(esculticaricatura de Lila, por Brígido Roque) |
A reserva de tejer algunas ideas en torno al tema, con calma, los invito a leer la voz autorizada del crítico Oscar Flores Martínez, en el placer de la cultura, de la cual van las siguientes palabras que, insisto, deberían oír autoridades, coreógrafos y demás entes que participan en la fiesta de Terpsícore:
«Es también época de revaloración, de repensar el perfil del Festival Lila López, de recuperar lo mejor de sus orígenes. Retomar su vocación pedagógica.
»Tanto en las ruedas de prensa como en las sobremesas, el tema se torna insistente. Volver al verano, a los orígenes. Recuperar que el Festival sea El epicentro de la danza en México… al menos por dos semanas.
»Se discute la conveniencia de traer de vuelta los estímulos, la presencia de grupos de provincia, que los cursos de actualización profesional dejen de ser para una élite a fin de que los conocimientos se propaguen más “democráticamente” más allá de las aulas del IPBA y repercutan no sólo en el tiempo que dure el Festival. Esto gracias a que los alumnos (maestros en sus lugares de origen) tengan nuevas herramientas de conocimiento.
»Destaca, particularmente, que no hay menciones al pasado inmediato. Algo así como “lo pasado, pasado”. Las miras están enfocadas al verano del 2010, a la edición XXX del Festival».
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