jueves, noviembre 19, 2020

Filosofía del tiempo - José Antonio Marina


Leo La selva del lenguaje, introducción a un diccionario de los sentimientos de José Antonio Marina y es un maravilloso viaje: filosofía, lingüística y literatura. Con motivo del día internacional de la filosofía les comparto estos párrafos de la web de José Antonio Marina:

«Cada uno de nosotros tiene por misión descubrir un aspecto de la realidad que otro no puede ver. Y me parece que la mejor ofrenda que podemos hacer a los demás es intentar que nuestra visión sea lo más verdadera, hermosa y buena posible. Siempre me ha admirado el talento y la brillantez con que personas aparentemente vulgares han resuelto los complejisimos problemas del vivir. Suelo pedir en muchas ocasiones a mis lectores que me cuenten su actitud ante algún asunto concreto, porque me parece que de esa creatividad humilde puedo aprender más que leyendo mamotretos filosóficos. La ciencia, a la que he dedicado tantas horas, se mueve entre conceptos abstractos. Por eso a los científicos nos conviene bajar a la variedad inagotable de lo real, valorar lo imprevisible y sorprende de la individualidad. Descender, para decirlo brevemente, de las matemáticas a la poesía.

»Cada uno de nosotros tenemos un doble deber: aclarar y tejer. Hemos de iluminar nuestra realidad interior y la realidad que nos rodea. Las tinieblas nunca son buenas. Neruda, en un bellísimo poema dedicado a la claridad, escribe: “Debo / cumplir mi obligación / de luz: ir y venir por las calles, / las casas y los hombres/ destruyendo/ la oscuridad/ Hasta que todo sea día, / hasta que todo sea claridad/ y alegría en la tierra”.


»El segundo deber deriva de nuestra profesión de tejedores. El mundo surge de nuestras relaciones. Es un gigantesco tapiz, en el que participamos todos, para completar un bello dibujo, o para emborronarlo. Los seres humanos valemos lo que valen los lazos que anudamos, los intercambios que somos capaces de establecer. No somos islas ni bolas de billar ni barcos que se cruzan en la niebla y hacen sonar sus sirenas. Estamos todos comprometidos en una gigantesca conversación y, como les he dicho muchas veces, las conversaciones producen efectos emergentes o degradantes. Nos elevan o nos hunden. A todos nos interesa participar en un brillante conversación, que nos ayude a desplegar nuestros mejores talentos, de la que recibamos ánimos y alegría, y debemos empeñarnos en conseguirla.

»Lo que les decía, el futuro se presenta ajetreado e interesante.»

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