miércoles, febrero 15, 2012

No, amor mío...

CYRANO: ¡Su carta!… ¿No me prometiste dejármela leer algún día?

ROXANA: Sí ¿Lo deseáis?… ¿Deseáis leer su carta?

CYRANO: Sí. Quiero leerla… ¡Hoy!

ROXANA: (dándole la bolsita que pende de su cuello.) Tomadla.

CYRANO: (cogiéndola) ¿Puedo abrirla?

ROXANA: ¡Podéis leerla también! (Ella vuelve a su labor y se entretiene replegando y ordenando sus lanas.)

CYRANO: (Lleyendo) “Roxana, adiós. ¡voy a morir!…”

ROXANA: (deteniéndose asombrada) ¿Pero en voz alta?

CYRANO: (continuando su lectura) “Esta tarde, amada mía, tengo el corazón lleno de amor no expresado… ¡y voy a morir! Nunca, jamás mis ojos embriagados, mis miradas alegres…”

ROXANA: ¡Cómo leéis esa carta!

CYRANO: “… alegres de amor, no volverán a besar al vuelo vuestros gestos…¡os envío en esta carta el beso acostumbrado para que, por mí, él toque vuestra frente! Quisiera gritar…”

ROXANA: (Turbada) ¡Cómo leéis esta carta! (La noche cae insensiblemente)

CYRANO: “…y grito: ¡Adiós!”

ROXANA: ¡La leéis…!

CYRANO: “¡Querida mía! ¡Amada mía! ¡Mi tesoro!…”

ROXANA: ¡Con una voz…!

CYRANO: “Amor mío…”

ROXANA: ¡…Con una voz…! (Se estremece) Pero… ¡no es la primera vez que oigo esa voz!

(Se acerca suavemente sin que Cyrano se dé cuenta, pasa por detrás de su sillón, se inclina sin ruido, mira la carta. La sombra aumenta.)

CYRANO: “…Mi corazón no os abandona un instante. Soy y seré siempre, hasta en el otro mundo, el que os ame sin medida, el que…”

ROXANA: (Poniéndole la mano en los hombros) ¿Cómo podéis leer ahora? ¡Es de noche! (Él se estremece, se vuelve, la ve junto a sí, hace un gesto de emoción y baja la cabeza. Luego pausa. Después, cuando ya la oscuridad es completa, Roxana añade lentamente, juntando las manos.) ¡Y durante catorce años, habéis desempeñado el papel del viejo amigo que viene para ser simpático!

CYRANO: ¡Roxana!

ROXANA: ¿Erais vos?

CYRANO: ¡No, Roxana, no!

ROXANA: Hubiera debido adivinarlo cuando él decía mi nombre.

CYRANO: ¡No! ¡No era yo!

ROXANA: ¡Erais vos!

CYRANO; ¡Os juro…!

ROXANA: Adivino toda esta impostura generosa. ¡Las cartas eran vuestras!

CYRANO: ¡No!

ROXANA: ¡Aquellas palabras amorosas y ardientes eran vuestras!

CYRANO: ¡No!

ROXANA: ¡Aquella voz en la oscuridad era vuestra!

CYRANO: ¡Os juro que…!

ROXANA: Y el alma…¡el alma era vuestra!

CYRANO: ¡Yo nunca os amé!

ROXANA: ¡Vos me amasteis!

CYRANO: (debatiéndose) ¡Era el otro!

ROXANA: ¡Vos me amasteis!

CYRANO: (con voz débil) ¡No!

ROXANA: ¡Ya lo decís más bajo!

CYRANO: ¡No!…No, amor mío…¡yo nunca os amé!

ROXANA: ¡Ay!… ¡Cuántas cosas ya muertas vuelven a renacer!…¿Por qué habéis callado durante catorce años si las lágrimas de esta carta no eran de él sino vuestras?

CYRANO: ¡Pero la sangre era suya!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario