Páginas

viernes, marzo 07, 2014

Escribir

Quizá debí ser relojero. Aprender cómo encajan los engranes entre sí, ya que así son las palabras. Dar coherencia en el tiempo, hacer que signifiquen tiempo y más, algo que habite el tiempo. Se mide y se oye. Se articula. El ojo importa tanto como el oído. De la prisa del conejo a la poca importancia que le damos al estar junto a, juntos. Tic-tac, tic-tac. No ha pasado ni un minuto desde que empecé a escribir. No se trata de qué es lo que sucede en ese lapso, sino en que debe estar coordinado, exacto, imperturbable en su camino, de manecilla a manecilla, de una a dos. Tic-tac, tic-tac. Ancora, ancla que hace vibrar. Oscilo. Cada uno en su papel, en su ajuste de tiempo. Cómo surge la fuerza de un toque, de una pieza que se va desenredando poco a poco. Tic-tac, tic-tac. Pero al escribir siempre me adelanto, sobran algunos segundos, un minuto extra, no veo la hora. Tic-tac, tic-tac. Palabras como engranes, latidos. Sé que tu nombre es la pieza central, la que da cuerda, pero no sé calcular bien la fuerza que imprime a verbos y adverbios. Qué predicado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario