martes, junio 30, 2015

Leer - Cesare Pavese

"Con los libros ocurre lo mismo que con las personas, han de que tomarlos en serio. Pero precisamente por ello debemos guardarnos bien de convertirlos en ídolos, es decir, en instrumentos de nuestra pereza. En este aspecto, el hombre que no vive entre libros y acude a ellos con esfuerzo y posee un capital de humildad, de inconsciente fuerza –la única que vale- que le permite acercarse a las palabras con el respeto y la ansiedad con que nos acercamos a una persona predilecta. Y esto vale mucho más que la “cultura”; más aún: es la verdadera cultura. Necesidad de comprender a los demás, actitud caritativa con los demás, que es a fin de cuentas la única manera de comprendernos y amarnos a nosotros mismos: la cultura empieza por aquí. Los libros no son los hombres, son medios para llegar a ellos; quien ama los libros y no ama a los hombres es un fatuo y un réprobo".

L’Unità de Turín, 20 de junio de 1945

lunes, junio 29, 2015

El cuerpo - Michel de Certeau

«Me haces recordar una experiencia extraña, ocurrida durante un coloquio científico consagrado al cuerpo. Por todas partes buscábamos el cuerpo y en ningún sitio lo encontrábamos. El análisis no revela sino fragmentos y acciones. Descubre cabezas, brazos, pies, etcétera, que se articulan en diferentes maneras de comer, saludar, cuidarse. Se trata de elementos ordenados en series particulares, pero uno nunca encuentra el cuerpo, El cuerpo es algo mítico, en el sentido de que el mito es un discurso no experimental que autoriza y reglamenta unas prácticas. Lo que forma el cuerpo es una simbolización sociohistórica característica de cada grupo. Hay un cuerpo griego, un cuerpo indio, un cuerpo occidental moderno (habría todavía muchas subdivisiones). No son idénticos. Tampoco son estables, pues hay lentas mutaciones de un símbolo al otro. Cada uno de ellos puede definirse como un teatro de operaciones: dividido de acuerdo con los marcos de referencia de una sociedad, provee un escenario de las acciones que esta sociedad privilegia: maneras de mantenerse, hablar, bañarse, hacer el amor, etcétera. Otras acciones son toleradas, pero se consideran marginales. Otras más están incluso prohibidas o resultan desconocidas.

»En primera instancia, un tipo de cuerpo se define por medio de un sistema de opciones respecto a sus acciones. Pero también está definido por un conjunto de selecciones y codificaciones relativas a registros aún más fundamentales, como los límites del cuerpo (¿dónde termina?), las maneras de percibirlo y pensarlo (¿a través de sus actividades exteriores, su superficie, la apertura de su interior?), el desarrollo de los sentidos (¿el oído, el olfato, la vista?), etcétera. Cada “cuerpo” sería la combinación de estas determinantes.
»En una palabra, cada sociedad tiene -su cuerpo-, igual que su lengua, constituida por un sistema más o menos refinado de opciones entre un conjunto innumerable de posibilidades fonéticas, léxicas y sintácticas. Al igual que una lengua, este cuerpo está sometido a una administración social. Obedece a reglas, rituales de interacción y escenificaciones cotidianas. Tiene igualmente sus desbordamientos relativos a estas reglas. Como la lengua, el cuerpo es usado unas veces por los conformistas, otras veces por los poetas. Incluye, pues, mil variantes e improvisaciones en el interior del marco particular que comparaba yo con un teatro de operaciones. El conjunto a la vez codificado y móvil que forma este cuerpo no se puede aprehender, y sucede lo mismo con la lengua. Uno capta realizaciones particulares, que serían los equivalentes de frases o de estereotipos: comportamientos, acciones, ritos. Sin embargo, el campo de posibilidades y prohibiciones que el cuerpo constituye en cada sociedad no puede representarse. La multiplicidad misma de estas determinaciones sociohistóricas lo convierte en un objeto evanescente. Este cuerpo, tan estrechamente controlado, es paradójicamente la zona opaca y la referencia invisible de la sociedad que lo especifica… Ésta se consagra a codificarlo sin poder conocerlo. Esta lucha nocturna de una sociedad con su cuerpo está hecha de amor y de odio: de amor para ese otro que la sustenta, y de odio represivo para imponer el orden de una identidad.»

