miércoles, septiembre 30, 2015

Aprendiz de mi mismo - José Luis Sampedro

—Hazte quien eres: hay que hacerse quien se es, y todos somos distintos. Pero lo que quiera que seas desarróllalo al máximo. Cada cual debe aspirar a ser lo máximo que pueda ser con sus condiciones. Y de esa manera devolverá a la vida de todos la vida que ha recibido él.

»Para ello debe contar con la ayuda de los que son afines y aprender lo que no debe hacer de quienes no son afines. Y además saber un poco lo que quiere y, sobre todo, lo que no quiere. En la vida es más fácil saber lo que no se quiere, porque lo que se quiere puede ser un gran abanico de cosas. Y cuando te ocurre algo que no quieres por de pronto di que no, y si puedes decírselo al que lo hace di no, y si no puedes sigue diciendo no. Se puede ser más libre dentro de un calabozo que como ministro de un tirano. Al joven hay que decirle que sea él, que se sienta él mismo, que se eduque para tener un pensamiento propio y procure mejorarlo con los demás, que no se crea absoluto pero que se prepare y no acepte lo que está pasando.

»Tengo 94 años y me considero un aprendiz de mí mismo. Todavía aprendo a ser quien soy. Y me moriré sin haber acabado, pero he hecho todo lo posible: hazte quien eres y hazlo fervorosamente. Y hazlo entregado a eso y en solidaridad con los demás, porque sin ellos no somos nadie. Sin doblegarte, sin hundirte, sin ceder, sin creer los inventos de los que quieren explotarte. ¡No te rindas! Trata de vivir en armonía con la naturaleza a la que perteneces. Se trata de vivir esta vida, esa es la cuestión...»

martes, septiembre 29, 2015

lunes, septiembre 28, 2015

Festival de Danza Patricia Aulestia

Este 3 de Octubre será inaugurada la segunda edición del Festival de Danza Patricia Aulestia a las 20 horas teniendo como sede el Teatro “Manuel José Othón” de Matehuala, San Luis Potosí, en donde se presentarán las compañías Gft Grupo Folklorico Tungurahua de Ecuador, el grupo Ateneo Musica Danza de Veracruz y el grupo de danza Coatlicue de San Luis Potosí.

Además, se impartirán talleres de danza y se presentará el libro Descubriendo la danza, de Daniel Acevedo.

Las actividades programadas para esta edición se presentarán de forma gratuita durante los sábados del mes de octubre, organizadas por la presidencia municipal de Matehuala y el Centro de Investigación y Documentación de la Danza “Carlos Ocampo”, a fin de fomentar la conservación, preservación y divulgación de la danza.


sábado, septiembre 26, 2015

El idioma "normal" nunca contará como literatura - Cynthia Ozick

«Las palabras que llegan con demasiada facilidad son las de la lengua de todos los días, y si bien se trata de las que el diálogo en la ficción busca repetir, no son las mismas de la prosa literaria. Incluso cuando el diálogo parece más coloquial, nunca ofrece simplemente la transcripción de una conversación real, con sus vacilaciones, repeticiones, titubeos, incertidumbres: debe ser formado, moldeado, organizado con ingenio y concisión, un simulacro astuto, pero todavía sólo un simulacro. El idioma “normal”, nunca contará como literatura.

»El mundo del libro lo disputan dos especies de escritores: los que aplican la prosa de segunda mano y los que no. Imagine un gran rollo de tela, no de lino o seda, sino de poliéster barato. El escritor de segunda mano corta piezas de la misma, capítulo por capítulo, cuento a cuento. Sin embargo, independientemente de lo que cosa con ellas, ya sea novela o cuento (o incluso poesía), siempre será poliéster. El segundo tipo de escritor aspira a convertirse no sólo en un escritor de gatillo fácil sino en algo completamente distinto: un escritor que también es artista. El arte literario combina lenguaje forjado de yuxtaposiciones frescas, de palabras que no se escuchan en el mercado o en la tienda de jardinería, con ideas y observaciones que, aunque un poco gastadas (porque todos los cuentos se han contado antes), nos parecen nuevas. Pero hay otro elemento al acecho que no puede ser nombrado o descrito, que va más allá del pensamiento y de la lengua que lo transporta. Una especie de halo de la intuición mezclado con perspicacia, un escurridizo velo de sentimiento que no puede ser deseado o planeado o incluso solicitado. Somos, sin embargo, conscientes de su presencia en, por ejemplo, La muerte de Iván Ilich de Tolstoi, o Campesinos de Chéjov, o La marca de nacimiento de Hawthorne, o en comedias del absurdo como Don Quijote o La importancia de llamarse Ernesto, de Wilde. Y ese es el inasible, insondable, indecible tercer elemento que hace el arte. En muy raras ocasiones, y sólo cuando una obra llega a su fin, puedo sentir un susurro fugaz de ese tercer elemento. Pero pocas veces, casi nunca; la escritura está a la altura de su reputación y de su verdadero nombre. Es un trabajo duro.»

fragmentos de una entrevista en El Cultural.

