lunes, mayo 18, 2020

La caída

El no-caer cuando se sabe que se está cayendo,
y que las grúas no prestan ya servicios funerarios ni oxigenan muertos, 
no refundan huesos o rehidratan con cal gargantas hechas casi polvo.
Max Rojas

A veces caer se siente, aunque sea un momento se siente como volar. Lo dice la canción.

Hace unos días hablamos aquí y en YouTube del descenso a los infiernos como motivo literario. Descender es un verbo lento, caer es el rápido de la familia.

"¡Que el Cielo nos guarde, querido señor, de que nuestros amigos nos coloquen demasiado alto!", se dice en una novela de Camus.

Van algunas imágenes de ciertos caeres. Caer suena a acaecer y quizá por ello en miles de esquelas muchos confunden acaecer con fallecer.

En realidad muchas veces no importa si el personaje de esa historia (muchas historias, nuestra historia) se vuelve a levantar, lo interesante en la narración (la nuestra) es la caída. Entre más alto se suba más espectacular será ese descenso, más oportunidad habrá de observar la mirada y más amplia será la perspectiva. Caer. La escena se ralentiza, aunque sea un momento la mirada y el cuerpo muestran literalmente la gravedad de la situación, cuentan todo de si y de su entorno.

Hans Gruber en el Nakatomi Plaza:


Ícaro, por querer subir hasta el sol:




La caída original


O el cadete que se hizo famoso por envolverse (dicen) en la bandera del Castillo:



Hoy estoy cayendo, rápido pero constante.
Ya caigo. No necesito caer bien. ¿Te cae?
¿Y si no hay fondo?


No hay comentarios.:

Publicar un comentario