Hace 28 años, el 15 de mayo de 1995, se inauguró la Casa del Poeta Ramón López Velarde como parte de la transformación del entonces Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (CECA) en Instituto de Cultura (ICSLP), al inicio del sexenio de Horacio Sánchez Unzueta. Eudoro Fonseca Yerena, titular de la dependencia, fue quien anunció el rescate de la casa del jerezano como parte del plan de trabajo de la nueva institución. En ella están desde entonces la Dirección de Publicaciones y la editorial Ponciano Arriaga.
La primera titular de la Casa López Velarde fue Laura Elena González, le siguieron Armando Adame Domínguez, Déborah Chenillo, David Ortiz Celestino, otra vez Armando Adame y hoy Octavio César Mendoza. He tenido la suerte de ser testigo (como periodista cultural, autor, colaborador y tallerista) en cada etapa. Cursos, presentaciones de libros (locales, nacionales e internacionales), charlas, dramas, recitales y talleres han tenido lugar en la esquina de Rayón y Vallejo. Desde 2021 ha sido Casa de un taller literario que me honro en coordinar, al que asisten jóvenes de todas las edades para pulir sus textos y compartir lecturas. También premiaciones: en noviembre del año de su fundación ahí me dieron el de cuento del concurso Viene la muerte cantando.
Las letras de otros países y de los municipios potosinos han tenido espacio en el recinto, y muchos de los libros ahí editados gozan de cabal salud en la memoria del "lectorado", en parte gracias al cuidado y diseño cortesía de la Casa. Amistades y colaboraciones, desencuentros, aprendizajes, negociaciones, de todo ha habido, como en toda Casa. Cada gobierno pone sus reglas y otorga un presupuesto, se quitan o se crean programas, y la cultura necesita ir más allá. La crítica propositiva debe ser constante, el diálogo abierto. Que siga el intercambio de la palabra impresa y de viva voz, que siga viva la Casa.
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