sábado, abril 30, 2016

Tomad distancia, ¡ya! Firmes, ¡ya! ¡!



Primaria, primavera...

Oír la Marcha Zacatecas era correr a la fila y ponerse en el lugar que nos correspondía según la estatura, para empezar el día. Y el inicio y fin del recreo (con ese sabor que no tiene la palabra "receso"), cuando a veces salía a jugar pero otras veces era el nerd que se quedaba en el salón a leer. Y, por fin, a la una, la salida de la escuela primaria, la Lic. Benito Juárez, turno matutino.

Por vivir cerca, a dos cuadras, a veces oía los primeros acordes de la marcha mientras mi mamá me peinaba y en la radio sonaban las canciones infantiles de La Pantera 760. Y a correr más rápido.

En cuanto entregaban los libros de texto gratuito al principio del año escolar los hojeaba todos, pero en dos días (máximo) me echaba los libros de Lectura. En realidad no me fijaba en los nombres de quienes escribían sino en sus textos. No sabía que muchos autores me acompañarían hasta hoy. Recuerdo, por ejemplo, El ruido de un trueno o La noche boca arriba, que hasta la fecha siempre recomiendo a primeros lectores. O este breve poema que me fascinó sin conocer aún a Octavio Paz:
Cantan los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan:
todo su entendimiento es su garganta.
La doctrina, las caminatas al cerro de la Pepsi, las idas al mercado Tangamanga, los apodos, las miradas, las caídas, la música, el taller de pintura infantil del IPBA... En televisión, el duende Bubulín, el tío Gamboín, Juan sin Miedo, la Pantera Rosa, pero también las cápsulas de Luis Spota o Maria Luisa Mendoza, los programas de Aura y de Saldaña... Sigo tratando de recordar, orgulloso a ratos de cierta inmadurez que me achacan (le saco la lengua a los que me acusan de tal), y por eso les comparto la lista de reproducción que en YouTube he hecho este día Desde mi infancia.



¡Ah, cuando yo era niño...! - Antonio Machado

18. ¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!
Ayax era más fuerte que Diómedes,
Héctor, más fuerte que Ayax,
y Aquiles el más fuerte; porque era
el más fuerte... ¡Inocencias de la infancia!
¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!


viernes, abril 29, 2016

Día de la Danza: Moliere

PROF. DE MÚSICA: No hay nada más útil que la música.

PROF. DE BAILE: No hay nada que sea tan necesario como el baile.

PROF. DE MÚSICA: Todos los desordenes, todas las guerras que hay en el mundo ocurren únicamente por no aprender música...

PROF. DE BAILE: Todas las desdichas de los hombres, todos los errores de los políticos y las derrotas de los grandes capitanes suceden por no saber bailar.

JOURDAIN: ¿Cómo es eso?

PROF. DE MÚSICA: Si todos los hombres aprendiesen música reinaría en el mundo la paz universal.

JOURDAIN: Tiene razón.

PROF. DE BAILE: Cuando un hombre comete un error ¿No se dice que dio un mal paso?

JOURDAIN: Sí.

PROF. DE BAILE: Y dar un mal paso es por no saber bailar...

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(El burgués gentilhombre)

Leo Ponifasio y Alkis Rafitis: Día de la Danza, 2016

Lemi Ponifasio, coreógrafo, director y fundador de la compañía MAU, ha sido el encargado de escribir el Mensaje del Día Internacional de la Danza 2016, que reza así:

“KARAKIA
(Oración)

Toca el cosmos
la fuente de la divinidad,
iluminando
el rostro de los ancestros
para que podamos ver a nuestros niños.

Entretejida por encima, al lado, debajo,
armoniza todo lo que hay dentro de
nuestra carne y de nuestros huesos
y de la memoria.

La Tierra gira,
los humanos emigran en masa,
las tortugas se reúnen en silenciosa alerta,
el corazón está herido.

Haz de la danza
un movimiento de amor,
un movimiento de justicia,
la luz de la verdad”.

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Alkis Raftis 
Presidente del Consejo Internacional de la Danza (CID), UNESCO, París:

Los reportajes de prensa sobre la danza se centran en los espectáculos de danza, pero rara vez en la enseñanza de la danza. Sin embargo, el aprendizaje de la danza está más extendido que la dedicación al espectáculo: diez veces más personas practican la danza en escuelas en comparación con las que actúan bailando en el escenario.

La actual crisis económica apenas afectó a las escuelas de danza: mientras que muchas empresas cerraron muy pocas escuelas de danza lo hicieron, y en el peor de los casos solo perdieron algunos estudiantes. Esto demuestra, una vez más, que la danza es una de las necesidades más básicas: la gente opta para reducir otros gastos en lugar de dejar de pagar por sus clases de danza.

Los subsidios estatales a las escuelas y conservatorios públicos fueron reducidos, por lo que estos recurren cada vez más a los patrocinadores privados. Las escuelas privadas se basan en las cuotas pagadas por los estudiantes por lo que recurren cada vez más a la publicidad para atraer a más estudiantes. Aumentan la gama de danzas impartidas, organizan eventos, se vuelven más flexibles y abiertas al exterior.

Desafortunadamente, las organizaciones en algunos países tratan de limitar el número de profesores de danza presionando a los gobiernos para que reconozcan sólo los títulos ofrecidos por ellos. Creemos que la Enseñanza de la Danza debe estar abierta a todos, sin ninguna restricción.

Nada debe impedir a las personas la enseñanza, el aprendizaje o la realización de un Arte, ya sea Música, Teatro, Danza, Pintura o Poesía.

Animamos a todos a estudiar seria y formalmente para obtener un Certificado y Diploma de Estudios con el fin de obtener la confianza de los estudiantes, pero insistimos en que las cualificaciones no deben ser restrictivas, manteniendo la enseñanza libre en las escuelas privadas. Los gobiernos deben resistir ante la presión de grupos de interés que intentan crear su propio monopolio en cualquier Arte.

Los buenos profesionales están dispuestos a confiar en su talento, su conocimiento y su reputación, no en los privilegios de titulaciones concedidas para impedir que los demás puedan competir o compararse con ellos. El Arte, por definición, es incluyente, no excluyente.

El Día Mundial de la Danza 2016 se dedica a mantener una política de puertas abiertas en la Enseñanza de la Danza.

martes, abril 26, 2016

El genial discurso de Fernando del Paso al recibir el Premio Cervantes

Majestades, Señor Presidente del Gobierno, Señor Ministro de Educación, Cultura y Deporte, Señor Rector de la Universidad de Alcalá, Señora Presidenta de la Comunidad de Madrid, Señor Alcalde de esta ciudad, autoridades estatales, autonómicas, locales y académicas, querida esposa —oíslo— e hijos, queridos parientes y amigos que me acompañan, queridos todos, Señoras y Señores:

La del alba sería, cuando timbró el teléfono de mi casa y yo pensé que si no era una tragedia la que me iban a anunciar, sería la malobra de un rufián que deseaba perturbar mis buenas relaciones con Morfeo, o quizás el mago Frestón. Pero no fue así, por ventura: era mi hija Paulina quien desde Los Cabos, Baja California, me anunciaba haberse enterado que me habían otorgado este premio, lo cual colmome de dicha pese a que desde ese instante las múltiples llamadas telefónicas que recibí por parte de amigos, parientes y periodistas, incluyendo los de España, para ratificar la gran nueva, no me dejaron volver a pegar el ojo. Yo, ni tardo ni perezoso acometí de inmediato la empresa de despertar a cuanto amigo y pariente tengo para informarles lo que me habían comunicado.

En marzo del año pasado, cuando tuve el honor de recibir en la ciudad mexicana de Mérida el Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria, hice un discurso que causó cierto revuelo. Sé muy bien que esas palabras despertaron una gran expectativa en lo que se refiere a las palabras que hoy pronuncio en España. Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, lo abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo. Criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Atenco, una ley opresora que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas. Subrayo: es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan solo el principio de un estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza.

Quizá debí haber comenzado este discurso de otra forma y decirles que yo nací en el ámbito de la lengua castellana el 1º de abril de 1935 en la ciudad de México. “Felicidades señora, es un niño”, dicen que dijo el médico que estaba exhausto de maniobrar una y otra vez con los fórceps, antes de ponerme no de patitas sino de orejitas en el mundo y quién al ver por primera vez mis entonces diminutos órganos reproductores, coligió con gran perspicacia que yo era un varón, rollizo no, pero tampoco escuálido: yo no quería nacer y a veces todavía pienso que no quiero nacer.

Me cuentan que lloré un poco y ¡Oh, maravilla! lloré en castellano: y es que desde hace 81 años y 22 días, cuando lloro, lloro en castellano; cuando me río, incluso a carcajadas, me río en castellano y cuando bostezo, toso y estornudo, bostezo, toso y estornudo en castellano. Eso no es todo: también hablo, leo y escribo en castellano.

