jueves, noviembre 15, 2012

Sentí un funeral en mi cerebro - Emily Dickinson

Sentí un funeral en mi cerebro,
los deudos iban y venían
arrastrándose —arrastrándose hasta que pareció
que el sentido se quebraba totalmente.

Y cuando todos estuvieron sentados,
una liturgia, como un tambor
comenzó a batir —a batir— hasta que pensé
que mi mente se volvía muda.

Y luego los oí levantar el cajón
y crujió a través de mi alma
con los mismos botines de plomo, de nuevo,
el espacio comenzó a repicar,

como si todos los cielos fueran campanas
y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna extraña raza
naufragada, solitaria, aquí

y luego un vacío en la razón, se quebró,
caí, y caí
y di con un mundo, en cada zambullida,
y terminé sabiendo —entonces.

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