lunes, marzo 16, 2009

Kilómetro casi nocturno (Daniel Bencomo)


Ahora que vuelves de Catorce a San Luis,
la ventanilla te parece un muro injusto.

Así te despides del desierto;
en tus relatos del deseo cada palmera es un punto suspensivo.

El deseo arma su infinito en matrices de arena
y tú te preguntas, nuevamente,
si en la arista de horizonte alguno,
habrá un invertebrado que salte hacia el amor.

Un bosque dentro de ti se estremece,
y esa flecha que tallamos con saliva,
lo cruza mientras seca tu posibilidad de mí.

Hablas con la gente que te acompaña y en los mínimos acordes de la noche
se abre otro bosque,
ícono de frutas nocturnas que iguala a los cactos en su potencia de savia.

Vuelves a la pregunta, la leyenda: lo mismo,
pero orientando sus branquias en diferentes direcciones.

El amor no gusta de reliquias,
y las carreteras se deleitan al desnudar laberintos.

Si existe invertebrado al que le plazca,
nombrar a saltos montes y vaivenes de los cuerpos,
lo tengo creciendo bajo la palma de tus labios.


(Después de un tiempo tengo De maitines a vísperas, firmado y obsequiado por Bencomo, el mismo ejemplar que leyó en la FILPM, con todo y las hojas dobladas de los poemas que eligió para la ocasión)

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