Estar sin padecer el cuerpo, sin gemir, sin llanto alguno.
Eres tiempo y no darte un trago de agua,
y no rozar tus labios con el miedo y egoismo de los míos,
y no temblar tu cuerpo con la rabia de mis manos,
y no mezclar esta alabanza en que cabrías,
y no doler como duele el nacimiento.
Sin apenas recordar a qué sabrá tu cuello, tu axila, tu cabello.
la inmóvil percepción de la memoria, "Funeraria". Dos
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