"Historias de cuerpos" (entrevista)

domingo, junio 28, 2015

Lo mejor es enemigo de lo bueno - León Bloy

«En esta ocasión, lo confieso, mi título me abruma y de muy buena gana abandonaría el pulpito. Exégesis significa precisamente explicación, y aquí tenemos un monstruo de lugar común que viene a mi encuentro por la carretera de Tebas. Sin duda nunca le fue propuesto a ningún Edipo enigma más difícil.

Veámoslo sin embargo.

Si lo mejor es enemigo de lo bueno, es preciso necesariamente que lo bueno sea enemigo de lo mejor, pues las abstracciones filosóficas, como la humildad, no conocen la excepción. Un hombre puede responder al odio con el amor, una idea jamás, y cuanto más excelente es esa idea, más recalcitrante es.

Se afirma, por tanto, implícitamente, que lo bueno siente horror por lo mejor, y que un odio feroz los enfrenta. Una eterna lucha a muerte. Pero entonces, ¿qué es lo bueno y qué es lo mejor, y cuál fue el origen de su conflicto? ¿Qué pretende de nosotros este maniqueísmo gramatical?

¿Es bueno, por ejemplo, ser tonto, y mejor ser un genio? Cuando decimos que Dios ha hecho siempre lo mejor, ¿debemos entender que no ha hecho nada bueno? ¿En qué caverna metafísica se han declarado la guerra ese comparativo y ese positivo? Es como para volverse loco.

Me tomo la cabeza entre las manos y me digo a mí mismo tiernamente: "¡Veamos!, ¡inténtalo una vez más, mi querido amigo, mi tesoro, mi conejito azul! Un poco de calma, y tal vez encontremos el hilo. Hemos dicho o hemos oído que lo mejor es enemigo de lo bueno, ¿no es así? Ahora bien, ¿qué es lo enemigo del bien, sino el mal? Por tanto, lo mejor y el mal son idénticos. Aquí hay ya un poco de luz, parece…"

Sí, pero si lo mejor es realmente el mal, vamos a estar obligados a reconocer que el bien, a su vez, es también el mal de una manera irrefutable, puesto que todos los hombres confiesan que es mejor que el mal, que es lo mejor, y que, por consiguiente, es mejor que lo mejor, que sería entonces lo peor (!!!???).

¡Mierda! Ariadna me abandona y oigo mugir al Minotauro.

viernes, junio 26, 2015

Estilo y géneros literarios - Mijaíl Bajtín

«Ante todo, la estilística. Todo estilo está indisolublemente vinculado con el enunciado y con las formas típicas de enunciados, es decir, con los géneros discursivos. Todo enunciado, oral o escrito, primario o secundario, en cualquier esfera de la comunicación discursiva, es individual y por lo tanto puede reflejar la individualidad del hablante (o del escritor), es decir puede poseer un estilo individual. Pero no todos los géneros son igualmente susceptibles a semejante reflejo de la individualidad del hablante en el lenguaje del enunciado, es decir, no todos se prestan a absorber un estilo individual. Los más productivos en este sentido son los géneros literarios: en ellos, un estilo individual forma parte del propósito mismo del enunciado, es una de las finalidades principales de éste; sin embargo, también dentro del marco de la literatura los diversos géneros ofrecen diferentes posibilidades para expresar lo individual del lenguaje y varios aspectos de la individualidad. Las condiciones menos favorecedoras para el reflejo de lo individual en el lenguaje existen en aquellos géneros discursivos que requieren formas estandarizadas, por ejemplo, en muchos tipos de documentos oficiales, en las órdenes militares, en las señales verbales, en el trabajo, etc. En tales géneros sólo pueden reflejarse los aspectos más superficiales, casi biológicos, de la individualidad (y ordinariamente, en su realización oral de estos géneros estandarizados). En la gran mayoría de los géneros discursivos (salvo los literarios) un estilo individual no forma parte de la intención del enunciado, no es su finalidad única sino que resulta ser, por decirlo así, un epifenómeno del enunciado, un producto complementario de éste. En diferentes géneros pueden aparecer diferentes estratos y aspectos de la personalidad, un estilo individual puede relacionarse de diferentes maneras con la lengua nacional. El problema mismo de lo nacional y lo individual en la lengua es, en su fundamento, el problema del enunciado (porque tan sólo dentro del enunciado la lengua nacional encuentra su forma individual). La definición misma del estilo en general y de un estilo individual en particular requiere de un estudio más profundo tanto de la naturaleza del enunciado como de la diversidad de los géneros discursivos.

