sábado, febrero 11, 2017

De las cartas de Joyce a Nora

«Anoche te hablé sarcásticamente, pero hablaba del mundo, no de ti. Soy enemigo de la bajeza y esclavitud de la gente, no de ti. ¿No puedes advertir la sencillez que hay detrás de todos mis disfraces? Todos llevamos una máscara. Cierta gente que sabe que estamos muy unidos suele increparme. Los escucho con calma, desdeñando responderles, pero su última palabra agobia mi corazón como a un pájaro la tormenta...

«No es agradable para mí tener que ir ahora a la cama recordando la última mirada de tus ojos, una mirada de cansada indiferencia, y la tortura de tu voz la otra noche. Creo que ningún ser humano ha estado nunca tan cerca de mi alma como tú lo estás, y, sin embargo, aún puedes interpretar mis palabras con lastimosa descortesía (“Sé de lo que está hablando ahora”, dices)...

* * * * *

«Esta mañana me levanté temprano para terminar un relato que estaba escribiendo. Cuando había escrito una página decidí, en cambio, escribirte a ti. Además, pensé que no te gusta el lunes y que una carta mía te animaría el espíritu. Cuando soy feliz tengo un loco deseo de contárselo a todas las personas que encuentro, pero lo sería muchísimo más si me dieras uno de esos sonoros besos que te gusta darme. Me recuerdan el canto de los canarios...

* * * * * 

«Nora, “verdadero amor mío”, realmente debes tomarme de la mano. ¿Cómo me has permitido llegar a este estado? Querida, ¿me tomarás como soy, con mis pecados y locuras, y me protegerás de la miseria? Si no lo haces siento que mi vida se hará pedazos. Esta noche tengo una idea más loca que lo habitual. Me gustaría que me azotases. Me gustaría ver tus ojos encendidos de ira...»

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