miércoles, febrero 22, 2012

ceniza

Hace mucho que no iba a la iglesia este día, creo que este año iré. Otras veces en donde estuviera sólo tomaba un puño de tierra y me lo dejaba caer lentamente sobre el rostro. Zen isa: el sonido de un fuego que se extingue. En la frente crepita el signo. No importa la forma de la mancha que podría ser de sangre, sino que se funda con la piel.

Donde hubo fuego cenizas quedan. En tu frente, en tu pecho... Significamos mientras alguien musita una oración. Ya pasó. Algo, una vida, cualquier cosa. Y sin embargo un ave fénix se empeña en salir del pecho.

Queda el camino al desierto: cuarenta líneas con sus noches y algunas tentaciones, frías, en las rocas.
Que los gusanos miren, como todos, el reloj, y aguarden su turno.

1 comentario:

  1. Anónimo9:33 a.m.

    Muortoria la prosa, a no ser por el ave fénix.

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