabe de las mujeres?

domingo, noviembre 15, 2020

Presentación de "Fuera de mí. Eufemismos para ciertas locuras" en La Universal

¡Gracias!

 Presentación de Fuera de mí, eufemismos para otras locuras (El Diván Negro, 2020) en La Universal, 4a Feria del Libro Independiente, en Morelos. 

En estos días más materiales de tan buenos momentos.


Gracias a Lupita y a Lalo, a Ale y a Zamuel, a Mariana. Gracias a comentaristas, editores y organizadores de la Feria. Gracias a quienes se conectaron. Por ahí ví a Norma, Tina y Cecy, gracias por sus comentarios.