lunes, agosto 31, 2015

Alucinaciones

Como un antropólogo en Marte, Freddy Krueger confundió a Darth Vader con un sombrero. Yo soy tu padre, dijo en la estrella de la muerte, lo repitió en la isla de los ciegos al color. Del sueño a la pesadilla, de la realidad a la fantasía: Oliver Sacks, Wes Craven, geniales, a su manera cambiaron nuestra percepción. Hoy han despertado.

sábado, agosto 29, 2015

Todo está en la voz - Paul Auster

«En mis libros, siempre intento dejar suficiente espacio en la prosa para que el lector la habite; porque en definitiva creo que es el lector, y no el autor, quien escribe el libro. En mi propio caso como lector (¡Y sin duda he leído más libros de los que he escrito!), encuentro que casi invariablemente me apropio de escenas y situaciones de un libro y las aplico a mis propias experiencias, o viceversa. Al leer Orgullo y prejuicio, por ejemplo, de pronto me di cuenta de que había situado todos los sucesos en la casa donde viví cuando era pequeño. Por minuciosa que sea la descripción que un autor hace de un lugar, yo siempre acabo convirtiéndolo en un escenario familiar. He preguntado a varios amigos si esto les sucede al leer ficción; algunos me han contestado que sí y otros que no. Creo que esto tiene mucho que ver con la relación que cada uno tiene con el lenguaje, con la forma en que responde a las palabras impresas en una página. Si las palabras son simples símbolos o son pasadizos para penetrar en nuestro inconsciente.

«Un escritor puede llegar a pasarse, a abrumar al lector con tantos detalles que no le deja aire para respirar. Tomemos un pasaje típico de novela. Un personaje entra en una habitación. ¿Qué elementos de esa habitación pretende describir el escritor? Las posibilidades son infinitas. Puede mencionar el color de las cortinas, el diseño del papel, los objetos en la mesa de café, el reflejo de la luz en el espejo. Pero ¿Cuánto de esto es realmente necesario? ¿La función del novelista consiste simplemente en reproducir sensaciones físicas por sí mismas? Cuando escribo, la historia ocupa siempre un lugar preponderante en mi mente, y siento que debo sacrificarlo todo por ella. Todos los pasajes elegantes, los detalles curiosos, la prosa considerada hermosa… si no son realmente relevantes para lo que intento decir, deben desaparecer. Todo está en la voz. Después de todo, uno está contando una historia, y su función consiste en hacer que la gente continúe escuchándola. La menor distracción o desvío conduce al tedio, y si hay algo que todos odiamos al leer un libro, es perder el interés, sentir aburrimiento, indiferencia por la frase siguiente. Al final, uno no escribe los libros que necesita escribir, sino aquellos que le gustaría leer a uno mismo.»

(Tomado de Experimentos con la verdad, Anagrama)

jueves, agosto 27, 2015

De La muerte y la doncella - Ray Bradbury

—Nos enterrará a todos —decían en el pueblo alejado por donde pasaba el tren.

—Los enterraré a todos —decía la vieja Mam, sola y haciendo solitarios en la oscuridad con barajas en Braille.

Y así fue.

Pasaron los años sin que otro visitante, fuera muchacho, muchacha, vagabundo o buhonero, llamara a la puerta. Dos veces por año un dependiente de almacén del lejano mundo, un viejo de setenta años, llegaba con paquetes que quizá eran semillas para pájaros, que podrían haber sido bizcochos de leche, pero que venían sin duda dentro de brillantes cajas de acero, con leones amarillos y demonios rojos pintados en las brillantes envolturas, y que el hombre dejaba en la galería de entrada, sobre el agitado mar de leña. Los alimentos podían quedar allí una semana, cocinados por el sol, helados por la luna, durante un adecuado período de antisepsia. Y una mañana desaparecían.
La carrera de la vieja Mam era esperar. Lo hacía bien, con los ojos cerrados y las manos entrelazadas y el vello de las orejas tembloroso, siempre escuchando, siempre lista.

De modo que no se sorprendió cuando el séptimo día de agosto de su nonagésimo primer año de vida, un joven de cara tostada por el sol cruzó el bosque y se detuvo delante de la casa.

Llevaba un traje como esa nieve que se desliza susurrando en lienzos blancos desde un tejado de invierno, para depositarse plegada sobre la tierra dormida. No tenía coche; había caminado un largo trecho, pero parecía fresco y limpio. No usaba bastón en que apoyarse ni sombrero para protegerse de los rayos aturdidores del sol. No transpiraba. Lo más importante es que sólo llevaba una cosa consigo: una botella de ocho onzas de un líquido verde brillante. Mirando hondamente en este color verde, sintió que estaba frente a la casa de la vieja Mam, y miró hacia arriba.

No tocó la puerta. Caminó lentamente alrededor de la casa y dejó que ella lo oyera andar en círculo.

(Completo, por acá, en Biblioteca Ignoria)

miércoles, agosto 26, 2015

De El Sistema Periódico - Primo Levi

«Destilar era bonito. Lo primero porque es un quehacer lento, filosófico y silencioso, que te tiene ocupado pero te deja tiempo para pensar en otra cosa, es un poco como montar en bicicleta.

»Pero ya no estamos en el tiempo de los duendes, los nícolos y los cobaldos. Somos químicos, o sea cazadores. Son nuestras "las dos experiencias de la vida adulta" de las que hablaba Pavese, el éxito y el fracaso, matar a la ballena blanca o destrozar la nave. No debe uno rendirse a la materia incomprensible, no se puede uno sentar encima de ella. Estamos aquí para eso, para equivocarnos y corregirnos, para encajar golpes y devolverlos. No nos tenemos que considerar nunca desarmados; la naturaleza es inmensa y compleja pero no impermeable a la inteligencia, tienes que cercarla, horadar, sondear, buscar el lugar de paso o construírtelo tú.

»[Un átomo de carbono] el que nos concierne, traspasa la barrera intestinal y entra en el torrente sanguíneo; emigra, llama a la puerta de una célula nerviosa, entra y suplanta a otro carbono que formaba parte de ella. Esta célula pertenece a un cerebro, y éste es mi cerebro, el de mi "yo" que escribe, y la célula en cuestión, y dentro de ella el átomo en cuestión, se encarga de mi labor de escribir, en un gigantesco y minúsculo juego que nadie ha descrito todavía. Es la célula que en este instante, surgiendo de un entramado laberíntico de síes y noes, hace a mi mano, sí, correr sobre el papel en una determinada dirección y dejarlo marcado con estas volutas que son signos: un doble disparo, hacia arriba y hacia abajo, entre dos niveles de energía, está guiando esta mano mía para que imprima sobre el papel este punto: éste.»

martes, agosto 25, 2015

Ícaro - Álvaro García

Lamento por Ícaro, de Herbert James Draper
La meta es como un túnel, se nutre de tiniebla.

Lo propio de las alas es quemarse
cinco minutos antes de llegar hasta el sol.

Toda meta es un túnel que te absorbe,
es una oscuridad que se alimenta
de tu propia sustancia y de tu olvido
y ese modo de muerte que es el conseguir.

Cuando uno logra un fin se queda triste.
La meta se lo traga.

Mejor ser el mejor sin beso de champán, sin aureola.
Y el sueño se ha quemado en su inminencia,
como sabiendo que vencer es chusco.

Tus sueños se han quemado de pura lucidez.

domingo, agosto 23, 2015

La muerte del intelectual y el auge del burócrata ilustrado - Andrés Villena Oliver

«De esta competición por los preciados espacios en revistas de Elsevier o Cambridge Journals se deriva la configuración del nuevo burócrata ilustrado, un nuevo hombre unidimensional muy alejado del intelectual de antaño, juzgado ahora como romántico, anticuado y poco pragmático, amado por sus alumnos y condenado al desempleo o a puestos temporales y de pobreza (el término “precario” es un eufemismo que no recubre la totalidad del problema). Los intereses de un profesorado y unos alumnos alienados por distintas razones están llamados a alejarse cada vez más, provocando un clima de frustración que desincentiva a los prometedores candidatos y ahoga a los profesionales en ejercicio. Aun así, hay todavía profesores que consideran que este sistema elimina a los incompetentes y a los vagos, manteniendo en la carrera a los verdaderos portadores de la vocación “científica”.»

Completo en SidesOut.

sábado, agosto 22, 2015

Ruido en la academia - Héctor G. Barnés

«El problema al que apunta esta pequeña reflexión es a la generación de ruido en un ámbito, el académico, en el que debería primar la calidad por encima de la cantidad. Sin embargo, el funcionamiento del sistema científico y universitario, en el que se debe producir mucho para justificar el propio trabajo y acreditar el esfuerzo en investigación, provoca todo lo contrario: que se favorezca la continua publicación de nuevos estudios. A su vez, esto da lugar a la competencia y la división de esfuerzos, así como a la generación de una gran cantidad de ruido que impide que lo verdaderamente significativo –y no lo más publicitado– perdure, de igual manera que el programa de televisión que complace los instintos más bajos del público engulle a aquellos quizá más minoritarios pero, a la larga, más reveladores.»

Leer más: Un estudio científico descubre que se publican demasiados estudios científicos. Noticias de Alma, Corazón, Vida

viernes, agosto 21, 2015

Literatura y erotismo


De literatura (y otras artes) y de erotismo (y sus variantes) desde septiembre estaré compartiendo algunos textos (escritos y visuales), en un taller en el Centro de las Artes de San Luis Potosí. Ojalá se animen para platicar, debatir y crear sobre estos temas.

Más de la oferta académica para el semestre en el Ceart por acá en esta liga.
Preinscripciones aquí.

jueves, agosto 20, 2015

Ironía (3)

«Es la ironía de Sócrates una expresión de revuelta?, ¿de resentimiento plebeyo? ¿Disfruta, como oprimido, de su propia ferocidad en las cuchilladas del silogismo?, ¿se venga en los nobles a los que fascina? Cuando se es dialéctico se tiene en la mano un instrumento inmisericorde; con él se puede hacer de tirano; se deja en ridículo al otro cuando se le vence. El dialéctico pone a su adversario en la necesidad de demostrar que no es un idiota: hace que se enfurezca y al mismo tiempo le deja inerme. El dialéctico depotencia el intelecto de su adversario...»

Federico Nietzsche, El crepúsculo de los dioses

martes, agosto 18, 2015

La palabra pugna por salir - Federico Jovine Bermúdez

La palabra que pugna por salir de la garganta refleja la intención del emisor. La cresta de la ola al percutir contra la costa ha de ser un espejo desgarrado en el convexo universo de la anémona. Una estrella que brilla en otros cielos

puede ser una galaxia reflejada en sí misma, o en la eterna ardentía de una flor. Sé que alguna vez quisiste ser amante y luego tan solo fuiste pan y vino de consagrar. Desde entonces quedó tu cuerpo desnudo colgando a cara o cruz sobre

mis íntimos calvarios en donde aún te aguardo como a una diosa ardiente que libre de pecado se resiste a morir entre mis brazos, porque habrás de ser siempre la eterna clave necesaria para iniciar el ardoroso proceso del comienzo.

lunes, agosto 17, 2015

La invasión de las siglas - Dámaso Alonso

A la memoria de Pedro Salinas, a quien 
en 1948 oí por primera vez la troquelación
«siglo de siglas».

USA, URSS.

USA, URSS, OAS, UNESCO:
ONU, ONU, ONU
TWA, BEA, K.L.M., BOAC
¡RENFE, RENFE, RENFE!

FULASA, CARASA, RULASA,
CAMPSA, CUMPSA, KIMPSA;
FETASA, FITUSA, CARUSA,
¡RENFE, RENFE, RENFE!

¡S.O.S., S.O.S., S.O.S.,
¡S.O.S., S.O.S., S.O.S.!

Vosotros erais suaves formas:
INRI, de procedencia venerable,
S.P.Q.R., de nuestra nobleza heredada.
Vosotros nunca fuisteis invasión.
Hable
al ritmo de las viejas normas
mi corazón,
porque este gris ejército esquelético
siempre avanza
(PETANZA, KUTANZA, FUTRANZA);
frenético
con férreos garfios (TRACA, TRUCA, TROCA)
me oprime,
me sofoca,
(siempre inventando, el maldito, para que yo rime:
ARAMA, URUMA, ALIME,
KINDO, KONDA, KUNDE).
Su gélida risa amarilla
brilla
sombría, inédita, marciana.
Quiero gritar y la palabra se me hunde
en la pesadilla
de la mañana.