viernes, septiembre 25, 2015

En un viaje a Alemania me he convertido en Goethe - Dolan Mor

A orillas de tu pelo la nieve Margarita escribe una canción en mi fino
portátil que habla de un viaje en tren a Dresden Alemania / Su melodía lleva
un silbido de plata el humo que abrillanta la música en mis dedos el sonido
de plomo que se mueve en mis manos temblorosas las letras en mitad de la niebla
(porque tu nombre en latín significa "perla")
Los cristales ahumados en los meses de invierno inician este viaje que sale
de Ginebra / tu rostro (porcelana) contra la ventanilla cenizas en el cielo
las nubes pasajeras cucarachas azules tus ojos infinitos páginas de periódicos
el polvo que se enquista mientras silba el metal en mis manos la nieve el viento
de la tarde que ensucia la estación los andenes repletos de bultos bancos suelas
oficinas que venden en seis ordenadores mi viaje hacia Alemania desde Gare Cornavin
Más allá de un discurso te nombro Margarita porque tu origen (flor) suena
bellis perennis entre los abedules que rodean el tren (son abedules secos pero en este poema
son árboles perfectos sembrados para ti) vuelo entre varias obras de escritoras que firman
tu diadema de reina tu nombre de princesa en páginas de libros al salir de Ginebra
(porque tu nombre en mi memoria significa "perla")
Imagino la escena: vagones que se marchan el humo la distancia que abrillanta
tu rostro posado en el andén como una mariposa mortal oscurecido por la tela
de araña que deja su diamante tejido sus mil capas de aroma ese veneno vaporoso
el invierno destilando su amor al salir con mis libros de la estación Cornavin
En lápiz azul-negro te escribo este poema para la eternidad (tal vez para la muerte)
su magnitud (en bronce) el arte de lo bello la nieve que ahora reza detrás de ese cristal
el viaje hacia la noche de un tren que se diluye como letra en la hoja digital del portátil
viajeros que se duermen no saben siempre ignoran hacia dónde se mueve el reloj
apagado que deja en estos versos tu perfume (Chanel) unos lagos quemados por la palabra
tiempo y el amor ese tizne que sale de estas letras cual hilos de un gusano
cansado de escribir con seda una canción invisible lejana que habla de tu belleza
Sin embargo me ignoras pero yo te menciono al partir de Ginebra Margarete Margarita
(porque tu nombre en la distancia significa "perla")
Como si fuera un viaje dentro de una novela que escribiera Bulgakov a orillas
de unos árboles sin ramas (abedules) va el tren hacia Alemania el humo
que despide mi corazón del tuyo colillas de la tarde mientras pienso en Celan
(él escribió un poema que hablaba de tu pelo tu cabello encendido como llamas
de oro) estambres que se duermen me golpean tus labios la canción
Margarita el silbido el amor que se agita en mis venas el viento entre mis dedos
tus labios que se mueven me arrastran cucarachas azules son tus ojos la memoria
y la niebla que pasa Margarita esta niebla el poema termina sin tu olor
(por cierto tu cabello es marrón no dorado se equivocó Celan en su Fuga o poema)
y te alejas no vuelves porque yo escribo ahora que estás muerta tu nombre
se borró ya no existe la realidad se impone más allá de mi texto o es sólo una metáfora
de Google que Darío escribió en su palacio de mármol hace un siglo con la luz de una vela.

jueves, septiembre 24, 2015

Schlaflosigkeit

Apunte tomado al natural del genial Julio Ruelas 
durante uno de esos Schlaflosigkeit que nos hermanan.

miércoles, septiembre 23, 2015

Hoy quemé tu carta - JEP

Sábado, 8 de diciembre

Hoy quemé tu carta. La única carta que me escribiste. Y yo te he estado escribiendo (sin que tú lo sepas) día a día. A veces con amor, a veces con desolación, otras con rencor. Tu carta la conozco de memoria: catorce líneas, ochenta y ocho palabras, diecinueve comas, once puntos seguidos, diecisiete acentos ortográficos y ni una sola verdad.

(Fragmento de la novela corta El Principio del Placer)

martes, septiembre 22, 2015

Best-seller - Rogelio Guedea

«Antes se trataba nada más de escribir un buen libro, no importa que no lo publicaras en vida o lo publicaras en una editorial desconocida. Luego fue no sólo escribir un buen libro, sino publicarlo en una editorial de prestigio. Después ya no fue sólo publicar un buen libro –bien escrito, ¡por Dios!– en una editorial de prestigio, sino además que tu libro fuera reseñado una, dos, diez mil veces, de ser posible. Luego ya no bastó publicar un libro bien escrito en una editorial de prestigio, acompañado de reseñas escritas por reseñistas reputados, ahora también tenías tú que modelar en calzones por la orilla de la playa mostrando la portada de tu libro a todos los bañistas. Todo esto para conseguir convertirte en un bestseller. Así está el mundo y qué se le va a hacer. Yo, por lo pronto, sigo con la convicción de que lo que más importa es escribir un buen libro, aunque –acá entre nos– siempre me ha seducido la idea de apretar contra mi pecho el más reciente de mis ejemplares y luego salir corriendo con él por todas las calles de mi barrio. Encuerado.»

lunes, septiembre 21, 2015

César Delgado Martínez: Rosamorada, las voces de las niñas y los niños


La plaza, el museo comunitario, los chinacates y los tamales de pollo. Entrevistas y cuentos que forman parte del libro Rosamorada, las voces de las niñas y los niños (Ríos de Tinta Roja, 2014), de César delgado Martínez. A colores, en formato agradable, apto para todas las edades, el investigador y periodista nayarita da cuenta de los taleres que sobre periodismo y literatura ha impartido en su tierra natal.

Son cuatro los capítulos de esta obra: "Rosamorada", "Los derechos de las niñas y los niños", "Los misterios del señor Burdick" y "Murcy otros cuentos". Con fotos e ilustraciones de los propios niños nos enteramos que hubo un tiempo en que Rosamorada era la tierra de las clavellinasy algunos datos de este pueblito, famoso por su investigador nacional. Que quitaron el museo comunitario, que hace falta que arreglen el quiosco, sua alegrías, miedos y esperanzas, que son muchas.

La creatividad de niñas y niños se desborda al platicar de su entorno o al inventar historias para las ilustraciones del libro  de Chris van Alinburg (Los misterios del señor Burdick).