Pancho y Ramona, el Príncipe Valiente, Lorenzo y Pepita, Tarzán y Mandrake, fueron mis primeros personajes favoritos, y yo no podía esperar a que mi padre despertara para que me leyera las historietas dominicales a colores, de modo que me di priesa en aprender a leer en la pre-primaria en la que me inscribieron mis padres, dirigida por dos señoritas que no eran monjas pero sí muy católicas y tan malandrines que me daban con grandes bríos y denuedo reglazos en la mano izquierda–yosoy zurdo- cuando intentaba escribir con ella, sin obtener su objetivo: no soy ambidextro, soy ambisiniestro. Más tarde mi mano izquierda se dedicó a dibujar y fue así como se vengó de la derecha. Pero aprendí a leer con los dos ojos, y con los dos ojos y entre los rugidos de los leones me las vi con don Quijote de La Mancha. En efecto, un hermano de mi padre que tenía una gran biblioteca virgen —nadie la leía: compraba los libros por metro—, me invitó a pasar quince días en su casa, muy cercana al zoológico, desde donde se escuchaban a distintas horas del día los estentóreos rugidos de los leones y yo me dije: ¿leoncitos a mí? y me zambullí en la literatura de los clásicos castellanos: desde entonces estoy familiarizado con todos ellos: Tirso de Molina, Lope de Vega, Garcilaso, Góngora, el Arcipreste de Hita, Quevedo, Baltasar Gracián y varios otros. Fue allí también, en la casa de mi tío donde me enfrenté con Don Quijote en desigual y descomunal batalla: él, las más de las veces jinete en Rocinante o a horcajadas en Clavileño y yo, en miserable situación pedestre. No obstante mi Señor y Sancho Panza estaban ilustrados por Gustave Doré y eso me sirvió de báculo. Salí de su lectura muy enriquecido y muy contento de haber aprendido que la literatura y el humor podían hacer buenas migas. De esto colegí que también los discursos y el humor podían llevarse.

De ahí continué leyendo, apasionado, a numerosos y muy buenos escritores españoles. Antonio Montaña Nariño, un escritor colombiano ya fallecido, entró a la agencia de publicidad donde yo trabajaba y me presentó a su amigo, el hispano-mexicano José de la Colina. Pronto ellos se transformaron en mis primeros mentores literarios y me dieron a conocer a Benito Pérez Galdós, Ramón Menéndez Pidal, Ramón Gómez de la Serna, Ramón María del Valle Inclán, Antonio y Manuel Machado, Rafael Alberti y otros autores que me hicieron enamorarme profundamente de la lengua. En aquél entonces yo me regocijaba mucho leyendo a estilistas como Gabriel Miró. Antonio y José me dieron también a conocer a Joyce, Faulkner, Dos Passos, Erskine Caldwell, Julien Green, Marcel Schwob y otros muchos grandes autores de las literaturas anglosajona y francesa.

También desde luego a excelentes escritores españoles como Rafael Sánchez Ferlosio, Juan José Armas Marcelo, Juan Marsé, los hermanos Goytisolo, Fernando Savater, Camilo José Cela, Javier Marías, Arturo Pérez- Reverte y a quién detonó toda mi vocación literaria: el poeta Miguel Hernández, autor de El rayo que no cesa.

Recuerdo que hace algunos años en una universidad francesa, cuando comencé a dar una lista de los escritores que según yo me habían influido, una persona del público señaló que yo no había mencionado a ningún escritor español y me dijo que cómo era posible. Yo le contesté: los españoles no me han influido, a los españoles los traigo en la sangre, y agregué a la enumeración aquellos latinoamericanos que son parte de mis lecturas más importantes y por lo tanto de mi vida como Borges, Onetti, Carpentier, Lezama Lima, Cortázar, Asturias, Vargas Llosa, García Márquez, Neruda, Huidobro, Gallegos, Guimarães Rosa y César Vallejo y entre los mexicanos Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, sin olvidar a Fernández de Lizardi y a nuestra amada monja Sor Juana Inés de la Cruz.

Los maravillosos sonetos de Miguel Hernández me motivaron a escribir Sonetos de lo diario, publicados por Juan José Arreola en “Cuadernos del Unicornio” en 1958. Pero en realidad mi primera incursión en el mundo castellano tuvo lugar cuando era yo muy peque: “Nano Papo quiee cuca pan quiquía”, que mi madre interpretaba fielmente: “Nano Papo” era: “Fernando del Paso”, “quiee cuca pan quiquía” quería decir “quiere azúcar pan y mantequilla”. Algunas tías malhumoradas, pronosticaron que yo no iba a dar pie con bola con el lenguaje. Se equivocaron de palmo a palmo. Poco después, al parecer insatisfecho con el eufemismo familiar que se le asignaba a los glúteos, los llamé “las guinguingas” y pronto este neologismo fue adoptado por toda la familia. La publicación de los Sonetos me sirvió para conocer a Arreola y a Juan Rulfo, quien sabía todo lo que había que saber sobre novela mexicana, española, rusa, inglesa, italiana, alemana, y, en fin, sobre novela mundial. Comencé entonces a escribir José Trigo, un libro reflejo de mi obsesión por el lenguaje, mi fascinación por la mitología náhuatl y que obedecía a tantos otros propósitos, que lo transformaron casi en un despropósito. Pero ahí está, tan campante, a sus 50 años de edad: fue publicado en 1966. Seguí después con Palinuro de México, una especie de autobiografía inventada, una recreación literaria de mi vida como niño y adolescente, conjugada en varios tiempos verbales: lo que fui, lo que yo creí que era, lo que no fui, lo que hubiera sido, lo que sería, etc. Y después vino Noticias del Imperio, la novela sobre los emperadores Maximiliano y Carlota en la que me propuse darle a la documentación el papel de la tortuga y a la imaginación el de Aquiles. Desde muy peque el melodrama de estos dos personajes, el saber que habíamos tenido en México un emperador austriaco de largas barbas rubias al que fusilamos en la ciudad de Querétaro y una emperatriz belga que vivió, loca, hasta 1927, cuando Lindbergh cruzó el Atlántico en avión, me había fascinado. Por supuesto, en cuanto ganó Aquiles la novela quedó terminada. He escrito también libros de poesía, libros para niños y dos obras de teatro. Una de ellas que he soñado que algún día se represente o se lleve a escena en este país: La muerte se va a Granada, sobre el asesinato de Federico García Lorca.

Toda mi vida ha continuado la riña entre mi mano izquierda y mi mano derecha. Ninguna de las dos ha triunfado y esto ha significado para mí un conflicto muy profundo. Sin embargo mi mano derecha se ha impuesto, no sé si soy escritor, pero sé que no soy pintor, nunca he dejado de escribir para dibujar y siempre he dejado de dibujar para escribir.

Sin embargo la lucha más prolongada que he sostenido en la vida ha sido contra mi propia salud. Desde que era muy peque y me operaron de algo que se llama “adenoides” hasta el momento actual, en que supero las secuelas, largas y dolorosas, de dos series de infartos al cerebro de carácter isquémico, he estado cuando menos quince veces en el quirófano: por una apendicitis, por dos hernias, dos tumores benignos, un desgarre en el corazón, un stent en la arteria femoral superficial de la pierna derecha, otro en la arteria coronaria izquierda, dos oclusiones intestinales y entre otras cosas dos operaciones de las que llaman “a corazón abierto”. Además de recurrentes ataques de gota y una fractura del tobillo derecho. Tan mal he estado en los últimos tiempos que cuando alguien me vio me dijo: “pero hombre, ¿así va usted a ir a España?” y yo le contesté: “yo a España voy así sea en camilla de propulsión a chorro o en avión de ruedas”.

