Me salgo de esta hoja.
No sirve ya el papel.
No sirve el llanto.
Vengo de dar un doble puñetazo
en la mesa del hambre y de la usura.
Vengo de atar el miedo a un rayo desbocado,
de recoger la nieve que desciende,
de convertirse mi alma en una seca piel.
Vengo de dibujar el blanco
de una bala en mi frente,
de llevar la mañana a los ojos nublados,
de sacar a la calle al luto y a la fiebre.
No sirve ya el papel.
No sirve el llanto.
Escribo en las paredes.
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