Cada rincón del país debería contar con talleres, y dejar testimonios como estos ecos de voces infantiles.

sábado, septiembre 19, 2015

Indistinguibles

¿Demasiada realidad? Se vale sobar. Se vale soñar. Benditos sueños, como el que acabo de tener. Pero como no puedo soñar todo el día, escribo: Son dos territorios míos, míos. Acaso los únicos, aunque a veces los comparto: mucho se olvida, otro tanto no lo hago público.

Comparto un fragmento del texto de E.L. Doctorow "La infancia de un escritor", publicado en Nexos:

He vivido apegado a una idea desde que la escuché de uno de mis profesores de Kenyon College en los años cincuenta: que hubo un tiempo en que no era posible distinguir entre la realidad y la ficción, entre la percepción religiosa y el discurso científico, entre la comunicación utilitaria y la poesía, en que todas estas funciones del lenguaje, que ahora distinguimos según la situación en que nos encontramos, eran indivisibles. Así ocurría con las obras de Homero. Así ocurría con el Génesis. Aprendí que esa era la teoría Holofrástica del lenguaje, y la imagen que se nos proporcionó fue la de una estrella y dos puntos: en uno de ellos estamos nosotros, hoy; el centro corresponde a la época en que esa estrella lingüística hizo implosión. No sé a quién se le ocurrió esta idea, si todavía circula en los seminarios o si ha pasado de moda o se ha modificado para ser compatible con los estudios culturales construccionistas. Pero verificable o no, me satisface porque explica por qué aun cuando vivimos en una época orientada por la ciencia, aun cuando nos apegamos a los valores del empirismo, y exigimos que nuestras proposiciones sean comprobadas y que nuestros argumentos legales se basen en evidencias demostrables, nuestras mentes modernas aún están estructuradas para contar historias. Los datos pueden cambiar, evolucionar, lo hacen todo el tiempo, pero las historias se abren paso hasta el inmutable núcleo de las cosas. De manera natural, la gente piensa en términos de conflicto y resolución, y en términos de un personaje que arrostra los acontecimientos, pero nunca está del todo segura del resultado de los acontecimientos, y por ende queda en suspenso… y todo nace de una confianza en la narrativa que debe pertenecer a nosotros y a nuestro cerebro tan ciertamente como nuestra predisposición a aceptar las reglas de la gramática.

viernes, septiembre 18, 2015

Indiferencia, cansancio (E. Cioran)

«Tumbado, cierro los ojos. De repente, se orada un abismo, como un pozo que, en busca de agua, perforase el suelo con una velocidad próxima al vértigo. Arrastrado por este frenesí, en ese vacío que se engendra indefinidamente a sí mismo, me confundo con el principio de generación del abismo y, dicha inesperada, me encuentro de este modo una ocupación e incluso una misión.

Cuando Pirrón dialogaba con alguien, si su interlocutor se iba, continuaba hablando como si no hubiese pasado nada. Sueño con esta fuerza de indiferencia, con esta disciplina del desprecio, con una impaciencia de trastornado.

Lo que espera un amigo son miramientos, mentiras, consuelos, cosas todas ellas que implican esfuerzo, trabajo de reflexión, control de sí mismo. La permanente preocupación de delicadeza que la amistad supone es antinatural. ¡Pronto, indiferentes o enemigos, para que se pueda respirar un poco!

A fuerza de hacer hincapié sobre mis miserias pasadas o futuras, descuido las presentes: lo que me ha permitido soportarlas más fácilmente que si les hubiera consagrado mis reservas de atención.

La tierra se remonta, según parece, a cinco billones de años, la vida a dos o tres. Estas cifras contienen todos los consuelos deseables. Habría que recordarlas en los momentos en que se toma uno en serio, en que se osa sufrir.

Cuanto más se farfulla, más se empeña uno en escribir mejor. Así se venga uno de no haber podido ser orador. El tartamudo es un estilista nato.

Lo que es difícil de comprender son las naturalezas fecundas, generosas, contentas siempre de atarearse, de producir. Su energía parece desmesurada y, sin embargo, no llega uno a envidiársela. Pueden ser cualquier cosa, porque en el fondo no son nada: fantoches dinámicos, nulidades de dotes inagotables.

Lo que me impide bajar a la arena es que veo en ella demasiados espíritus que admiro, pero no estimo, tan ingenuos me parecen. ¿Por qué provocarlos, por qué medirme con ellos en la misma pista? Mi cansancio me confiere tal superioridad que no me parece posible que me alcancen jamás.»

(Tomado de El aciago demiurgo. Pdf por aquí)

jueves, septiembre 17, 2015

"Una forma controlada de esa demencia"

Fragmento del interesante artículo "Instrucciones para jóvenes escritores"
de Rafael Gamucio, publicado en El Mercurio

»Escribir es una forma controlada de esa demencia. Un escritor tiene que ser doblemente cuerdo porque coquetea con esa locura: hacer que permanezca en el papel lo que nació para perderse en la nada. Nuestro trabajo no consiste en otra cosa que hacer visible a ese hombre invisible que habla cuando nos quedamos callados, que piensa cuando no piensa en nada, que camina un paso delante de nosotros y se queda parado un paso atrás a veces también, atrapado por el detalle de un cuadro o una esquina.

»Las fotos de los escritores que coleccionaba cuando empecé a escribir los mostraban casi siempre con un cigarrillo en la mano. Ahora entiendo que esos cigarrillos al borde de sus dedos en blanco y negro simbolizaban el verdadero trabajo del escritor, el de hacer visible mediante el humo que cubre sus movimientos al hombre invisible. Si el humo es demasiado colorido y denso, solo encubrirá al hombre invisible, si es demasiado ligero, si te pones a hacer redondelas con él, se escapará también seguro. Escribir consiste en adivinar lo que el humo no alcanza a mostrar y en caso de necesidad también usar el olfato y los dedos para tocar el cuerpo, convencerlo de sentarse al lado y hablar.

»Siento decirte que eso que ya nadie se atreve a llamar inspiración, existe. Aunque también se podría llamar expiración. La sensación de que otro te dicta lo que estás escribiendo no es ni falsa ni del todo verdadera. Eso de Rimbaud de que "yo es otro" es, para cualquiera que escribe, una verdad de recibo. Querido joven o viejo que escribe, tengo una buena y una mala noticia: a nadie le interesan tus opiniones e ideas, tu vida, tu infancia en dictadura o democracia, tu familia funcional o disfuncional y, sin embargo, nada es más interesante que todo eso. Lo que digas sobre ti mismo es generalmente mentira o muy poco importante, lo que diga ese otro, ese delator infame que es tú sin ser tú, esa fuente cercana a, de ti es siempre urgente, necesario, único, inevitable».




miércoles, septiembre 16, 2015

Hacia "La suave Patria" - JEP (fragmentos)

"¡Viva Cristo Rey! La Revolución ha fracasado". En México el poeta civil del 2001 se llama León Felipe y escribió hace más de cincuenta años. La Revolución murió sin que nadie la llorara en una elegía. Tampoco hubo una épica para celebrarla. Sus mayores novelas —Los de abajo, El águila y la serpiente, La sombra del caudillo— critican la violencia ciega y las corrupciones de los nuevos poderes. Dos de sus grandes escritores, Martín Luis Guzmán y Alfonso Reyes, fueron hijos de militares porfirianos caídos en lucha contra el maderismo. Así, no quedó más remedio que inventarse un poema patriótico declamable en las escuelas. Pero "La suave Patria" no es nada de eso. Su misterio no se ha agotado y aún invita a toda clase de interpretaciones.

También sorprende que hayamos decidido celebrar no un número redondo sino los ochenta años de su aparición en la revista El Maestro, dirigida por José Gorostiza y patrocinada por José Vasconcelos, rector de la Universidad Nacional a punto de convertirse en ministro de Educación. El Maestro repartía cientos de miles de ejemplares gratuitos en Hispanoamérica. Uno cayó en manos del joven Borges. Se aprendió de memoria "La suave Patria" y no la olvidó nunca.

El ser memorizable es una de las cualidades que hacen memorable "La suave Patria". Es fama que al morir López Velarde Vasconcelos fue al castillo de Chapultepec para conseguir que el gobierno pagara las exequias. Álvaro Obregón, uno de los rarísimos presidentes mexicanos aficionados a la poesía y discreto versificador él mismo, amaba a Vargas Vila y a Julio Flórez pero ignoraba quién era el muerto. Vasconcelos le leyó "La suave Patria". En su siguiente acuerdo ministerial Obregón la recitó como si la hubiera estudiado mucho tiempo.

En 1921 Obregón se aprestaba a celebrar el centenario de la consumación de la Independencia y a inaugurar el sistema que duró hasta el 2000. Como Iturbide un siglo atrás, su genio táctico y estratégico había vencido a los ejércitos campesinos. Consciente de que un golpe militar y no un movimiento popular lo había llevado al poder, inventó que todas las rebeliones anteriores desembocaban en una sola a la que llamó Revolución Mexicana.

Solemnizar ambas cosas requería de cuando menos un poema épico. No había nadie que lo escribiera. Para López Velarde el intento era la única posibilidad de reconciliarse con los vencedores. ¿Cómo hacerlo si su honradez le impedía elogiar al general que jamás perdió una batalla y congraciarse con los asesinos de su jefe que mantenían preso a su amigo y protector Aguirre Berlanga?

Optó por un poema íntimo que en vez de cantar al nuevo México obregonista se despedía del México destruido por la Revolución. No fue, como algunos quisieron, un segundo Himno Nacional. Sin embargo, su encanto y su misterio están lejos de haberse agotado en estos ochenta años:

Trueno del temporal: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas,
oigo lo que se fue, lo que aún toco
y la hora actual con su vientre de coco
y oigo en el brinco de tu ida y venida,
oh trueno, la ruleta de mi vida.

Tomado de Letras Libres: "López Velarde hacia 'La suave Patria' " (JEP, 2001)

martes, septiembre 15, 2015

País de la ausencia - Gabriela Mistral

A Ribeiro Couto

País de la ausencia
extraño país,
más ligero que ángel
y seña sutil,
color de alga muerta,
color de neblí,
con edad de siempre,
sin edad feliz.

No echa granada,
no cría jazmín,
y no tiene cielos
ni mares de añil.
Nombre suyo, nombre,
nunca se lo oí,
y en país sin nombre
me voy a morir.

Ni puente ni barca
me trajo hasta aquí,
no me lo contaron
por isla o país.
Yo no lo buscaba
ni lo descubrí.

Parece una fábula
que yo me aprendí,
sueño de tomar
y de desasir.
Y es mi patria donde
vivir y morir.

Me nació de cosas
que no son país;
de patrias y patrias
que tuve y perdí;
de las criaturas
que yo vi morir;
de lo que era mío
y se fue de mí.

Perdí cordilleras
en donde dormí;
perdí huertos de oro
dulces de vivir;
perdí yo las islas
de caña y añil,
y las sombras de ellos
me las vi ceñir
y juntas y amantes
hacerse país.

Guedejas de nieblas
sin dorso y cerviz,
alientos dormidos
me los vi seguir,
y en años errantes
volverse país,
y en país sin nombre
me voy a morir.

viernes, septiembre 11, 2015

Dodecálogo para incipientes escritores del siglo XXI - Guillermo Vega Zaragoza

I. Todo escritor incipiente tiene el derecho a escribir lo que le venga en gana.

II: Todo escritor incipiente tiene la obligación de escribir lo mejor que pueda.

III: Todo escritor incipiente tiene la obligación ineludible de aspirar a escribir LA OBRA (con mayúsculas, como le gustaría a Cyril Connolly). Esta OBRA puede abarcar desde un cuento o un poema genial hasta 30 ó 40 novelas magistrales. Lo que importa es la aspiración. Si lo logra, ya es otro asunto.

VI. Todo escritor incipiente tiene el derecho de leer lo que le venga en gana (entre más lea, mejor), siempre y cuando estas lecturas incluyan dosis generosas de libros clásicos (¿qué es un clásico?, es como lo define Italo Calvino: “todo aquel libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”, no importa si fue escrito apenas antier o hace 2,500 años).

V. Todo escritor incipiente tiene derecho a ser feliz, vivir dignamente y no morirse de hambre por consagrar su existencia al arte literario (incluso si una vida indigna y desdichada y la inanición pudieran convertirse en valiosa materia prima para sus obras).

Son legítimos los siguientes medios para hacer cumplir este derecho: la manutención paterna incluso a edad avanzada, la herencia familiar, el matrimonio por conveniencia, el mecenazgo interesado, la búsqueda descarada de premios y becas mediante influyentismo y amiguismo, el lenocinio, el crimen individual u organizado, el periodismo, el guionismo, la publicidad, el trabajo editorial, la corrección de textos, la traducción, la escritura fantasma y otras formas legales de esclavitud, siempre y cuando el escritor atienda lo establecido en los primeros cuatro parágrafos de este decálogo.

VI. Todo escritor incipiente tiene la obligación de obtener los conocimientos necesarios para dominar sus herramientas de trabajo y alcanzar la maestría en el oficio literario, no importa si los obtiene en forma autodidacta, talleres literarios o escuelas de escritores. Tiene derecho a cometer errores por inexperiencia o desconocimiento, pero está obligado a corregirlos inmediatamente y no repetirlos en obras subsecuentes.

VII. Una vez que se ha apropiado de estos conocimientos, el escritor incipiente tiene la obligación de olvidarse por completo de ellos y escribir con plena libertad lo que le venga en gana, incluso a sabiendas de que con lo que escribe está rompiendo las reglas gramaticales, la tradición literaria, los géneros, las estructuras o el lenguaje mismo. Se pone énfasis en que sólo se tiene derecho a hacer lo anterior a sabiendas de que se está haciendo y con una intención (definida o indefinida). De ninguna manera tiene permitido hacerlo por desconocimiento, chabacanería o querer pasarse de listo.

VIII. Todo escritor incipiente tiene derecho a retomar y utilizar en sus obras recursos y descubrimientos aparecidos en obras de otros autores; de preferencia de aquellos considerados como los mejores. Este aprovechamiento legítimo será denominado genéricamente como “influencia”, con los siguientes niveles:
a) Si la influencia es leve, pero claramente reconocible, se le denominará “tradición”.
b) Si la influencia es descaradamente obvia, se le denominará “homenaje”.
c) Si la influencia es múltiple y heterogénea, se le denominará “hipertextualidad” o “diálogo intertextual”.
IX. Todo escritor incipiente tiene derecho a tomar como tema o incorporar en su obra referencias a cualquier otro campo de experiencia vital que no corresponda necesariamente al campo literario, tales como las caricaturas, las series de televisión, el habla y la cultura popular, la música juvenil, el cine hollywoodense, los comics, la Internet, los juegos de video, los gadgets tecnológicos, etcétera, sin que por ello se le tilde de “superficial”, “hueco”, “infantil”, “posmoderno”, “light”, o cualquier otra clase de paparrucha que se les ocurren a los críticos literarios “serios” cuando, por ignorancia, holgazanería o esnobismo, no tienen la más peregrina idea de a qué aluden dichas referencias.

X. Es plenamente legítima la aspiración al best-seller. El primer (y más importante) juez de una obra literaria es el lector. Si una obra tiene muchos lectores, algún valor (incluso pequeño) ha de tener. El escritor incipiente está obligado a rechazar el mito de que si nadie entiende lo que escribe (y por lo mismo nadie lo publica) se debe a que es un genio o está adelantado a su tiempo, ya que, en el caso de un escritor incipiente, la probabilidad de que lo anterior sea cierto es dramáticamente nula. Si nadie entiende todavía Finnegans Wake, es porque lo escribió James Joyce, que sí era un genio.

XI. Todo escritor incipiente tiene el legítimo derecho a utilizar los medios necesarios para que su obra sea conocida por el mayor número de personas, incluso si para ello tiene que recurrir a estrategias que aún no han sido integradas plenamente al sistema tradicional de la industria editorial, tales como la autoedición, la edición digital y la distribución electrónica, las páginas web, los blogs, la multimedia, etcétera, y sin que por ello el escritor sea tachado de “ingenuo”, “chabacano” o “poco serio”.

XII. (Derogado).

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Tomado de Ombloguismo, el blog de Guillermo Vega Zaragoza

jueves, septiembre 10, 2015

Imaginarios - Michel Maffesoli

«Podemos considerar el nomadismo, el tribalismo, la androginia, la animalidad, el barroco, la proxemia y las sectas, como iconos temporales, que, al lado de avatares como Zidane, Houellebecq o el abate Pierre, nos recuerdan que el mundo social es, ante todo, el resultado de nuestras representaciones, de nuestros imaginarios y de nuestras imaginaciones. Sin olvidar, naturalmente, que esta ilustración de la sinergia existente entre lo arcaico y el desarrollo tecnológico se vivirá en la "Red", tal como demuestran [Facebook] o Second Life.

»Estamos muy lejos de la mitología de la Ilustración. Y la expresión familiar "está claro", como una antífrasis, refleja perfectamente la conciencia de que la existencia es el lugar mismo del claroscuro. Y los mitos, tanto los de la mitología clásica como los de la mitología posmoderna, son otros tantos resplandores que iluminan, bien que mal, el camino, individual o colectivo, que es cualquier existencia humana. El mito es oxímoron: es su oscura claridad la que sirve de fanal.»

Iconologías. Nuestras idolatrías posmodernas

miércoles, septiembre 09, 2015

Mafia literaria local - Daniel Espartaco Sánchez

«Del Atlántico al Pacífico, del río Bravo hacia el sur, toda ciudad mexicana tiene su mafia literaria local, compuesta principalmente por uno o dos capos (dos vacas sagradas locales) y un séquito de seguidores, admiradores y aduladores. No me interesa descubrir el hilo negro: esto es una verdad universalmente reconocida. Lo que me sorprende a veces es cómo fingimos no darnos cuenta, cómo vemos a esta mafia local como lo más normal del mundo. ¡Qué hipócritas somos! Y supongo que lo mismo sucede en los demás aspectos de nuestra sociedad. ¿Pero quiénes son estos señores, estos Tony Soprano? Los que se codean con el presidente municipal y el gobernador; los que deciden quién va a publicar en la editorial del gobierno; los que imparten talleres de literatura donde los asistentes duran años sin dar un paso adelante, eternamente estancados; los que deciden sin empacho quiénes irán al festival que organizan con el dinero de los contribuyentes (sus cuates, por supuesto); los que deciden quiénes aparecerán en las antologías (hoy por ti, mañana por mí; antológame que yo te antologaré; dame una plaza, licenciado, que yo respaldaré tu candidatura al municipio; publícame que yo te publicaré; prémiame que yo te premiaré, y un largo y aburrido etcétera). Y esto, que no tiene nada que ver con el acto de la creación literaria, en realidad carece de la mayor importancia, porque este semoviente por más sagrado que sea pocas veces logra trascender más allá de las vías del tren de San Juan de los Palotes. No me preocuparía tanto, y no escribiría sobre esto (hay hartos temas más interesantes) de no ser porque este sistema, esta manera de ver y organizar las cosas finalmente no hace sino estorbar al desarrollo del talento; pervertir a los escritores en ciernes, quienes desde muy pequeños aprenden que la única manera de progresar es besando traseros antes que ponerse a crear una obra literaria en serio. Usted no lo va a creer, pero en mi pueblo, San Juan de los Palotes, en la carrera de Letras Hispánicas hay dos asignaturas tituladas Literatura sanjuanpalotense I y Literatura sanjuanpalotense II (líbreme Dios de estar en ese programa), mismas que además ¡son obligatorias! para titularse. Ahí se les enseña a los jóvenes estudiantes todo un compendio de obras locales como si fueran clásicos de la lengua. Y por clásico me refiero a una obra tan ejemplar que es digna de imitarse. Por supuesto, quienes decidieron quién iba estar en el programa fueron los de la mafia local.

«Pero un escritor joven que comienza de manera titubeante debe saber que es posible progresar sin tener que pasar por el aro de fuego de la mafia literaria; debe saber que es posible aprender a escribir sin necesidad de los sabios consejos del rebaño sagrado: basta con trabajar mucho, con leer a Balzac y a Dostoyevski, con los consejos de autores como Carver, Chéjov, Hemingway, que se consiguen gratis en internet, con tener un diccionario y una gramática a la mano; que todo lo que necesita saber está en The Art of Fiction de John Gardner (hay traducción mexicana: El arte de escribir novela y otros tipos de ficción. Editorial Publigrafics, S.A. México, 1987); pero más importante que todo, debe saber que, en mi opinión, para ser escritor o artista, o en su defecto poeta, hay algo que no se enseña en un taller de literatura, y eso es la ética, la dignidad, la sensibilidad social, el compromiso con el arte y el oficio, con lo humano, con la honestidad. Honestidad ante todo. No puede haber un escritor de talento sin esto. Hay que quedarse en casa y ponerse a escribir y a corregir más en vez de andar en presentaciones de libros y talleres para recoger las migajas que deja Tony Soprano. La literatura mexicana será mejor, y más democrática, en la medida en que dejemos atrás estos vicios. Selah

martes, septiembre 08, 2015

Bolero - Julio Cortázar

Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.

Por ahí un papelito
que solamente dice:

Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.

Y este fragmento:

La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos

y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.

lunes, septiembre 07, 2015

Amor, amistad, sexo, placer - Michel Tournier

“La comparación entre amor y amistad se inclina primero a favor del amor. Frente a la pasión amorosa el vínculo amistoso parece ligero, insulso y poco serio. Y el amor se beneficia de varios milenios de celebración teatral, poética y novelesca. ¿Cómo podría la amistad evitar quedar mal en la comparación?

Pero cuando uno mira más de cerca, las ventajas del amor frente a la amistad son de una cualidad más que discutible. Una de las grandes diferencias entre ambos es que no puede haber amistad sin reciprocidad. No se puede sentir amistad por alguien que no siente amistad por uno. O es compartida o no es. Mientras que el amor, por el contrario, parece alimentarse de las desdicha de no ser compartido. El amor desgraciado es el principal resorte de la tragedia y la novela. «Amo y soy amado —decía el poeta—. Sería la felicidad si se tratara de la misma persona». Por desgracia, raramente se trata de la misma persona.

Hay otra diferencia aún más grave entre amor y amistad. Es que no puede haber amistad sin estima. Si nuestro amigo comete un acto que consideramos vil, deja de ser nuestro amigo. A la amistad la mata el desprecio. Mientras que el furor amoroso puede ser indiferente a la estupidez, a la cobardía, a la bajeza del ser amado.¿Indiferente? Incluso a veces se alimenta de toda esa abyección, como ávido, goloso de los peores defectos de la persona amada. Pues el amor también puede ser coprófago. 

Sin embargo, hay un dominio en el que el placer y la alegría se funden indisolublemente, es la sexualidad, y ello la hace incomparable. Pues el deseo sexual es un hambre del otro, y en muchos aspectos se parece a una pulsión canibalesca. El gusto violento por la carne del otro, su olor, los humores que secreta, tiene un tono claramente antropófago. Y cuando el sexo se queda a ese nivel, no está lejos de bascular hacia el sadismo. Pero ese impulso destructor es al mismo tiempo un acto creador, y el placer sexual se expande en la construcción de una vida en compañía. Pues el encuentro de dos personas que se aman inaugura una vida nueva, imprevista, incomparablemente más rica que la simple adición de sus respectivas cualidades.

(El espejo de las ideas)

sábado, septiembre 05, 2015

Eros y palabra - Silvia Miguens

«Pero “El sexo nunca es la clave de la historia", al decir de Baudrillard, "el acto sexual se entiende como un acto ritual, ceremonioso, guerrero, en el que la muerte es el desenlace inevitable. La forma emblemática de la consumación del desafío.” En la literatura, entonces, el efecto de la sensualidad es, a mi entender, casi superior al del sexo. Hacemos el amor con los personajes y más tarde con el lector porque probablemente escribimos desde nuestras carencias. Muchas veces entonces, puede que demasiadas, escribimos del amor, de la sensualidad y del erotismo. Tal vez, porque la escritura, la escritura desde el cuerpo no es más que un clamor, un silencioso grito de auxilio, una súplica de amparo. “No es que muera de amor, muero de ti. / Muero de ti, amor, de amor de ti, /de urgencia mía de mi piel de ti, /de mi alma de ti y de mi boca / y del insoportable que yo soy sin ti”. Sin duda que Sabines habla a una mujer en estos versos, pero por alguna extraña razón me sugiere una vez más el cuerpo de la escritura. La escritura de Sabines en el cuerpo de Sabines. Mi propia escritura provocando ansiedad en ese ser insoportable, arenal sin riego, que soy sin la escritura.»

"La práctica erótica de la palabra"
(uno de los textos a compartir en Literatura y erotismo)

viernes, septiembre 04, 2015

De enfoques, sombras y tejidos

Las fotos de un niño sirio en una playa de Turquía han sido reproducidas cientos de miles de veces. Boca abajo, camisa roja y pantaloncitos azules. El mar le da en la cara. Varios ángulos, llenos de colores. Motivo de ilustraciones, exclamaciones desde atrás de la pantalla. Simbólicamente, la imagen de la migración mundial. ¿Eran necesarias, informativamente hablando? Problemas de ética, estética, lógica.

En otro país el Poder Legislativo desaforó al titular del Ejecutivo y pocas horas después el susodicho fue a parar a la cárcel, lo que se comentó, no sin envidia, en este país donde se comprueban ilícitos a cada momento y no pasa nada. La superestructura está sólida. Los legisladores duermen y cobran. Aprueban. Los AIE funcionan, se coordinan.

En este rincón de la aldea global, las fotos y comentarios de redes sociales hacen la noticia, y el linchamiento. Todos se suman: unos defienden la libertad de expresión (de los chistes y la ultracorrección política hablaremos luego), otros la supuesta "privacidad" de las redes (como si no fueran parte ya del curriculum vitae), el dejar pasar o la violencia verbal como signo normalizado de estos tiempos. La "importancia" de los temas es a contentillo. Suelen ser discusiones de temas menores, no de ideas, de planeación, de cambios estructurales; los grandes (política, cultura, organización social) no se tocan o si se tocan a quienes corresponden se hacen de oídos sordos. Las sombras de la caverna de Platón ahora son virtuales, podemos darles like o gritarles, pero una discusión civilizada no es usual desde donde estamos la mayoría.

Como las matanzas, ajusticiamientos, ley fuga, muertes de leones y de mujeres y de estudiantes, casas mal habidas, plagios (de textos y de los otros) en pocos días los temas se olvidarán, a menos a la escala en que se dieron. ¿Y qué nos queda? ¿En qué nos cambian? 

Marshall McLuhan escribió esto antes de 1989:

"Todas las personas, entiendan o no los procesos de transmisión de datos computadorizados a alta velocidad, perderán sus viejas identidades privadas. Lo que sepa, estará a disposición de todos. De modo que en ese sentido, todos serán nadie. Todos entrarán en la actuación robótica […] Cuanto más se acelere el intercambio de información, más probabilidades tendremos de convertirnos en una nueva entidad robótica corporativa, desprovista de una especialización verdadera que ha sido la marca distintiva de nuestras viejas identidades privadas. Cuanto más información haya que evaluar, menos se sabrá."

Las autoridades de todos los niveles han agarrado de muletilla lo de "restaurar el tejido social", cuando desconocen las fibras de que está compuesto. Y como Penélope, deshacen en lo oscurito lo que hacen (¿?) en el día, en la espera de que todo siga igual.

jueves, septiembre 03, 2015

Revista Morbo 17

Les comparto la versión electrónica del número 17 de la revista Morbo, que dirige el poeta y amigo campechano José Landa. En ella encontrarán una breve entrevista que hice a Eusebio Ruvalcaba a propósito del libro Los 43, que él coordinó y recién se acaba de publicar.



Página en blanco (1)

Estuve horas 
y horas,
y horas
ante esa página en blanco.
Pero todo cambió 
cuando la Nación del Sueño atacó.



(Página en blanco 2)

miércoles, septiembre 02, 2015

Umbrales

Photo: Steve Jurvetson/Flickr
Confieso que leo, que leo sobre todo lo que me recomiendan los libros que voy leyendo. Lectura rizomática, quizá. Enrique Vila-Matas mencionó a Rodrigo Fresán, Fresán a Sergio Pitol, Pitol a... no sé, no recuerdo, pero creo que me seguí con El loro de Flaubert, recomendado por mi maestro Luis Cortés Bargalló. Y El sistema periódico de Primo Levi.

