domingo, enero 20, 2008

Carcajadas

"Joyce despertaba en medio de la noche a Nora, su mujer, con el estruendo de las carcajadas desencadenadas por la escritura de su novela ilegible: Finnegans' Wake. Gozaba, ¿de qué? ¡De tanto! Gozaba de la perplejidad de los críticos y de los eruditos de los siglos por venir, gozaba con la imagen de su padre muerto leyendo en el otro mundo el libro de su hijo y afirmando que, por más que se esforzase, Jimmy no alcanzaría jamás su propia gracia para contar palabras-valija o palabras-perchero que se producen por mezclombinación de vocablos que multiplican sus sentidos al arrejuntarse, especialmente cuando la invención de términos que hacen vana la consulta de d(ficcionarios) se nutre con la sangre de diferentes lenguas (la antinovela que es el Finnegans incluye juegos de palabras en diecinueve idiomas), gozaba al descuartizar, él, un irlandés, la lengua de los invasores ingleses, devolviéndoles esa lengua y mostrándoles que no habían descubierto y ni tan siquiera imaginado sus recursos, gozaba por saber que escribía un texto intraducile, un texto que desafiaría con éxito a todos intentos de vertirlo en otro idioma, gozaba de modelar la conciencia increada de su raza tal como se lo propuso en su autorretrato juvenil, de todo eso y vaya a saber de qué más gozaba en sus noches de desvelo y de velorio (wake) el artista cincuentón, pero su goce supremo, estoy seguro, era el de atacar con saña y sin tregua ni piedad al enemigo feroz de todo verdadero poeta que es el sentido, el sentido en su sentido prosaico, el sentido de la realidad tal como la transmiten los cinco tramposos que son los sentidos, el sentido en una dirección impuesta que hace intransitable la calle en sentido contrario, el one way, el cuán buey, de la ley. Ese vil sentido, eso que uno comprende".

Néstor A. Braunstein

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