domingo, febrero 10, 2008

blasfemias


"—¡Asqueroso cerdo! —exclamó Justina, dejándose llevar por la indignación—. Aun mientras duerme se asegura de que quienes lo rodean sigan sufriendo.

—Sí —asintió Armanda—. En ese aspecto es como los escritores escandalosos cuyos libros perduran por mucho tiempo, después de que su vida ha terminado, los escritores no pueden seguir haciendo daño después de muertos, pero sus ideas perversas continúan propagándose, incitando al crimen, inspirando blasfemias, motivando maldades; y este convencimiento los alienta hasta la tumba, pues ni allí los pueden convencer de que renuncien a la maldad.

—¡Canallas! —exclamó Justina".

El divino Marqués

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