1966. "Me enfurecía advertir que el ejercicio de la literatura y las inevitables rencillas que de él se desprendían encubrían a menudo un marcado desprecio intelectual e insinuaban aspiraciones que poco tenían que ver con las letras. Algunos jóvenes intelectuales comenzaban a buscar un trato más íntimo con el poder que con las musas. Mis sentimientos en relación a los grupos de oposición política, sobre todo los de izquierda, con los que de manera ideal me sentía identificado, eran marcadamente contradictorios; deseaba su fortalecimiento, pero al mismo tiempo sus métodos me parecían confusos, limitados y situados a una notable distancia de cualquier elemento de realidad..."
El arte de la fuga
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