No sé quién soy; todo se ha transformado
en mí. No sé quién soy y, sin embargo, existo.
Leve soy y pesada como una maldición,
y piedra soy y vida inacabada.
No juguéis conmigo, asesinos.
me escurro entre los dedos, estoy viva,
arrojadme al océano, es en vano:
en vuestra copa anido y soy lejía.
¡Huid! Que soy ceniza, entrar puedo
bajo la puerta cual sombra resbalada
y enlutar vuestro rostro en el sueño
y entregaros mi beso de lejía.
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