»El vínculo orgánico e indisoluble entre el estilo y el género se revela claramente en el problema de los estilos lingüísticos o funcionales. En realidad los estilos lingüísticos o funcionales no son sino estilos genéricos de determinadas esferas de la actividad y comunicación humana. En cualquier esfera existen y se aplican sus propios géneros, que responden a las condiciones específicas de una esfera dada; a los géneros les corresponden diferentes estilos. Una función determinada (científica, técnica, periodística, oficial, cotidiana) y unas condiciones determinadas, específicas para cada esfera de la comunicación discursiva, generan determinados géneros, es decir, unos tipos temáticos, composicionales y estilísticos de enunciados determinados y relativamente estables. El estilo está indisolublemente vinculado a determinadas unidades temáticas y, lo que es más importante, a determinadas unidades composicionales; el estilo tiene que ser con determinados tipos de estructuración de una totalidad, con los tipos de su conclusión, con los tipos de la relación que se establece entre el hablante y otros participantes de la comunicación discursiva (los oyentes o lectores, los compañeros, el discurso ajeno, etc.). El estilo entra como elemento en la unidad genérica del enunciado. Lo cual no significa, desde luego, que un estilo lingüístico no pueda ser objeto de un estudio específico e independiente. Tal estudio, o sea la estilística del lenguaje como disciplina independiente, es posible y necesario. Pero este estudio sólo sería correcto y productivo fundado en una constante consideración de la naturaleza genérica de los estilos de la lengua, así como en un estudio preliminar de las clases de géneros discursivos. Hasta el momento la estilística de la lengua carece de esta base. De ahí su debilidad. No existe una clasificación generalmente reconocida de los estilos de la lengua. Los autores de las clasificaciones infringen a menudo el requerimiento lógico principal de la clasificación: la unidad de fundamento. Las clasificaciones resultan ser extremadamente pobres e indiferenciadas. Por ejemplo, en la recién publicada gramática académica de la lengua rusa se encuentran especies estilísticas del ruso como: discurso libresco, discurso popular, científico abstracto, científico técnico, periodístico, oficial, cotidiano familiar, lenguaje popular vulgar. Junto con estos estilos de la lengua figuran, como subespecies estilísticas, las palabras dialectales, las anticuadas, las expresiones profesionales. Semejante clasificación de estilos es absolutamente casual, y en su base están diferentes principios y fundamentos de la división por estilos. Además, esta clasificación es pobre y poco diferenciada.*a Todo esto resulta de una falta de comprensión de la naturaleza genérica de los estilos. También influye la ausencia de una clasificación bien pensada de los géneros discursivos según las esferas de la praxis, así como de la distinción, muy importante para la estilística, entre géneros primarios y secundarios.»

jueves, junio 25, 2015

Una maldición que salva - Clarice Lispector

Escribir es una maldición que salva. Es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba.

¿El proceso de escribir es difícil? Es como llamar difícil al modo extremadamente prolijo y natural con que es hecha una flor.

No puedo escribir mientras estoy ansiosa, porque hago todo lo posible para que las horas pasen. Escribir es prolongar el tiempo, dividirlo en partículas de segundos, dando a cada una de ellas una vida insustituible.

Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra.

sábado, junio 20, 2015

El español en el mundo

Datos del Instituto Cervantes en su web El día e.


  • En 2015, casi 470 millones de personas tienen el español como lengua materna (un 6,7% de la población mundial). A su vez, el grupo de usuarios potenciales de español en el mundo (cifra que aglutina al grupo de dominio nativo, el grupo de competencia limitada y el grupo de aprendices de lengua extranjera) alcanza casi los 559 millones.
  • El español es la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes, tras el chino mandarín, y también la segunda lengua en un cómputo global de hablantes (dominio nativo + competencia limitada + estudiantes de español).
  • Las previsiones estiman que en 2030 los hispanohablantes serán el 7,5%de la población mundial. A su vez, dichas previsiones también pronostican que, dentro de tres o cuatro generaciones, el 10% de la población mundial se entenderá en español.
  • Compartir el español aumenta un 290 % el comercio bilateral entre los países hispanohablantes.
  • En 2014, el 6,7% de la población mundial es hispanohablante (un total de casi 470 millones de personas con dominio nativo del español), porcentaje que destaca por encima del correspondiente al ruso (2,2,%), al francés (1,1%) y al alemán (1,1%). Las previsiones estiman que en 2030 los hispanohablantes serán el 7,5% de la población mundial.
  • El 7,9 % de los usuarios de Internet se comunica en español, donde es latercera lengua más utilizada. El uso del español en la Red ha experimentado un crecimiento del 1.123 % entre los años 2000 y 2013. El español es la segunda lengua más importante de Wikipedia por número de visitas.
  • Más de 21 millones de alumnos estudian español como lengua extranjera, con Estados Unidos, Brasil y Francia en los primeros puestos en número de estudiantes de ELE. En Estados Unidos el número de universitarios matriculados en cursos de español supera al número total de alumnos matriculados en cursos de otras lenguas.
  • Más de 41 millones de estadunidenses tienen un dominio nativo del español, si bien la población hispana de Estados Unidos ronda ya actualmente los 53 millones de personas.
  • En 2050 Estados Unidos será el primer país hispanohablante del mundo. Más de la mitad del crecimiento de la población de Estados Unidos entre 2000 y 2010 se debió al aumento de la comunidad hispana.

lunes, junio 15, 2015

Palacios de la memoria

«Aunque es fácil para quien tiene una experiencia relativamente amplia obtener tantos entornos y tan apropiados como desee, sin embargo quienes piensen que no encontrarán entornos bastante apropiados podrán disponer de tantos como quieran, pues la imaginación puede concebir a su gusto cualquier espacio y formar y construir en él un entorno. Por lo tanto, si no nos satisfacen los entornos que están a nuestra disposición, podremos mentalmente determinar para nosotros mismos un espacio y disponer en él entornos apropiados, fáciles de distinguir.»


Rhetorica Ad Herennium libro III, 28-40 (siglo I a.C.)
Citado por Luis Sebastián Pascual en Mnemotecnia.es

Esclavos africanos en SLP, de Ramón Alejandro Montoya


sábado, junio 13, 2015

Mis novelas anteriores eran sinfonías, este es un solo de Charlie Parker: Umberto Eco

De la entrevista por Xavi Ayén, publicada en El Tiempo, 11 de junio de 2015.

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P. Nadie se cree que un libro de Umberto Eco se lea en dos tardes. Este último, Número cero, no parece escrito por usted…

R. Mis novelas anteriores eran sinfonías, este es un solo de Charlie Parker. Lo mejor fue la llamada de mi editor francés, que me hizo mucha ilusión: “Umberto, ¡esta novela parece escrita por un jovencito!”. Mis novelas anteriores me tomaron al menos seis años de trabajo cada una, pero esta se basa en experiencias personales, en noticias políticas fáciles de encontrar y solo me ha ocupado durante un año.

P. ¿Aún da clases?

R. Bueno, voy una vez al mes a Bolonia. Doy alguna, sobre todo conferencias, dirijo la escuela superior que organiza los doctorados. Tengo la necesidad de hablar en público y explicarme, debo calmar esa necesidad. Dar clases permite darte cuenta de que haber escrito un libro sobre un tema no quiere decir que conozcas bien ese tema, en un libro te quedas tan ancho, dices: “la influencia de Baudelaire en Joyce”, y ya está, pero en clase los alumnos te exigen que se lo aclares bien y así descubres nuevas cosas y planteamientos falsos. Yo ya nunca escribo un libro sobre un tema sin haber dado antes clases sobre eso.

P. De hecho, su libro más influyente es Cómo se hace una tesis, ¿verdad?

R. Yo diría que hasta el más leído. Millones de estudiantes lo han usado en todo el mundo como guía para redactar sus tesis. Ahora lo han publicado en Estados Unidos y tiene unas críticas entusiastas, sigue siendo útil en la era de Internet aunque yo la haya escrito a mano. Después de mi muerte, ese será el único libro que me sobrevivirá.

P. ¿Qué son los eruditos hoy?

R. Es una paradoja, pero la verdad es que suelen ser perdedores. Vivimos en un mundo en que el físico que gana el Premio Nobel no sabe nada de la historia de la literatura. Puede haber un corrector de libros que sea un sabio, pero ese conocimiento excelso no le sirve para nada en la vida. Hoy se da un fenómeno de hiperespecialización, que es muy estadounidense. Así que los grandes sabios son muchas veces empleados de correos a media jornada u oficinistas grises. El otro día le dije a un prestigioso profesor de literatura francesa de una universidad de Estados Unidos que estábamos llegando a un “taylorismo” de la cultura, es decir, que cada uno es capaz de hacer solo una sola cosa. Y me preguntó: “¿Qué es el taylorismo, Umberto?”. Pues eso mismo que le pasa a él, que no sabe casi nada de ninguna otra cosa que no sea lo suyo.

viernes, junio 12, 2015

El teléfono celular y la reina malvada - Umberto Eco

Recientemente estaba caminando por la acera cuando vi a una mujer que se acercaba a mí. Su rostro estaba pegado a su teléfono celular y no veía por dónde iba. Si yo no me hacía a un lado, chocaríamos. Como soy en secreto una persona malvada, me detuve repentinamente y me di la vuelta. La dama chocó con mi espalda, dejando caer su teléfono. Rápidamente se dio cuenta de que había topado con alguien que no podía haberla visto y que ella debería haber sido quien se apartara. Balbuceó una excusa, mientras yo amablemente le decía que no se preocupara porque estas cosas pasan todo el tiempo en estos días.

Espero que el teléfono de la mujer se rompiera cuando lo dejó caer y aconsejo a quienes se encuentren en situaciones similares que se comporten como yo lo hice. Por supuesto, pienso que los usuarios compulsivos de teléfonos deben ser estrangulados al nacer, pero no todos los días hay un Herodes. Y aun cuando castiguemos a estas personas en su edad adulta, probablemente nunca comprenderán las profundidades del abismo en el cual han caído. Al final, persistirán en su molesto hábito sin importar lo que nosotros hagamos.

Estoy muy consciente de que se ha escrito mucho ya sobre el uso de los teléfonos celulares, así que no hay mucho que yo pueda añadir aquí. Pero si pensamos en ello con claridad por un momento, simplemente es asombroso que casi todos hayamos caído presa del mismo frenesí. Apenas sostenemos ya conversaciones cara a cara; ni reflexionamos sobre los temas apremiantes de la vida y la muerte, o siquiera vemos hacia el campo cuando pasa frente a nuestra ventanilla. En vez de ello, hablamos obsesivamente en nuestros teléfonos celulares, rara vez sobre algo particularmente urgente, mientras malgastamos la vida en un diálogo con alguien a quien ni siquiera podemos ver.

Hoy, estamos viviendo en una era en la cual, por primera vez, la humanidad se las ha ingeniado para realizar uno de lo tres deseos perdurables que durante siglos solo la magia pudo satisfacer. El primero es la capacidad de volar; no abordando un avión sino con nuestros propios cuerpos, agitando los brazos. El siguiente es la capacidad de afectar directamente a nuestros enemigos —o nuestros seres queridos— clavando alfileres en muñecos o pronunciando palabras esotéricas. Y el tercero es la capacidad de comunicarnos instantáneamente a grandes distancias. Siempre hemos querido un genio o algún objeto mágico con el poder de transportarnos en un instante de Frosinone a Pamir, de Innisfree a Tombuctú, o de Bagdad a Poughkeepsie. Y ahora lo tenemos.

¿Por qué la gente se ha inclinado tanto hacia las prácticas mágicas a lo largo de los siglos? La prisa. Las promesas mágicas de que se puede saltar instantáneamente de la causa al efecto —del punto A al punto B— a través de una especie de cortocircuito, sin dar ningún paso intermedio. Pronuncio una fórmula y transformo el hierro en oro. Convoco a los ángeles y envío mensajes a través de ellos. La fe en la magia no se desvaneció con el advenimiento de la ciencia. No, nuestro deseo de inmediatez simplemente se transfirió a la tecnología. Si uno presiona un botón en su teléfono celular en Roma, en segundos está hablando con un amigo en Sídney.

Sabemos que la ciencia y la tecnología avanzan lentamente a través de una investigación cuidadosa, y sin embargo queremos una cura para el cáncer en este momento, no mañana. Así que, en vez de esperar por años, ponemos nuestra fe en el doctor-gurú que nos ofrece una poción milagrosa que funciona instantáneamente para curar nuestros males.

La relación entre nuestro entusiasmo por las conveniencias tecnológicas y nuestra inclinación por el pensamiento mágico es muy cercana, y está ligada profundamente a la esperanza religiosa que ponemos en la acción relámpago de los milagros. Durante siglos, los teólogos nos han hablado sobre los misterios, argumentando que son concebibles pero incomprensibles. La fe en los milagros nos muestra lo numinoso, lo sagrado y lo divino, que funciona sin demora.

¿Puede ser que haya una conexión entre quienes prometen una cura instantánea para el cáncer, místicos como el Padre Pío, los teléfonos celulares y la reina malvada en “Blanca Nieves”? En cierto sentido la hay. La mujer al inicio de mi artículo estaba viviendo en un universo de cuento de hadas, encantada por el teléfono celular que llevaba al oído en vez de un espejo mágico.

miércoles, junio 10, 2015

Gruñidos

A mediodía, el camión urbano huele a humanidad. Los jóvenes que van a la secundaria, al turno vespertino, no se quitan las mochilas de la espalda, ojalá con ese volumen de voz leyeran en la escuela; una señora ocupa doble asiento con sus bolsas del mandado y no falta el que pone en su celular algún tipo de música (regularmente de dudosa calidad) a todo volumen. Raro es el día que hay asientos y hoy es uno de esos, aunque se mueve cada vez que la señora que va detrás de mí apoya su brazo para ver si ya llegó a su destino.

Las ventanas abiertas y ni una brizna de viento. Sudo. Alguien hace ruidos extraños, pero no alcanzo a distinguir bien dónde. No falta el tipo que se siente muy macho abriendo las piernas y se hace el dormido cuando alguien se quiere sentar, pero no es él ni el chamado de las bachatas horripilantes (¿por qué nadie les dice nunca nada?). Unos asientos adelante va un niño, y a su lado una anciana. El niño tiene casi voz de adulto, y se alborota cuando pasa un camión cerca. Los ojos le brillan y emite gruñidos que casi suenan a risa, o rumores de algún chiste que nadie alcanza a entender. Le habla al vidrio, casi pega su boca. La abuela (supongo que eso es: la clásica historia del niño con problemas que se deja al cuidado de la mamá de la mamá) mira al frente, sin parpadear. Sus trenzas blancas se mueven al ritmo del urbano, bailan en los baches y en los adoquines.

El niño traza figuras en los vidrios y empieza a gruñir más fuerte. La abuela al fin se mueve, se acomoda el rebozo y trata de calmarlo, sin resultados. El niño va en su historia, en las historias que se le ocurren al ver por la ventana. Las dicta a un público que no lo entiende pero no cesa su entusiasmo.

De pronto, el sobresalto: así era yo. No lo recordaba, de veras. Me gustaba viajar en la cajuela, y no importaba lo que iba haciendo la familia sino lo que viajaba afuera. Nadie entendía mis odiseas, las historias que surgían cuando íbamos en trayecto, cuando veía a las personas en otros vehículos, cuando las veía sonreír y se topaban nuestras miradas en los semáforos en rojo.

Se paran abuela y niño, una cuadra antes de bajarse. Al pasar junto a mí me gruñe.

Devuelvo el gruñido y... me miro en el vidrio... saco un libro de mi mochila y me refugio en él...

Gruño desconsolado. ¿Cómo pude olvidarlo?

domingo, junio 07, 2015

Jornada electoral

La selva sigue llena de basura, despojos de una cacería, que no se interrumpió ni siquiera en tiempos de veda, pero es el día, por fin. Tanto gruñido ya cansaba. Lo malo de (casi todos) los políticos es que no tienen principios; lo bueno es que tienen final.

Hay una nube negrísima justo sobre la casilla. Pocas sonrisas en el camino.

No se sabrá sino en la noche si funcionaron la flauta de Hámelin o el fantasma elaborado por los músicos de Bremen. Por lo pronto se oye a lo lejos un Requiéscat.

Un murciélago baja cuidadosamente de las vigas de una casa vieja y se transforma en persona. Nadie parece asombrarse. Luce como de unos 30 años, bien vestido, con mirada despreocupada. No tiene mucho que comió: una gota de sangre le pende de la comisura derecha. Saca con naturalidad su credencial de elector y le dan sus boletas.

En un carro cercano un par de mapaches, o eso parecen, revisan papeles. Nadie parece verlos. Quizá son camaleones. Todos hablan en voz baja porque hay tucanes en los alambres.

Y, aunque lo había pensado, decido no anular ninguna boleta. Voto diferenciado, las especies no son muy convincentes pero bueno. Ya rugiremos.

Me regreso a mi madriguera, esperando que nadie me pise, rogando mentalmente que el nuevo (la nueva, los nuevos) Snowball sepa lo que hace. Regreso a pata. A cuatro patas, mejor dicho.


sábado, junio 06, 2015

Lila López; prevenir el alzheimer social y cultural - César Delgado Martínez

Publicado en Onda Cultural

I

Alexandro Roque, -escritor, editor y promotor potosino, entre otras linduras- me puso a pensar entre la memoria y el olvido, con un texto escrito por él dos años antes, y recientemente llegado a mis manos.

Ni que San Luis Potosí estuviera tan lejos de Rosamorada, suponiendo que no hubiera estas cuestiones de la Internet. Una muñeca (“La tomatera” del son creado por Alicia Montaño) que hizo Hortensia López Gaxiola allá en Guasave, Sinaloa, me llegó en cinco días.

El texto de Roque: “Tres propuestas para paliar la desmemoria en San Luis Potosí” (Por el amor al arte. Arte y cultura para todos. ¡Ufffff qué nombre tan anticlimático!). Sirvió exactamente para lo que no debía de haber servido.

¡Para qué se olvidaran de Lila López (México,D.F. 1933-San Luis Potosí 2001) sobre todo en los sectores oficiales: léase Coordinación Nacional de Danza (CND) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) que encabeza Cuauhtémoc Nájera.

II

Lila López fundó el Primer Festival Nacional de Danza en 1981. Actualmente existen en el país cerca de 50 festivales “capitaneados”, “controlados”, “manejados” o “manipuleados” por la CND. Cuyo presupuesto de este año es incierto, aunque ya se han realizado varios de ellos. Parece ser que el presupuesto federal se seguirá manejando a discreción. Así como el de las compañías participantes aunque se diga que hay una tarifa única.

No se requiere ser una “doctora de la danza” de las que parten el queso en varias instancias oficiales, para darse cuenta que este gran movimiento –al menos en número- de festivales mexicanos de danza, existe gracias a ese pequeño festival que se atrevió a fundar Lila López y que fue creciendo poco a poco hasta constituirse en uno de los festivales de danza más importante del mundo.

III

Alexandro Roque, periodista parsimonioso, en el citado texto habla de que: “Las estatuas en las plazas (de San Luis Potosí) han tenido su ración crítica, no se si con razón, pero en la tónica de motivar el recuerdo o prevenir el alzheimer social y cultural, ¿por qué no colocar una estatua de Lila López en la explanada del Centro de Difusión Cultural Raúl Gamboa? La alameda estaría de fiesta, oculta por obras como ha estado tanto tiempo”.

El titular de la CND está muy ocupado atendiendo al mismo tiempo tres cargos (los tres con sueldo): la CND en la Ciudad de México y en Culiacán: las clases de ballet clásico de la Escuela de Danza Contemporánea de Sinaloa y la asesoría de Danza Joven de Sinaloa. Ah…. Y por cierto, como lo que le sobra es tiempo a este funcionario, en el pasado Festival Internacional de Danza José Limón ofreció una clase magistral. Entonces, que la comunidad dancística nacional organice lo relacionado con la estatua de Lila López. ¿Quien participe en esta comisión pedirá una beca al Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) para realizar dicho trabajo?.

¡Ah…!

viernes, junio 05, 2015

Embrujado

Ya no tenía ganas de leer. Apenas tomaba un libro del librero (o de abajo de la cama, del sillón reclinable (cubierto de libros pero también de ropa, sucia o limpia, no lo sé) y me ganaban las ganas de entrar a la red, a ver si había mensajes o fotos de gatitos, lo que fuera. Procrastinador desde joven, el internet me ha hecho aislarme más, llenarme de nada y posponer todo.

No conseguía leer más de cinco líneas seguidas. Estaba mal y lo sabía.

Fue entonces que compré el libro en las vías, a un viejito medio loco, muy parecido a un escritor que conocí hace mucho, en la ciudad de México, aunque creo que no era él. Con su pasta dura oscura, raidísima, me costó solo tres pesos. Dijo que el libro no concede deseos pero despierta demonios que no dejan dormir, y que siempre se tiene que vender por menos de lo que se pagó por él. Me sonaba...

Parece que siempre, cada página, tiene un nudo nuevo, que no puede dejarse de lado. Aunque muero de sueño quiero seguir leyéndolo, con sus intrigas y retorcimientos. Es interesante, estéticamente perfecto, pero destila maldad: el demonio, como me contó el viejo vendedor de viejo, sabe dónde esconderse: elige la palabra adecuada.

No sé quién empezó a decir que me veía muy mal, como muerto o embrujado. Yo no creo en esas cosas, les dije a varios, pero movían la cabeza con desgano, como "dándome el avión". Hubo uno que me dijo que el que yo no creyera en la brujería no significa que no existe.

Casi no he dormido, y cuando lo hago tengo pesadillas. Los caminos del sueño son misteriosos: las pesadillas son una forma de completar el libro, de inmiscuirme en la obra.

Pero no creo en eso. Son solo ideas.

Debe ser que ya no he vuelto a escribir y me siento intranquilo. ¿Alguien quiere ese libro por dos pesos?






miércoles, junio 03, 2015

Virus (1)

El apocalipsis lo provocó un virus porno surgido en la red, que en poco tiempo desapareció a la humanidad. Los zombies no buscan cerebros precisamente y los que no hemos sido contagiados solo pronunciamos palabras de disculpa por las imágenes que aparecieron en nuestros muros virtuales.




martes, junio 02, 2015

Nietzsche

“Desesperada sería la suerte del hombre si solo fuera un animal que conoce; la verdad lo empujaría a la desesperación y al aniquilamiento, la verdad de estar eternamente condenado a la no-verdad. Al hombre solamente, empero, le corresponde la creencia en la verdad alcanzable, en la ilusión que se acerca merecedora de plena confianza. ¿No vive él en realidad mediante un perpetuo ser engañado? ¿No le oculta la Naturaleza la mayor parte de las cosas, es más, justamente lo más cercano, por ejemplo, su propio cuerpo, del que no tiene más que una ‘conciencia’ que se lo escamotea? En esta conciencia está encerrado, y la Naturaleza tiró la llave. ¡Ay de la fatal curiosidad del filósofo que por un resquicio desea mirar una vez afuera y por debajo de la cámara de su estado consciente! Acaso barrunte entonces cómo el hombre descansa sobre lo voraz, lo insaciable, lo repugnante, lo despiadado, lo mortífero, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decir, montado en sueños a lomos de un tigre. ‘Dejad que siga montado’, exclama el arte. ‘Haced que despierte’, exclama el filósofo en el pathos de la verdad. Pero él mismo se hunde, mientras cree sacudir al durmiente para que despierte, en una mágica somnolencia más profunda aún –acaso sueñe entonces con las ‘Ideas’ o con la inmortalidad–. El arte es más poderoso que el conocimiento, porque él quiere la vida, y el segundo no alcanza como última meta más que el aniquilamiento”.

lunes, junio 01, 2015