¿Dije antes que "todavía pienso que no quiero nacer"? ¡Pamplinas! Fue una bravuconada. La vida ha sido bastante cuata conmigo. Quise escribir y escribí. Nunca escribí para ganar premios, pero ya ven ustedes, aquí estoy. Quise casarme con Socorro y me casé con ella. Quisimos tener hijos y tuvimos hijos. Quisimos tener nietos y tuvimos nietos. Y desde hace unos dos años tenemos una bisnieta: Cora Kate McDougal del Paso. Espero que algún día sus padres le recuerden que su bisabuelo le deseó que ella agradezca haber venido al mundo a compartir la vida con todos nosotros, aunque no sé en que lengua lo hará, puesto que nació en la tierra de James Joyce, Irlanda, y parece destinada a vivir en ese país. También desde aquí le mando mil besos a nuestra otra casi bisnieta, Ximena, a quien le digo casi bisnieta porque es la nieta de un casi nuestro hijo, Arturo. Hay más, les voy a contar una historia. Seré breve, es la misma historia que conté en la Caja de las Letras: Hace mucho tiempo el joven poeta mexicano tabasqueño, José Carlos Becerra, obtuvo una beca Guggenheim y con ella se fue a Londres con el propósito de comprar un automóvil con el cual recorrer toda Europa. Una madrugada, camino a Bríndisi, en Italia, no se sabe qué sucedió: tal vez se quedó dormido al volante, el caso es que se desbarrancó y se mató. Yo llegué también con mi beca Guggenheim a Londres pocos meses después y me alojé en la casa del mismo amigo mutuo, Alberto Díaz Lastra, en donde él se había alojado. Allí, José Carlos olvidó una camisa que yo heredé. Desde entonces, cada vez que yo sentía pereza de escribir, desánimo o escepticismo, me ponía la camisa y comenzaba a trabajar. Consideré que yo tenía un deber hacia aquellos artistas, hombres y mujeres, cuya muerte prematura les impidió decir lo que tenían que decir. Por eso esa camisa tiene tanta importancia en mi vida. Depositarla en la Caja de las Letras no significa que no vuelva yo a escribir: la magnificencia e importancia del Premio de Literatura Española Cervantes, me obliga moralmente a hacerlo y así lo haré: me pondré la camisa, así sea metafóricamente, una y otra vez, hasta que se acabe (no la camisa sino mi vida).

Pero no vine aquí para contar mi vida y mis obras, ni para comentar mis penas. Tampoco a hablar de las guinguingas de nadie, ni siquiera de las de Don Quijote, aturdidas y compungidas como debieron estar, tras tantas tan tremendas tundas que le propinaron durante su azarosa profesión caballeril. Vine y estoy aquí hoy, 23 de abril de 2016, en el que se conmemora el aniversario número 400 de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, discurso en ristre y con los colores de España en el pecho, muy cerca del corazón, para agradecer: a sus majestades los Reyes de España Felipe VI y doña Letizia, por su muy generosa hospitalidad; por su hospitalidad también a la ciudad de Alcalá de Henares, a su Alcalde, y al Rector de esta Universidad; al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte así como al Instituto Cervantes; al jurado del Premio Cervantes por su decisión, riesgosa diría yo, en la medida en que juzgó como tal a mi literatura. Agradezco también a mis amigos y familiares presentes, a oíslo Socorro y a mis hijos: Fernando que descanse en paz, a Alejandro, Adriana y Paulina el gran apoyo que me han dado toda la vida. Socorro: perdóname si alguna vez te hice daño: te pido perdón en público. Asimismo y profundamente a la Providencia, a la casualidad o a la causalidad el haberme hecho súbdito de la lengua castellana, a mi país México y a mis padres por haberme dado este lenguaje y sobre todo, gracias a ti, España, mil gracias.

Por cierto, también sueño en español.

Vale.

Fernando del Paso

sábado, abril 23, 2016

Dos cenzontles

Savva Brodski
Alexandro Roque

El Día del Libro se instituyó el 23 de abril en todo el mundo para recordar en primer lugar a dos cenzontles, los más grandes autores de las lenguas inglesa y española: William Shakespeare y Miguel de Cervantes Saavedra, en su aniversario luctuoso. O casi, pues ya se sabe que hace 400 años no se guiaban por el mismo calendario Inglaterra que España.

Pero ese es el pretexto. Lo importante es leer.

Dice Harold Bloom:
"Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos en mi experiencia, es el placer más curativo. Lo devuelve a uno a la otredad, sea la de uno mismo, la de los amigos o la de quienes pueden llegar a serlo. La lectura imaginativa es encuentro con lo otro, y por eso alivia la soledad. Leemos no sólo porque nos es imposible conocer bastante gente, sino porque la amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer, vencida por el espacio, el tiempo, la comprensión imperfecta y todas las aflicciones de la vida familiar y pasional".
Los aztecas representaban el número 400 con una pluma, y 400 eran, son, las voces que el cenzontle tiene.

Cuenta la leyenda, pero Quetzalcóatl es más sabio, que después de crear a los animales, los dioses los llamaron uno a uno para pintarlos. Tocó el turno a las aves y su algarabía. Y dicen los ancianos que todo lo saben que desde antes de ser pintado el cenzontle cantaba con tanta alegría que la diosa madre, fascinada por su canto, le pidió posarse en su hombro mientras combinaba y contrastaba, mientras daba anaranjados, amarillos e inusitados sulfatos de cobre al resto de los seres alados. Y, por mala ventura, se les acabó la pintura justo cuando quedaban dos aves sin color: el tarengo y el cenzontle, a quienes dieron algo de las sobras del color gris que quedaba en las tarjas. El tarengo aborreció el gris y trató de quitárselo en un lago cercano (por eso hoy siempre parece que está mojado, enojado), mientras el cenzontle siguió cantando, agradecido. Los dioses lo premiaron con otras tres voces. Y tuvo cuatro al mismo tiempo.

Savva Brodski
Para quien no está acostumbrado a leer, como la mayoría, incluso universitarios, y hasta aspirantes a escritores, resulta odiosa la tarea escolar de leer Don Quijote de la Mancha, o las tragedias de Shakespeare, de las que la más conocida (por lo menos la historia en general) es Romeo y Julieta. Para quien conoce los favores de los dioses de la lectura es fascinante la perfección, los juegos, la intemporalidad con que Cervantes y Shakespeare crean mundos exteriores e interiores, uno tras otro, personalidades más que personajes, como hacen dudar y sentir eso que algunos llaman locura y la contraponen a la razón.

Como a los cenzontles, a la lectura no le gusta estar enjaulada en las aulas, le gusta cantar pero se muere si se le encierra.

Hubo un tiempo en que una gran sequía asoló a algunos pueblos, y sus habitantes pidieron al cenzontle que fuera en su nombre a pedir lluvia a los dioses, sus amigos. Y los dioses, fascinados ante esas cuatro voces, se la concedieron. El ave viajó días y noches con las nubes, con la lluvia a cuestas, pero al llegar a donde las tenía que llevar ya se habían agotado de tanto llover. Y multiplicó por cien cada una de sus voces para buscar a las nubes, y con esas cuatrocientas acompaña la lluvia en los campos de México.

Como en la lectura, hay gustos variopintos. Tantos tonos y matices, tantos ritmos. Hay quienes gustan de las aves para verlas, por sus colores ("el relámpago verde de los loros") y no las oyen. Y hay quienes gustan de otros cantos. Aún siento de buen agüero cuando en la mañana me despiertan los parloteos de las aves, y les respondo a veces con un silbido. Recuerdo aquellos atardeceres cuando un petirrojo llegaba a platicar conmigo en mi oficina.

Unos ni siquiera se dan cuenta de tanta belleza, sumergidos en sus celulares, en su cotidianidad. Hay quien ve, hay quien oye y quien se atreve a silbar.

Cuatrocientos años, cuatrocientas voces.

Nikola Tesla dijo hace más de cien años: "Un hombre debe ser sentimental hacia las aves. Esto es a causa de sus alas. El ser humano las tuvo una vez, las reales y visibles".

Sueño que me monto en Clavileño, y con los ojos cerrados voy a desencantar, cantando. Vale.



Acerca del Día del Libro: Mario Alonso López Navarro

De cuando Deadpool mató a los Clásicos

Toda actualización de los clásicos me interesa, pero de ésta no sé qué pensar.

El personaje vestido de rojo que rompió records de taquilla con su película, famoso por ser inmortal y por su costumbre de romper la cuarta pared, asesinó al Caballero de la Triste Figura y a su escudero. Esto, como parte de su terror al descubrirse ficción, personaje de historieta, al saberse "fuera de la realidad", como si muchos no lo estuviéramos siempre.

Y descubrimos que el único lugar que deadpool teme es ¡la biblioteca! Y que le aburre leer... Si rompe la cuarta pared es lógica la autocrítica como personaje de cómic.

En Deadpool asesina a los clásicos (Deadpool killustrated), el personaje intenta escapar del ideaverso quitando del camino a quienes han dado inspiración a sus creadores: Tom Sawyer, los capitanes Ahab y Nemo, Drácula, Macbeth, Dorian Grey, Víctor Frankenstein, los mosqueteros, Gregorio Samsa, al protagonista de El Cuervo, Escila y Caridbis y el jinete sin cabeza.

Don Quijote y Sancho son los primeros en ser asesinados por el enmascarado, para que los escritores no repitan la historia, ni las características de un enloquecido ser.

