sábado, enero 24, 2009

crimentales, criptoamnesia (2)

Leo la nota de la entrada anterior. Y no lo sé.

A veces son ideas que flotan en la atmósfera y cualquiera con las antenas bien puestas las puede captar (hace mucho tiempo se me ocurrío hacer una novela sobre un asesinato en el medio cultural. Justo en esos días se anunció la aparición editorial de "El miedo a los animales" de Enrique Serna. Ya pa qué, pensé, aquí está genialmente todo).

Volviendo a lo del plagio, consciente o no: después de tener relaciones sexuales hay noches, o días furtivos, en que uno no sabe dónde dejó la ropa y se pone lo primero que encuentra, le pertenezca o no. Otras, a uno le gusta ponerse la ropa de la persona que acabamos de habitar, acariciarla para prolongar el sudor y los gritos. O hurtar la prenda como parte de ella, como fetiche.

Fetichismo verbal. De lo que se deduce que el plagio literario puede ser una simple parafilia.

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