miércoles, octubre 21, 2015

A través del tiempo - Isaac Asimov

—No, no es posible que la mente humana pueda llegar a comprender la intrincada filosofía de la Realidad sin tener una experiencia práctica del Viaje. Por ejemplo, ¿por qué la Realidad posee inercia? Todos sabemos que existe. Cualquier alteración de la Realidad debe alcanzar cierta magnitud antes de que se efectúe un Cambio verdadero. Aun entonces, la Realidad tiene tendencia a regresar a su condición original. Por ejemplo, supongamos un Cambio aquí, en el [siglo] Quinientos setenta y cinco. La Realidad cambiará con efectos progresivos hasta quizás el Seiscientos. Seguirá cambiando, pero con efecto decreciente, hasta quizás el Seiscientos cincuenta. Más allá la Realidad no resulta afectada. Todos sabemos que ocurre así, pero ¿alguno de nosotros conoce la causa? El razonamiento intuitivo nos sugiere que cualquier Cambio de la Realidad debe prolongar sus efectos sin límite a través de los Siglos, y, sin embargo, no sucede así. Tomemos otro punto. Me han dicho que el Ejecutor Harlan se distingue por su capacidad de seleccionar el Cambio Mínimo Necesario para cualquier situación. Apuesto cualquier cosa a que no puede explicarnos cómo llega a formar sus decisiones. Piensen ahora en lo ignorantes que debían ser los Primitivos. Se preocupaban del problema de un hombre que matase a su abuelo, porque no comprendían la verdad de la Realidad. Examinemos un caso más posible y más fácilmente analizado, y tomemos la situación de un hombre que en sus viajes a través del Tiempo llegase a encontrarse a sí mismo.

—¿Qué puede sucederle a un hombre que se encuentre a sí mismo? —dijo Harlan bruscamente.

El hecho de interrumpir a un Programador era una falta de etiqueta. El tono de Harlan hacía la falta más notable y escandalosa. Todas tas miradas se volvieron con reprobación hacia el Ejecutor.

Sennor tosió, pero prosiguió con el gesto del que está decidido a no abandonar su cortesía pese a dificultades casi insuperables. Continuó su interrumpida frase, evitando dar la impresión de que contestaba directamente a la poco respetuosa pregunta.

—Veamos los cuatro casos que puede plantear tal situación. Llamemos A al hombre que llegó primero en el fisio-tiempo, y B al que llegó después. Primer caso, A y B no llegan a verse uno al otro, ni hacen nada que pueda afectar en forma significativa a cualquiera de los dos. En tal caso, en realidad no se han encontrado y podemos considerar la situación como trivial.

»O bien B, el que llegó el último, puede ver a A mientras A no ve a B. Aquí tampoco pueden esperarse consecuencias serias. B, al ver a A, lo ve en una posición y ocupado en actividades de las que ya tenía conocimiento. No, hay ninguna complicación nueva. La tercera y cuarta posibilidades consisten en que A vea a B, mientras B no ve a A, o que A y B se vean el uno al otro. En cada una de estas posibilidades, el punto crucial está en que A ha visto a B; el que el hombre del pasado se ha visto a sí mismo en el futuro. Fíjense en que así averigua que seguirá vivo hasta la edad aparente de B. Sabe que vivirá lo bastante para poder realizar la acción de que ha sido testigo. Un hombre que conozca su propio futuro, aunque sea en el más pequeño detalle, puede actuar con arreglo a tal seguridad y, por tanto, cambiar su propio porvenir. Se comprende que la Realidad debe cambiar para impedir que A y B se encuentren, o por lo menos para hacer imposible que A vea a B. Entonces, y dado que nada de lo sucedido en una Realidad que ha sufrido un Cambio tiene efectos posteriores, A nunca se ha encontrado con B. Igualmente, en cada una de las aparentes paradojas del viaje en el Tiempo, la Realidad siempre cambia por sí misma para evitar tales paradojas, y llegamos a la conclusión de que no existen paradojas en el viaje a través del Tiempo, y de que no pueden existir nunca.»

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