Pero no contaba con Sherlock Holmes, quien apoyado por, entre otros, Mulán y Beowulf, y por supuesto Watson, logra sacar de su dimensión literaria al asesino, quien se mofa de que ya nos ha dejado heridos: recordaremos más sus derramamientos de sangre y lo cool que es, antes que las letras universales que les dieron origen. Su idea original de matar la idea de ser un héroe se transforma en matar a los héroes clásicos. ¿Lo logra? Pareciera que sí.

Aunque si debe matar a los que inspiraron su película entre los obvios difuntos deberían estar V (V de venganza), Blade (donde sale Ryan Reynolds haciendo casi el mismo papel) o Poochie (de Tom y Daly, de Los Simpson, ya saben, por lo cool).

Algunas de las escenas del susodicho cómic aquí abajo.



Ojalá no estemos tan heridos, que el ideaverso sea más amplio que sólo cómics o solo películas, que los chavos lo entiendan, busquen ir más allá. Que mediante la historia y los nombres busquen a los originales, a los inspiradores. Una labor quijotesca, sin duda, pero fermosa.

Libros en pdf

Visiten la carpeta pública de mi dropbox. Hay 25 documentos en pdf.
https://www.dropbox.com/sh/vwn5ksz4slxqci0/AABK4u9xdqEUTF5rtgYIYsvFa?dl=0

Un montón de palabras - Arthur Miller

"Suena increíble, pero cada vez hay más gente que no le da valor a las palabras, que desconfía de ellas. Cuando la obra que acaban de ver no les gusta, o no la entienden, encuentran una sola explicación para su aburrimiento: demasiadas palabras, se quejan. No comprenden que la palabra sigue siendo la vida misma del teatro. Este fenómeno, que empezó con la televisión, allá por los años cincuenta, se fue agravando a medida que la llamada cultura de la imagen se instalaba en nuestras sociedades. Algo parecido ocurre en el cine. El relato, a menudo, queda confinado exclusivamente a las imágenes. La audiencia de estas películas se comporta como si fuesen infantes: permanecen rígidos, observando las escenas, pero sin que éstas despierten en ellos la más mínima respuesta. Se me ocurre que aquí hay un elemento interesante para tener en cuenta y que sirve para explicar, en parte al menos, esta degradación que acompaña a la cultura de la imagen. Me refiero a que, para comprender las ideas y las asociaciones de ideas que nos propone un diálogo, es necesario una mínima culturización previa, cierto nivel de educación. Implica estar atentos y permeables a las voces. Por supuesto esto demanda cierto esfuerzo mental que, honestamente, no sé si el público de esta nueva cultura está dispuesto a hacer. Noto una suerte de desentendimiento respecto de lo que le sucede a los semejantes. Pero no soy pesimista del todo. Pienso, por ejemplo, en todas las pruebas a las que fue sometido un Lope de Vega o un Shakespeare a lo largo de siglos y llego a la conclusión de que tiene que haber un futuro para el teatro de la palabra. Los otros días le mostré algunas hojas del manuscrito en el que estoy trabajando a mi hijo. Las leyó y hasta diría que se conmovió. Pero, ¿sabe cuál fue su reacción? Dijo: ¡Dios mío, pensar que todo está construido con palabras, con un montón de palabras. Su respuesta —imagino que debe de ser también la de los amigos de su edad— pone en evidencia que la cuestión no es si el teatro les gusta o no a los jóvenes. El verdadero problema es que todavía no lo han descubierto. Nacieron y se criaron con la televisión, sin comprender la tremenda fuente de conocimiento que es el teatro..."

Completo por acá, en La Nación.

Es verdad mundialmente reconocida que todo hombre soltero en posesión de una gran fortuna necesita mandar a hacerse un retrato


10 cuentos para este Día del Libro

Borges y el ultraísmo
Enrique Serna

¡Diles que no me maten!
Juan Rulfo

La señorita Cora
Julio Cortázar

La noche boca arriba
Julio Cortázar

El ruido de un trueno
Ray Bradbury

El primer beso
Clarice Lispector

¿Él?
Guy de Maupassant

La casa de Asterión
Jorge Luis Borges

El príncipe feliz
Óscar Wilde

La pata de mono
WW Jacobs








31 Minutos - Don Quijote de la Mancha

viernes, abril 22, 2016

Canciones sobre obras shakespearianas

Prisa

Antes de ella yo no tenía prisa, veía pasar la vida sin más esperanza que la de llegar a viejo. Estaba dormido cuando ella pasó diciendo mi nombre, como enloquecida. Murmuraba algo sobre un reloj y unas manecillas enloquecidas. ¿Dónde están tus guantes?, me preguntó. No hay tiempo qué perder, añadió.

Hasta después me enteré que era sonámbula.

Pero me siguió hasta mi madriguera y cayó conmigo y me compartió sus sueños. Yo no recordaba nunca los míos y me apropié de ellos.

Yo era un simple conejo. ¿Por qué ella tenía qué pasar dormida? ¿Por qué soñó conmigo?


Se quiso morir cuando por error le mandó a su ex momia un vendaje de texto


El poder de las palabras - Edgar Allan Poe

Oinos. —Perdona, Agathos, la flaqueza de un espíritu al que acaban de brotarle las alas de la inmortalidad.

Agathos. —Nada has dicho, Oinos mío, que requiera ser perdonado. Ni siquiera aquí el conocimiento es cosa de intuición. En cuanto a la sabiduría, pide sin reserva a los ángeles que te sea concedida.

Oinos. —Pero yo imaginé que en esta existencia todo me sería dado a conocer al mismo tiempo, y que alcanzaría así la felicidad por conocerlo todo.

Agathos. —¡Ah, la felicidad no está en el conocimiento, sino en su adquisición! La beatitud eterna consiste en saber más y más; pero saberlo todo sería la maldición de un demonio.

Oinos. —El Altísimo, ¿no lo sabe todo?

Agathos. —Eso (puesto que es el Muy Bienaventurado) debe ser aún la única cosa desconocida hasta para Él.

Oinos. —Sin embargo, puesto que nuestro saber aumenta de hora en hora, ¿no llegarán por fin a ser conocidas todas las cosas?

Agathos. —¡Contempla las distancias abismales! Trata de hacer llegar tu mirada a la múltiple perspectiva de las estrellas, mientras erramos lentamente entre ellas... ¡Más allá, siempre más allá! Aun la visión espiritual, ¿no se ve detenida por las continuas paredes de oro del universo, las paredes constituidas por las miríadas de esos resplandecientes cuerpos que el mero número parece amalgamar en una unidad?

Oinos. —Claramente percibo que la infinitud de la materia no es un sueño.

Agathos. —No hay sueños en el Aidenn, pero se susurra aquí que la única finalidad de esta infinitud de materia es la de proporcionar infinitas fuentes donde el alma pueda calmar la sed de saber que jamás se agotará en ella, ya que agotarla sería extinguir el alma misma. Interrógame, pues, Oinos mío, libremente y sin temor. ¡Ven!, dejaremos a nuestra izquierda la intensa armonía de las Pléyades, lanzándonos más allá del trono a las estrelladas praderas allende Orión, donde, en lugar de violetas, pensamientos y trinitarias, hallaremos macizos de soles triples y tricolores.

Oinos. —Y ahora, Agathos, mientras avanzamos, instrúyeme. ¡Háblame con los acentos familiares de la tierra! No he comprendido lo que acabas de insinuar sobre los modos o los procedimientos de aquello que, mientras éramos mortales, estábamos habituados a llamar Creación. ¿Quieres decir que el Creador no es Dios?

Agathos. —Quiero decir que la Deidad no crea.

Oinos.- ¡Explícate!

Agathos. —Solamente creó en el comienzo. Las aparentes criaturas que en el universo surgen ahora perpetuamente a la existencia sólo pueden ser consideradas como el resultado mediato o indirecto, no como el resultado directo o inmediato del poder creador divino.

Oinos. —Entre los hombres, Agathos mío, esta idea sería considerada altamente herética.

Agathos. —Entre los ángeles, Oinos mío, se sabe que es sencillamente la verdad.

Oinos. —Alcanzo a comprenderte hasta este punto: que ciertas operaciones de lo que denominamos Naturaleza o leyes naturales darán lugar, bajo ciertas condiciones, a aquello que tiene todas las apariencias de creación. Muy poco antes de la destrucción final de la tierra recuerdo que se habían efectuado afortunados experimentos, que algunos filósofos denominaron torpemente creación de animálculos.

Agathos. —Los casos de que hablas fueron ejemplos de creación secundaria, de la única especie de creación que hubo jamás desde que la primera palabra dio existencia a la primera ley.

Oinos. —Los mundos estrellados que surgen hora a hora en los cielos, procedentes de los abismos del no ser, ¿no son, Agathos, la obra inmediata de la mano del Rey?

Agathos. —Permíteme, Oinos, que trate de llevarte paso a paso a la concepción a que aludo. Bien sabes que, así como ningún pensamiento perece, todo acto determina infinitos resultados. Movíamos las manos, por ejemplo, cuando éramos moradores de la tierra, y al hacerlo hacíamos vibrar la atmósfera que las rodeaba. La vibración se extendía indefinidamente hasta impulsar cada partícula del aire de la tierra, que desde entonces y para siempre era animado por aquel único movimiento de la mano. Los matemáticos de nuestro globo conocían bien este hecho. Sometieron a cálculos exactos los efectos producidos por el fluido por impulsos especiales, hasta que les fue fácil determinar en qué preciso período un impulso de determinada extensión rodearía el globo, influyendo (para siempre) en cada átomo de la atmósfera circundante. Retrogradando, no tuvieron dificultad en determinar el valor del impulso original partiendo de un efecto dado bajo condiciones determinadas. Ahora bien, los matemáticos que vieron que los resultados de cualquier impulso dado eran interminables, y que una parte de dichos resultados podía medirse gracias al análisis algebraico, así como que la retrogradación no ofrecía dificultad, vieron al mismo tiempo que este análisis poseía en sí mismo la capacidad de un avance indefinido; que no existían límites concebibles a su avance y aplicabilidad, salvo en el intelecto de aquel que lo hacía avanzar o lo aplicaba. Pero en este punto nuestros matemáticos se detuvieron.

Oinos. —¿Y por qué, Agathos, hubieran debido continuar?

Agathos. —Porque había, más allá, consideraciones del más profundo interés. De lo que sabían era posible deducir que un ser de una inteligencia infinita, para quien la perfección del análisis algebraico no guardara secretos, podría seguir sin dificultad cada impulso dado al aire, y al éter a través del aire, hasta sus remotas consecuencias en las épocas más infinitamente remotas. Puede, ciertamente, demostrarse que cada uno de estos impulsos dados al aire influyen sobre cada cosa individual existente en el universo, y ese ser de infinita inteligencia que hemos imaginado, podría seguir las remotas ondulaciones del impulso, seguirlo hacia arriba y adelante en sus influencias sobre todas las partículas de toda la materia, hacia arriba y adelante, para siempre en sus modificaciones de las formas antiguas; o, en otras palabras, en sus nuevas creaciones... hasta que lo encontrara, regresando como un reflejo, después de haber chocado -pero esta vez sin influir- en el trono de la Divinidad. Y no sólo podría hacer eso un ser semejante, sino que en cualquier época, dado un cierto resultado (supongamos que se ofreciera a su análisis uno de esos innumerables cometas), no tendría dificultad en determinar, por retrogradación analítica, a qué impulso original se debía. Este poder de retrogradación en su plenitud y perfección absolutas, esta facultad de relacionar en cualquier época, cualquier efecto a cualquier causa, es por supuesto prerrogativa única de la Divinidad; pero en sus restantes y múltiples grados, inferiores a la perfección absoluta, ese mismo poder es ejercido por todas las huestes de las inteligencias angélicas.

Oinos. —Pero tú hablas tan sólo de impulsos en el aire.

Agathos. —Al hablar del aire me refería meramente a la tierra, pero mi afirmación general se refiere a los impulsos en el éter, que, al penetrar, y ser el único que penetra todo el espacio, es así el gran medio de la creación.

Oinos. —Entonces, ¿todo movimiento, de cualquier naturaleza, crea?

Agathos. —Así debe ser; pero una filosofía verdadera ha enseñado hace mucho que la fuente de todo movimiento es el pensamiento, y que la fuente de todo pensamiento es...

Oinos. —Dios.

Agathos. —Te he hablado, Oinos, como a una criatura de la hermosa tierra que pereció hace poco, de impulsos sobre la atmósfera de esa tierra.

Oinos. —Sí.

Agathos. —Y mientras así hablaba, ¿no cruzó por tu mente algún pensamiento sobre el poder físico de las palabras? Cada palabra, ¿no es un impulso en el aire?

Oinos. —¿Pero por qué lloras, Agathos... y por qué, por qué tus alas se pliegan mientras nos cernimos sobre esa hermosa estrella, la más verde y, sin embargo, la más terrible que hemos encontrado en nuestro vuelo? Sus brillantes flores parecen un sueño de hadas... pero sus fieros volcanes semejan las pasiones de un turbulento corazón.

Agathos. —¡Y así es... así es! Esta estrella tan extraña... hace tres siglos que, juntas las manos y arrasados los ojos, a los pies de mi amada, la hice nacer con mis frases apasionadas. ¡Sus brillantes flores son mis más queridos sueños no realizados, y sus furiosos volcanes son las pasiones del más turbulento e impío corazón!

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Traducción de Julio Cortázar

La razón del desánimo - Tomás Calvillo

El mapa de la mente, Tomás Calvillo
Ingenuos creyentes del paraíso
abonamos al infierno,
adheridos a los sentidos como único camino.
Hemos convertido al mundo
en una adición escalofriante.
Aun así, el tiempo trastorna
esta pretensión de dominio;
este continuo y febril
despojo de sí mismos.

Cruel incontinencia
que a todos hiere.
No sabemos ya cómo detenernos.
Los diques del sueño están demolidos;
la conciencia en su gran naufragio;
meticulosa tarea de los segundos
contados en la fugaz ganancia.

Sin darnos cuenta nos adentramos
en los océanos de la mente,
sin mapa alguno.
Sin oración siquiera para entender
el mañana de cada día
y adiestrar los deseos;
domando uno a uno en esta avalancha
que pretende terminar con la palabra.

Ya no nombramos.
Solo sumamos los delirios
de emociones que se acumulan
en la nada, de la nada, de la nada

Aquí estamos,
acosándonos unos a otros;
convertidos en inalámbricos demócratas,
ensordecidos a punto de estallar
sin saber siquiera para qué.

Los criminales se enorgullecen.
Los hemos invitado a sentarse a la mesa,
ellos afirman que la mesa es suya.

¿De dónde llegaron?
Habitaban entre nosotros.
Dentro de nosotros.
Somos nosotros;
este terror que anida y oculta
el antiguo corazón de las cosas
que daba vida.

Under the mango tree




"Si Dios no tiene unidad, cómo voy a tenerla yo". Dice el narrador que lo dijo Dylan. No sé si lo dijo pero parece verosímil, y no es lugar para dudar de autores como Cide Hamete Benengeli, Pierre Menard o John Shade (o Charles Kinbote), por lo demás, buenos amigos míos.

Entre mis —¿mis?, a veces debería dudarse hasta del posesivo en primera persona— lecturas recientes están La identidad, de Milan Kundera, y Aire de Dylan, de Enrique Vila-Matas. Del primero ya platicaremos, pues también recién leí La inmortalidad y releí La insoportable levedad del ser: hay fragmentos y tema para rato. No por nada hay quienes creen que los lectores solemos hablar "solos", cuando en realidad conversamos con las tantas voces en nuestra cabeza.

A partir de un congreso sobre "Fracaso y literatura", al que por cierto no fui invitado, Enrique Vila-Matas hilvana en Aire de Dylan una historia en busca de una biografía de un difunto reciente, y que versa o se refracta sobre la película Tres camaradas, Francis Scott Fitzgerald, Hamlet, Bob Dylan, un club de interrumpidores, un posible asesinato y la canción que encabeza este post, Under the mango tree, que cuando suena hace sentir feliz a Vilnius Lancastre, el protagonista.

Es, sobre todo, un atisbo a la identidad, la cual está integrada —o eso creen los personajes— por temas y personas tan disímbolos como los anteriores. ¿Quién soy? ¿Quién creen que soy? Aunque Vilnius asume su parecido con Bob Dylan, se rebela ante la aparición del fantasma paterno. Por algo su padre escribe:
"Uno nunca sabe quién es. Son los demás los que le dicen a uno quién es y qué es. Te explican tantas veces quién eres y de formas tan distintas, que al final uno acaba por no saber en absoluto quién es. Todos dicen de ti algo diferente. Incluso uno mismo está cambiando de opiniones. Si a eso añadimos que uno se esfuerza por sorprender a los otros siendo varias personas al mismo tiempo, lo que en verdad acaba sucediendo es que terminamos no teniendo la menor noción de quién somos o podríamos haber sido".

Dr. Chessani y sus Huapangueros de Rioverde



Este jueves el Congreso del Estado le dio la Presea Plan de San Luis a Elías Francisco Naif Chessani, más conocido como el Dr. Chesssani, y más con el segundo apellido, grupal, de Y sus huapangueros de Rioverde, promotor de la música regional, repentista y dicharachero.

Según su biografía oficial nació el 7 de agosto de 1949 en Rioverde, San Luis Potosí, hijo de Pedro Naif Kuri, comerciante de origen árabe, y de Martha Chessani, de origen italiano.
El encuentro con la música se da cuando asistía a las fiestas de camarín o paganas que se realizaban en Rioverde que es por excelencia uno de los tantos lugares donde siempre ha habido músicos huapangueros.Comenta que las topadas para él han sido como un encuentro de conocimientos didácticos.Aprende a tocar la guitarra quinta huapanguera solo viendo a otros compañeros y nunca cuenta con un maestro para que le enseñara a tocar ese instrumento.Su primera topada o encuentro de bravata lo realiza en 1986, un 16 de septiembre frente al poeta Adrián Turrubiartes. La segunda vez que topó fue con el poeta Guillermo Velásquez, también en 1985 y recuerda que fue una topada muy difícil ya que se enfrentaba a un poeta con mucha experiencia en el destino. Comenta que en esos tiempo se escuchaban los nombres de otros huapangueros poetas como don Antonio García, Antonio Escalante, Pedro Sauceda, Agapito Briones...
A la fecha Chessani cuenta con 22 grabaciones. Fundó el Grupo Impulsor de la Música Representativa de México, en el que promovió a cantantes de ranchero, regional y hasta boleros. En 1999 el Instituto de Cultura de San Luis Potosí le publicó el libro Canto al gusto y a lo que arde. Décimas, valonas, sextetas y cuartetas de Elías Chessani.

jueves, abril 21, 2016

Prince (1958-2016)


Murió Prince, o TAFKAP ("El artista antes conocido como Prince"), o como quiera que se hiciera llamar estos años el gran músico Prince Rogers Nelson. Lo oí, lo oía, desde aquella muy, muy lejana década de 1980, la segunda de mi vida: Madonna, Boy George, Bob Dylan, Billy Joel, Rolling Stones, Leonard Cohen, Led Zeppelin... Empezaban los videoclips a matar a las estrellas de radio.

Siento (otra vez) que se va cada vez más la juventud. 

Su imagen en el escenario estaba a la par de su música: provocación pura, trastocamiento. Prince iba más allá de lo pop, con experimentos musicales que le causaron aumentos y disminuciones de fans por igual. Hasta a su nombre renunció, para seguir viviendo y buscar otras formas de hacer música, de ser, y (antes de la estúpida moda de transexualizar la arroba) se refugió en un icono impronunciable, masculino y femenino.


Hace un tiempo vi esta imagen y hoy la busqué. Toca una melodía para mí, parece decir Prince en su asteroide. El arte justifica los medios, parecía decir El Príncipe.





miércoles, abril 20, 2016

martes, abril 19, 2016

Transgresiones - Fernández Mallo

De la entrevista "No es posible avanzar sin transgredir", realizada a Agustín Fernández Mallo por Hoy es Arte, van los siguientes párrafos:

Hablar de humanidades y de ciencias como cosas antagónicas es como pensar que los científicos no son humanos. Evidentemente las ciencias son humanidades. Es la expresión del espíritu. La ciencia es una construcción colectiva tan real como lo es la literatura. La emoción de un científico ante un hallazgo es también una emoción de orden estético, no puede ser de otra manera. No contemplo esa separación, aunque es evidente que hay mucho fundamentalismo todavía por ambas partes...
Evidentemente es imposible avanzar en nada sin transgredir. Ni en poesía, ni en ciencia, ni en narrativa, ni en tu propia vida, ni en nada. Ahora bien, conviene matizar y no quedarse sólo con eso pues no creo que funcione el transgredir por transgredir. Hacerlo así no deja de ser una pataleta de adolescente. Para transgredir tienes que conocer muy bien lo que está asentado, lo que es ortodoxo para ver cuáles son los puntos flacos y a partir de ahí transgredirlos. No tiene sentido el levantarse un día y pensar “hoy voy a transgredir porque me apetece”. Eso nunca funciona. Las transgresiones aparecen por una combinación compleja e incognoscible que es una mezcla de tu cultura, tu sensibilidad y conocimientos, el entorno, el azar… Todo eso conforma que un día haciendo algo llegues a la transgresión.
No me gusta ir en contra de nadie, pero tampoco a favor de nadie. Cuando escribo pienso en mí porque pienso en mi investigación poética. Nunca pienso en agradar al lector, como tampoco pienso en desagradarle. Quiero que me dejen investigar en mi mundo y si eso luego gusta pues fenomenal, pero si no gusta no puedo hacer nada. Sé que tengo detractores, pero considero que un texto que no está en el debate crítico es un texto que no existe.

lunes, abril 18, 2016

RAE: Artículos sobre Cervantes y Don Quijote

Selección de artículos, ordenados alfabéticamente por autores, aparecidos en el Boletín de la Real Academia Española (BRAE) desde 1914 hasta la actualidad.

Todos los textos están en formato PDF.
Amezúa, Agustín G. de. «Una carta desconocida e inédita de Cervantes». BRAE, XXXIV, 1954, pp. 217-223.
Blecua, Alberto. «Tres notas léxicas al episodio de La Cueva de Montesinos (D.Q. II 22-23)». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 111-126.
Blecua Teijeiro, José Manuel. «Un nuevo soneto atribuido a Cervantes y un romance del Conde de Lemos». BRAE, XXVII, 1947-48, pp. 197-200.
Canavaggio, Jean. «Fantasía novelesca y experiencia viva: los desposorios de Constanza y del Conde (Persiles, III, 9)». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 127-132.
Cano Aguilar, Rafael. «La sintaxis del diálogo en el Quijote (1615)». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 133-156.
Casares, Julio. «Las tres edades del Quijote». BRAE, XXVII, 1947-48, pp. 43-60.
Celorio, Gonzalo. «El Quijote en la concepción de lo real-maravilloso americano de Alejo Carpentier». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 201-207.
Cotarelo y Mori, Emilio. «Un novelista del siglo xvii e imitador de Cervantes, desconocido». BRAE, XII, 1925, pp. 640-651.
Egido, Aurora. «Don Quijote en el patio de escuelas». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 225-264.
Frago Gracia, Juan Antonio. «El tratamiento personal en el Quijote. Del hecho sociolingüístico al recurso literario». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 295-323.
González Palencia, Ángel. «Cervantes y los moriscos». BRAE, XXVII, 1947-48, pp. 107-122.
Gutiérrez Cuadrado, Juan. «Arcaísmos y otros ‘-ismos’: la selección léxica en el Quijote». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 335-374.
Iglesias Feijoo, Luis. «El manuscrito hallado en Toledo: la verdadera historia de la Historia de don Quijote». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 375-395.
Lledó, Emilio. «Marcela en el bosque de Dulcinea». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 397-415.
Pascual, José Antonio. «Las dudosas palabras como protagonistas». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 529-545.
Pemán, José María. «La “armazón de cauallería” de don Quijote. Apuntes sobre el capítulo III de la primera parte». BRAE, XXVII, 1947-48, pp. 7-19.
Riera, Carme. «A vueltas con la tradición: de nuevo sobre Cervantes y Cataluña». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 559-572.
Rodríguez Adrados, Francisco. «El género literario del Quijote». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 573-584.
Segre, Cesare. «Cuatro siglos del Quijote: Cervantes heredero de Ariosto». BRAE, LXXXV, 2005, pp. 585-592.

Para más conferencias y entrevistas id a la página de la RAE.

domingo, abril 17, 2016

Kiss - Tom Jones



Una rola imprecindible de Prince, que está internado en estos días, oficialmente enfermo de gripe. Al buscar en YouTube me encontré con esta versión de Tom Jones, que igual es genial. Espero pronto repongan una versión con los inimitables agudos de Prince.

sábado, abril 16, 2016

Esta maldita manía de nombrar

¿En serio siguen escribiendo así, no ha habido cambios?, me dijo Leonardo, enojado. El maestro se mesó la barba y regresó a hacerme la autopsia. De mi craneo extrajo un par de libros.

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios", susurró Alguien al oído de alguien más. Otro lo escribió. Y sin embargo hoy me encuentro sin verbo, sin ese aliento que debería estar guardado en mi cajón, junto a los cigarros.

Día Mundial del Arte, en días en los que casi nadie recuerda al polímata italiano, en que tan pocos leen, experimentan. Asuntos nimios ocupan la cartelera, la discusión es sobre cotianeidad. La duda existencial es una costumbre en retirada: ¿dudar, tratar de recordar? Para qué, gugliemos y vayamos a lo que sigue.

"Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y todas las aves, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. El hombre les puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes, y ese nombre se les quedó".

Dedicado el séptimo Día a descansar, el Creador oyó (soñó) cientos de nombres, nuevos verbos. Crear, nombrar. Y así ha seguido, entre tantos sueños. Y cada quien saca nombres de onomatopeyas, cerradas, entre unos cuantos. Cada vez más textos y menos contextos.


¿Por qué no hay un verbo derivado de arte? El arte se hace, se siente, se desmenuza y se echa como condimento en casi todo. Hacer arte, hacer el amor. Del sustantivo coito surgió el verbo coitar, tan poco usado. De arte hay adjetivos (artístico) y otros sustantivos (artista), pero a la hora de hacerlo no hay regularidad o irregularidad que valgan.

Urge un verbo, para conjugarlo, en todas las personas y en todos los tiempos. De cualquier modo. Pero artear no suena bien. Artistear suena despectivo. ¿Obradeartear, quizá?


Falta un verbo porque a veces no se hace arte, o no se hace el amor. Se sienten, se viven.

viernes, abril 15, 2016

Acerca del Lector Modelo - Umberto Eco

«El lector modelo de primer nivel desea saber cómo acaba la historia. El lector modelo de segundo nivel se pregunta en qué tipo de lector le pide esa narración que se convierta y quiere descubrir cómo procede el autor modelo que lo está instruyendo paso a paso. Para saber cómo acaba la historia basta, por lo general, leer una sóla vez. Para reconocer al autor modelo es preciso leer muchas veces, y algunas historias hay que leerlas una e infinitas veces. Sólo cuando los lectores empíricos hayan descubierto al autor modelo y hayan entendido (o incluso solamente empezado a comprender) lo que "Ello" quería de ellos, ellos se habrán convertido en el lector modelo ideal.

«El lector tiene que saber que lo que se le cuenta es una historia imaginaria, sin por ello pensar que el autor está diciendo una mentira. Sencillamente, como ha dicho Searle, el autor finge que hace una afirmación verdadera. Nosotros aceptamos el pacto ficcional y fingimos que lo que nos cuenta ha acaecido de verdad. Así pues, no sólo el autor le pide al lector modelo que colabore sobre la base de su competencia del mundo real, no sólo le provee de esa competencia cuando no la tiene, no sólo le pide que haga como si conociera cosas, sobre el mundo real, que el lector no conoce, sino que incluso lo induce a creer que debería hacer como si conociera cosas que, en cambio, en el mundo real no existen...»

miércoles, abril 13, 2016

Tarkan - Simarik ("el beso")



Día del beso. Festejar ese genial intercambio de saliva y de químicos. En la boca o en el cuello.
Donde quiera y se pueda.

Muá, muá y requetemuá, como decían en Juan sin Miedo.

Onomatopeyizar el beso no es tan sencillo, como nada de lo que creemos oír, o podríamos decir que es muy particular, como lo demuestra la siguiente imagen (o secuencia de):




sábado, abril 09, 2016

Francisco Javier Gómez Zárate

Libertad




—En lo que toca —prosiguió Sancho— a la valentía, cortesía, hazañas y asumpto de vuestra merced, hay diferentes opiniones. Unos dicen: «loco, pero gracioso»; otros, «valiente, pero desgraciado»; otros, «cortés, pero impertinente»; y por aquí van discurriendo en tantas cosas, que ni a vuestra merced ni a mí nos dejan hueso sano.
—Mira, Sancho —dijo don Quijote—: dondequiera que está la virtud en eminente grado, es perseguida. Pocos o ninguno de los famosos varones que pasaron dejó de ser calumniado de la malicia. Julio César, animosísimo, prudentísimo y valentísimo capitán, fue notado de ambicioso y algún tanto no limpio, ni en sus vestidos ni en sus costumbres. Alejandro, a quien sus hazañas le alcanzaron el renombre de Magno, dicen dél que tuvo sus ciertos puntos de borracho. De Hércules, el de los muchos trabajos, se cuenta que fue lascivo y muelle. De don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, se murmura que fue más que demasiadamente rijoso; y de su hermano, que fue llorón. Así que, ¡oh Sancho!, entre las tantas calumnias de buenos bien pueden pasar las mías, como no sean más de las que has dicho.

* *

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.

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[El próximo 23 de abril se cumplen 400 años, o no, de la muerte de Cervantes y de Shakespeare, y de Garcilaso y de Nabokov, así que estos días espero podamos hacer, compartir y crear mucho acerca del libro y la lectura. En todos sus formatos y posibilidades.]

[Por lo pronto los invito a oír la lista de reproducción que sobre Don Quijote he compartido en Youtube. Algunas canciones ya las he puesto por acá y sí, la selección es desigual y arbitraria, pero oigan todas y ya me comentarán.]

[En cuanto al propio video, este de O Emperor es genial.]




[Regreso en unos días, con algunas sorpresas, espero.]

viernes, abril 08, 2016

Trump, el espantapájaros - Tomás Calvillo

D: ¿Y cómo es que hablas si no tienes cerebro?
E: Eso no lo sé, pero hay muchas personas sin
cerebro que hablan demasiado, ¿verdad?

Dorothy y Espantapájaros. El Mago de Oz (1939).
Basada en The Wonderful Wizard of Oz de L. Frank Baum.

La carretera se pierde en el horizonte, cruza los campos de maíz, a la mitad de su trayecto se levanta un famoso espantapájaros al que nombran Trump. Está ahí, perdiendo peso cada día, al ser golpeado por los vientos cruzados de la región.

Los pájaros también hacen lo suyo al picotear sus hombros y cabeza; cuervos hostiles que abundan hoy en día por todos los campos sembrados.

Tiempo atrás solían algunos pasajeros detenerse frente a su esfinge de paja dorada amarrada con alambres de púas y cubierta por un viejo saco de cuadros verdes, y un sombrero de forma cilíndrica como el del tío Sam de azules y rojos deslavados; e incluso familias enteras se llegaban a tomar algunas fotografías junto a su silueta.

Pero eso ya pasó, y ahora ya pocos lo miran de reojo; y cada vez se aprecia más como una sombra, una mancha pequeña en la distancia de este camino hacia el norte.

Recuerdo que hace algunos años habían levantado el grito al cielo en señal de alarma, como si los espantapájaros pudieran caminar y caminar, decían que tenían la llave para cerrar las puertas del sendero, decían muchas cosas, algunas inverosímiles. Lo cierto es que se olvidaron de lo que pasaba a su alrededor, de las fosas y los crímenes de la ruptura de los corazones que oscureció otros horizontes. Una caja china, dijo un estudioso del comportamiento de la política en tiempos que ya no tienen calificativo, no alcanzan los sustantivos y menos los adjetivos.

En la distancia se aprecian más espantapájaros, siempre habrá algunos sobres los cuales, volando en círculos, los cuervos graznarán.

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Publicado originalmente en Sin Embargo

Lo más excéntrico en la oferta de talleres literarios - Diego Erlan

Entre la abrumadora oferta de talleres literarios que hay en la ciudad me llega la información de uno cuyo maestro propuso darlo en unas cabañas de Traslasierra, experiencia que bautizó como “El Yoga del Escribir”. El fin de semana de carnaval, durante cuatro días, diez personas coordinadas por Pablo Schteingart asistieron a taller en ese lugar ubicado entre Mina Clavero y Merlo. “Algo tienen en común el yoga y el escribir”, dice Schteingart, “y es que ambos son recorridos interiores energéticos movilizadores”. A partir del teatro de Stanislavski, pedagogía Waldorf, juegos de rol y chakras, los asistentes escribieron en el río, practicaron el vegetarianismo, escucharon música meditativa hindú y se dedicaron a la introspección en las rocas del arroyo junto a los morteros de piedra ancestrales de los Comechingones en la ladera del Champaquí. Los que saben, dicen que la meditación es la aceptación de uno mismo. Bien. Hay que aceptar entonces que la escritura, a su vez, es una máquina de decepción.

miércoles, abril 06, 2016

Raymond Carver: acerca de los lugares comunes

"Tanto en la poesía como en la narración breve, es posible hablar de lugares comunes y de cosas usadas comúnmente con un lenguaje claro, y dotar a esos objetos —una silla, la cortina de una ventana, un tenedor, una piedra, un pendiente de mujer— con los atributos de lo inmenso, con un poder renovado. Es posible escribir un diálogo aparentemente inocuo que, sin embargo, provoque un escalofrío en la espina dorsal del lector, como bien lo demuestran las delicias debidas a Navokov. Esa es de entre los escritores, la clase que más me interesa. Odio, por el contrario, la escritura sucia o coyuntural que se disfraza con los hábitos de la experimentación o con la supuesta zafiedad que se atribuye a un supuesto realismo. En el maravilloso cuento de Isaak Babel, Guy de Maupassant, el narrador dice acerca de la escritura: Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto puesto en el lugar que le corresponde".

martes, abril 05, 2016

El homo ludens con un Libro es libre - Wislawa Szymborska

A punto de empezar un nuevo curso en el Centro de las Artes Centenario de San Luis Potosí, comparto estas líneas de Wislawa Szymborska, Premio Nobel por cierto, tomadas de sus Lecturas no obligatorias. Es una de las tantas lecturas que compartiremos los martes del bimestre que inicia. Ah, aún hay cupo en el curso.