Antes, hace ya tiempo, en otra lectura saltó el nombre de Oliver Sacks, o mejor dicho, saltó el título El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Neurología, casos de psiques distorsionadas, por exceso o carencia. Esto no es una pipa, no soy yo. Y empecé a buscarlo, y una vez encontrado Un antropólogo en Marte, lo seguí buscando como busco a autores que me hipnotizan: Nabokov, Calvino, Roth, Auster...

Usualmente, al leer me siento "peligrosamente bien", aunque confieso que en determinados libros he tenido microsueños, a veces de microsegundos, pero suficientes para a veces formar imágenes nítidas. No duran pero son intensos. Como los espacios entre palabras. Tuve algunos al leer Alucinaciones. Del exceso a la depresión, del salvajismo a la ausencia de sensaciones, de los fantasmas a la muerte, en los libros de Sacks se aborda el afuera y el adentro del paciente con una sensibilidad que abarca cuerpo y alma, ambos hemisferios y los lóbulos, que sabe que somos física y química, pero también traumas, miedos, golpes, familia.

Me preocupan los conceptos de "locura", "normalidad", "déficit", "excitación", "sueño".

El cerebro, ese palacio, alberga cientos de habitaciones, en las que muchos no se atreven a entrar; cubre carencias, remeda necesidades, previene, acelera o ralentiza. Crea locuras reales o aparentes para salvarse. ¿De qué?

He tenido sensaciones de alargarme, he visto figuras geométricas, oído voces que no proceden de ningún ser humano cercano. Esa sensación de ver el mundo desde dentro de este cuerpo, de sentir (padecer) un cuerpo se duplica a veces en los casos que con pluma romántica describe Sacks. Su lectura enseña muchas mentes, transforma otras. Confirma que el arte puede salvar a unas más.

En ocasiones quiero escribir mis memorias pero me salen olvidos.

"Cada uno de nosotros es una narración singular, que se construye, continua, inconscientemente, por, a través de y en nosotros... a través de nuestras percepciones, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras acciones; y, en el mismo grado, nuestro discurso, nuestras narraciones habladas".

La duda ante la salud propia o del mundo. Ese (maldito) Yo que se monstruifica, que se ajena ante el caer de una hoja, ante un anuncio o un olor, que sufre de demasiada memoria o de tan poco y de tan corto plazo, el asombro, son los personajes de Sacks, reconocibles por muchos, que confundimos el libro de Sacks con un sombrero. Quizá lo sea.

martes, septiembre 01, 2015

De Oliver Sacks, un neurólogo romántico con el don de lo fabuloso


«El yo esencial del paciente es muy importante en los campos superiores de la neurología, y en psicología; está implicada aquí esencialmente la personalidad del enfermo, y no pueden desmembrarse el estudio de la enfermedad y el de la identidad. Esos trastornos, y su descripción y estudio, constituyen, sin duda, una disciplina nueva, a la que podríamos llamar "neurología de la identidad", pues aborda los fundamentos nerviosos del yo, el viejo problema de mente y cerebro. Quizás haya de haber, inevitablemente, un abismo, un abismo categorial, entre lo físico y lo psíquico; pero los estudios y los relatos, al pertenecer inseparablemente a ambos (y son éstos los que me fascinan en especial, y los que presento aquí, en realidad), sirven precisamente para salvar ese abismo, para llevarnos hasta la intersección misma de mecanismo y vida, a la relación entre los procesos fisiológicos y la biografía.

»La tradición de relatos clínicos ricos en contenido humano conoció un gran auge en el siglo diecinueve y luego decayó, con la aparición de  una ciencia neurológica impersonal. [A.R.] Luria decía: "La capacidad de describir, que tanto abundaba entre los grandes neurólogos y psiquiatras del siglo diecinueve, ha desaparecido casi totalmente... Hay que revivirla". Él mismo intenta revivir la tradición perdida en sus últimas obras, en La mente de un mnemotécnico y en El hombre con un mundo destrozado. Por tanto los historiales clínicos de este libro se entroncan en una tradición antigua: la tradición decimonónica de que habla Luria; la tradición del primer historiador médico, Hipócrates; y esa tradición universal y prehistórica por la que los pacientes han explicado siempre su historia a los médicos.

»Las fábulas clásicas tienen figuras arquetípicas: héroes, víctimas, mártires, guerreros. Los pacientes nerviosos son todas estas cosas... y en los extraños relatos que se cuentan aquí son también algo más. ¿En qué categoría emplazaríamos, en esos términos míticos o metafóricos, al "marinero perdido", o a los otros extraños personajes de este libro? Podemos decir que son viajeros que viajan por tierras inconcebibles... tierras de las que si no fuese por ellos no tendríamos idea ni concepción alguna. Precisamente porque me parece que sus vidas y periplos tienen el don de lo fabuloso es por lo que he utilizado la imagen de Las mil y una noches como epígrafe, y por lo que me he visto forzado a hablar de relatos y fábulas además de casos. En esos territorios anhelan unirse el científico y el romántico (a Luria le gustaba hablar de "ciencia romántica")...

» "En un caso como éste", me escribía Luria, "no hay recetas. Haga lo que su ingenio y su corazón le sugieran. Hay pocas esperanzas, puede que ninguna, de que se produzca una recuperación de la memoria. Pero un hombre no es sólo memoria. Tiene también sentimiento, voluntad, sensibilidad, yo moral... son cosas de las que la neuropsicología no puede hablar. Y es ahí, más allá del campo de una psicología impersonal, donde puede usted hallar medios de conmoverlo y de cambiarlo. Y las circunstancias de su trabajo le facilitan eso especialmente, pues trabaja usted en una Residencia, que es como un pequeño mundo, completamente distinto de las clínicas e instituciones donde trabajo yo. Es poco lo que puede usted hacer neuropsicológicamente, nada quizás; pero en el campo del Individuo, quizás pueda usted hacer mucho".»