El control
La palabra control deriva en muchos significados. ¿Controlamos la situación?. ¿Controlaremos la vida? Control de natalidad. Control de mortalidad. Tomografía de control: los pulmones de Ed previamente sanos ahora son ocupados por el virus. Para que me entiendas: el virus hace que el pulmón lesionado se vea blanco, lo que originalmente debería ser obscuro ahora es blanco-grisáceo. El control radiográfico mostró su pulmón comprometido en más del 80%. ¡El control no existe!
Lo peor
Llegaron noticias, le aplicaron los nuevos medicamentos. Ya no importan si son experimentales o no, ya no importa si Estados Unidos dijo que servían o no. Cuando estás en el final cualquier opción es válida. Conectado al ventilador y pronado. Para que me entiendas: está de panza. Ha logrado subir la saturación a 75%, es suficiente con que no se deteriore. Quizá eso baste hoy para sobrevivir.
Alejandra prometió dar noticias y ya pasaron otras 24 hrs.
La Navidad
Faltan 16 días para Navidad, hace dos meses los memes versaban en torno a no echar a perder la llegada de la Navidad, estábamos listos preparándonos en un mundo imaginario donde podíamos controlar la infección. Ya solo falta un poco más de dos semanas y no lo logramos. Ed no es solo, tiene una esposa. Ella me contactó, le hablaron de mí, lo único que puedo hacer es mirarlo a la distancia. Así de grave ya no es posible trasladarlo, la única opción es dejarlo donde está. La mejor manera de tomar a la guerra por sorpresa, es combatirla donde se pise parejo, moverte puede eliminarte. Se quedó en la misma terapia intensiva donde inicio su final.
Las necesidades
Faltan 16 días para Navidad y apenas reparé en que él tiene hijos. Apurados por hacer llegar la información que detrás de él estamos varios, aquí sus cuates para responder por las necesidades que se deban de cubrir. El dinero se puede cubrir. Pero nadie pensó en ellos. Ni siquiera los conocemos. Sabemos nada. Sé nada de su mujer, familia, padres. Ignoramos cómo era su vida.
Ale apareció con noticias, lo sacaron de paro en dos ocasiones, subieron las aminas para que su corazón siga latiendo. Tic tac, tic tac, así me suena los oídos. Solo somos espectadores.
—Tic tac, tic tac. Mami, así suena el corazón de papi.
Eso me contó su esposa. Empapadas en lágrimas, se me crispa el pecho.
—Tic tac, tic tac —dice su hija y pregunta:
—¿Mami, si papi se va, ¿crees que por fin conozca a Santa en persona?
Hoy pude conseguir información bioquímica. Esas cifras que aprendí a traducir para los pacientes a palabras como "mejor", "igual" o "peor". Los valores son estables, ni mejor ni peor. Sigue pronado, sigue saturando en vuelos bajos. Sigue coqueteando con el fin.
Cuántas cosas que ya no son útiles nos están ocupando. Y otras más que ni nos hacen falta nos están llenando. Su sonrisa, los años, las preguntas, la pandemia, el tiempo, la mierda, los expertos, el vestido nuevo, la impotencia, el verano, la vergüenza, los médicos, la fiesta, el control, lo peor, la Navidad, las necesidades.
La sonrisa nos llenó los años y nos juntaron las preguntas. La pandemia hizo mierda el tiempo. Los expertos vestidos de la Peste Negra borraron el verano. La vergüenza no existe en el profano.
—Tic tac tic tac. ¡¡¡Stop¡¡¡ Mami, ¿así se escuchará cuando pare el corazón de papi?
21 de Diciembre de 2020
—¿Qué haces, bebé?— le dijo ella a su hija
La niña había acomodado a su osito en una camita hecha con su cobija preferida, por almohada un suéter hecho bola. El osito tenía una manguera en la boca (la manguera de la estación de bomberos) y unos cordones amarrados al brazo derecho. Sin duda era papi en el hospital. En el costado derecho había seis pilas sacadas de sus juguetes.
—Nenita, ¿para qué son las pilas? —preguntó ella.
—Para que se cure papi. Necesita más pilas y su corazón seguirá haciendo tic tac tic tac.
Ella, la adulta, se sentía recorrida por una especie de temblor, alegría, tristeza mientras escuchaba las respuestas de su hija.
La niña se acercó y le apretó con sus manitas las mejillas, reflejando su sonrisa en sus pupilas. Se abrazaron fuerte, como abrazando la esperanza.
Ella se levantó apresurada, tomó el desatornillador y sacó más pilas de otros aparatos eléctricos y se las dio a la niña para colocarlas al lado del osito. Felices le cantaron a su paciente. Se quedaron dormidas en el piso después de esta agotadora jornada.
La vibración del celular la despertó. Miró su reloj: eran las 11 de la mañana. Un mensaje en el chat de reporte médico del hospital. Mirar el chat le produce taquicardia. Leyó:
“Buenos días, señora. Este es el informe médico. Hace 72 horas le retiramos el ventilador a su esposo, está respirando de forma independiente, es decir, le quitamos el tubo que le ayudaba a respirar. Ya no lo necesita".
Las lagrimas rodaban en sus mejillas. Una melodía silente mecía la esperanza, le abrazaba el corazón. Recordó las pilas, el osito, el amor de su hija, el poder de todos aquellos que a distancia están en esta historia.
La ciencia hizo lo suyo, los médicos hicieron lo suyo y, como es diciembre, diremos también que la Navidad hizo lo suyo.
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Nota: con afecto para todos los que estamos inmersos en esta pesadilla que no termina, cada quien de su lado.
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