Y una cosa más, lo digo de corazón: soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo más hermoso que la humanidad ha creado. El homo ludens baila, canta, realiza gestos significativos, adopta posturas, se acicala, organiza fiestas y celebra refinadas ceremonias. Para nada desprecio la importancia de estas diversiones: sin ellas, la vida humana pasaría sumida en una monotonía inimaginable y, probablemente, la dispersión. Sin embargo, son actividades en grupo sobre las que se eleva un mayor o menor tufillo de instrucción colectiva. El homo ludens con un Libro es libre. Al menos, tan libre como él mismo sea capaz de serlo. Él fija las reglas del juego, subordinado no solamente a leer libros inteligentes de los que aprenderá cosas, sino también libros estúpidos de los que algo sacará. Es libre de no leer un libro hasta la última página, y de empezar otro por el final e ir retrocediendo. Puede echarse a reír en un punto no destinado a ello o, de repente, detenerse ante unas palabras que recordará durante el resto de su vida. Y, finalmente, es libre —y ningún otro pasatiempo puede ofrecerle esto— de escuchar de qué habla Montaigne o de zambullirse en el Mesozoico por un instante.

lunes, abril 04, 2016

El ajedrez de México - Yevgueni Yevtushenko

El sol amodorrado.
El polvo amodorrado se derrumba por el camino.
El tañido amodorrado del espejismo.
El gemido amodorrado de un buey.
Flotan bamboleándose con modorra
un sombrero y otro sombrero;
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.

En castellano el peón es el campesino más pobre.
Y es también
la figura más pequeña del ajedrez.
Sacrificar al peón es una ley de todos los partidos.
El triste ajedrez de América Latina
es una burla amarga para ustedes:
primer peón,
segundo peón,
tercer peón.

Los pedacitos de la tierra campesina
son las casillas de este tablero tan cruel.
Con ustedes, los héroes del machete,
juegan desde los tiempos más lejanos
las manos sucias que no huelen nunca
como huele el mango salado del machete.
Juegan con el primer peón,
con el segundo peón,
con el tercer peón.

¡Qué lástima, señores socios del ajedrecismo político,
que este tablero no sea liso!
¡Sería magnífico nivelar estas incómodas montañas!
¡No dejan jugar!
¡Afuera estas torpes palmas y estas cabañas!
Y la muerte mete en su sombrero,
brillante por fuera, pero negro por dentro,
los mete a ustedes:
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.

¡Traición, hermanos peones!
¡Quitaron del tablero a Emiliano Zapata y Pancho Villa!
El peón que cumplió su papel
no es necesario para los señores ajedrecistas.
Nos sacan a todos del tablero
o el puño de hierro,
o -dos dedos, tan tiernos,
quitan al primer peón,
al segundo peón,
al tercer peón.

Cuántos peones cayeron
sin cantar hasta el fin La cucaracha.
Ellos no se convirtieron en reyes.
¡Las patadas son tan duras!
Pero dentro de los muertos
se ocultan los reyes,
asesinados en los peones;
en el primer peón,
en el segundo peón,
en el tercer peón.

¿Cuándo cambiaremos las reglas
de este maldito juego?
¿Cuándo?
La respuesta es como machete en su vaina.
¿Cuándo cambiaremos las reglas?
Contestadme;
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón...

¡Viva el quinto peón!

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Escrito originalmente en español

domingo, abril 03, 2016

Jet lag

Alexandro Roque

* A veces da igual, una hora más, una hora menos. La vida está hecha de instantes, no de horas: el reloj biológico marca el tiempo en latidos, en sinapsis.

* ¿Entonces lo que pasó durante el cambio de horario no cuenta? ¿No existió? Muchos lo lamentarían. Otros seguirán creyendo que al menos fue un sueño.

* Porque hay jet lags que duran una vida.

* Porque hay instantes del verano en pleno invierno.

* Decía Jaime Sabines: "Las plantas caminan en el tiempo, no de un lugar a otro: de una hora a otra hora".

* Escribir un hijo, sembrar un árbol,  tener una hora.

* Parafraseando a Sabines, hay horas que me son ajenas como las horas de otro.

* Quizá la decepción es el cambio de horario sin cambiar de meridiano, o peor, sin cambiar de paisaje, sin movernos.

* Una hora. Ojalá al final del verano la devolvieran, aunque fuera sin intereses.

* Una elipsis que hemos de tomar como prolepsis.



Humor y literatura



Caricaturas literarias encontradas en Tumblr, a veces más críticas o más entretenidas que los productos de profesionales de las letras. De la compartida aquí arriba, ilustración de Edward Gorey, tengo una playera que gusto presumir. En Tumblr pueden visitar los Espejos del Crimentalista.









De Grant Snider:



sábado, abril 02, 2016

El hombre que contaba historias - Oscar Wilde

Había una vez un hombre al que querían mucho en su pueblo porque contaba historias. Todas las mañanas salía al campo, y cuando volvía por las noches, la gente de la aldea, tras haber trabajado todo el día, se reunía a su alrededor y le decía:

—Vamos, cuéntanos, ¿qué has visto hoy?

Él empezaba:

—He visto entre los árboles a un fauno que tocaba una flauta y que obligaba a danzar a un grupo de dioses del bosque.

—Sigue contando, ¿qué más has visto? —decían los hombres.

—Al llegar a la orilla del mar he visto, sobre la cumbre de las olas, a tres sirenas que peinaban sus verdes cabellos con un peine de oro.

Y los hombres lo apreciaban porque les contaba historias.

Una mañana dejó su pueblo, como todas las mañanas... mas al llegar a la orilla del mar vio a tres sirenas, tres sirenas que sobre la cumbre de las olas peinaban sus cabellos verdes con un peine de oro. Y, al continuar su paseo, cuando pasó cerca del bosque, vio a un fauno que tocaba su flauta mientras un pequeño grupo de dioses... 

Aquella noche, cuando regresó a su pueblo, tal como los otros días, sus amigos se reunieron en torno a él y le preguntaron:

—Vamos, cuenta: ¿Qué has visto?

Él respondió:

—Hoy no he visto nada.

Arte poética - Dolan Mor

"No hables en tus poemas del ruiseñor
de Wilde, ni menciones amor, perfume, labio o rosa"
–me dice en los manuales Ariel Rivadeneira–
y yo evito poner en cada verso escrito
un ala, algún jardín, la luna de Virgilio,
y hasta a veces me niego, sentado
en el alféizar, a mirar las heladas
del invierno en España, porque queman
las ramas de los árboles todos y la niebla
me invita a escribir con nostalgia
"y ese signo, nostalgia, –me dicen
los manuales– es señal del pasado,
y se debe escribir sin alma, con estilo,
igual que si torcieras el cuello
de una garza con desprecio en tus dedos".

"Habla de cibernética y de física cuántica,
menciona blog, pantalla, correos
electrónicos" –me aconsejan los críticos–.
Y yo sumo las cifras o despejo ecuaciones,
digo leyes, neones, sistemas invisibles
que arman genios, científicos.
También menciono genes, vídeos,
ordenadores, y hay instantes, incluso,
que hablo sin meditar y construyo asonantes
al decir aeropuertos, submarinos, aviones
y algún laboratorio (…), móviles, cines, clones.

Pero aunque logre versos posmodernos
siguiendo los consejos de sabios
que hablan de poesía como hablar
de la historia, de mercados, teoremas
que establecen los pliegues en las cuerdas
del tiempo, no he logrado escribir
el poema perfecto, e incluso
cuando leo alguna línea aislada
de Wilde entre las sábanas, y todos
mis maestros (con diplomas de masters
y perfil de doctores) se divierten
en bares o en los pubs de internet,
yo lloro como dama sin remedio
y me jode el viejo de Quevedo,
y me arriesgo, en la cama, a que digan
los críticos en los post o en revistas:
"¡qué anticuado y qué griego se volvió
Dolan Mor leyendo a los antiguos!,
si hasta le creció un día, encima
de las cejas, (en lugar de la gorra
ladeada sobre un piercing) un ramo
de laurel…

Pero logró dos cosas: pasar
imperceptible delante de los hombres,
como dijo Epicuro, y escribir con la espalda
inclinada en la hoja, sin cederle la mano
al influjo variable del tiempo y de las modas".