Legión de monstruos que me agobia,
fríos andamiajes en tropel:
yo querría decir madre, amores, novia;
querría decir vino, pan, queso, miel.
¡Qué ansia de gritar
muero, amor, amar!

Y siempre avanza:
USA, URSS, OAS, UNESCO,
KAMPSA, KUMPSA, KIMPSA,
PETANZA, KUTANZA, FUTRANZA...

¡S.O.S., S.O.S., S.O.S.!
Oh, Dios, dime,
¿hasta que yo cese,
de esta balumba
que me oprime,
no descansaré?

¡Oh dulce tumba:
una cruz y un R.I.P.!

sábado, agosto 08, 2015

Cuadragésima Tercera Palabra - Juan Carlos Bustriazo Ortiz

Adónde vas, poeta nochernícola,
de austera sal, de halo melancólico?
Y el primo amor, o bien, el tu penúltimo?
Y el vaso azul? Erótico y arqueólogo
te sientes bien, mi vate, muy católico?
Eres o no el juglar, el archimítico,
el hacedor maniático, elegíaco
de tu canción? O estrilas de neurótico
talante, o vas de túnica, de báculo
por la vastura de la noche eólica?
Ay semoviente, austral humano mágico,
nómade Juan, desnudo en lo fonético?

                 (Ruta 5, divagando bajo el
                  pánfilo viento)

                           de Libro del Ghenpín (1977), 2004

miércoles, agosto 05, 2015

Correspondencia apócrifa


"Usted, respetabilísimo señor Beethoven, es un romántico. Y su Quinta Sinfonía es una catedral donde es posible sentir el romanticismo en carne propia. Sentir en cada rincón el vuelo poderosos del ala romántica. Desde que la sinfonía arranca, ya no hay descanso posible. Comprende una vastedad sonora, un torrente telúrico, proveniente desde las entrañas mismas de la tierra. Más bien, es una sinfonía indescriptible. Nosotros quisimos hacer eso —cuando digo nosotros pienso en los Beatles como grupo punzo-cortante en lo que a creatividad se refiere. Y creo que lo logramos. Que la gente oyera nuestra música, y que su vida interior se modificara, que creciera ante sí misma y ante los demás. Yo me aventuraría a decir que Help es nuestro álbum más radical. O cuando menos el más representativo de lo que nosotros queríamos hacer en música en aquellos momentos. De hacia donde tiraban los nuevos sonidos. O lo que para nosotros representaba una sonoridad más vasta y poderosa".
Carta de John Lennon a Beethoven

martes, agosto 04, 2015

Cómo se edita un libro: las cinco reglas de Botsford

Traducido por Daniel Gascón y tomado de su blog.
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[Gardner Botsford fue editor de The New Yorker. En este extracto de Life of Privilege, Mostly, expone unas reglas para editar un texto.]

A principios de 1948, la entrega de «Carta desde París» y «Carta desde Londres» se trasladó desde el domingo a un día más civilizado de la semana, y a mí me trasladaron con ella. Otra persona pasó a encargarse de las noches de domingo y empecé a dedicar la mayor parte del tiempo a editar largas piezas factuales:«Perfiles», «Reportajes» y textos de ese tipo. Seguí editando a Flanner y Mollie Panter-Downes –de hecho, a partir de entonces edité todo lo que cualquiera de los dos escribiese para la revista–, y también me asignaron a varios escritores de primera clase del New Yorker, con muchos de los cuales formé alianzas permanentes. Eso implicaba menos tiempo con los escritores de menor calidad con los que había empezado, los Helen Mears y Joseph Wechsberg. Helen Mears era una escritora olvidable; a Joseph Wechsberg lo recordaré siempre. Era un incordio, un Mal Ejemplo y un rito de paso para cada editor junior. Para empezar, era checo y en realidad nunca aprendió inglés. (Aquí hay una observación biológica de Wechsberg que he conservado intacta a lo largo de los años: «Sin los largos hocicos de los abejorros, los pensamientos y el trébol rojo no pueden ser fructificados».) Además, había empezado como escritor de ficción (ahora es más conocido, si es que se le conoce por algo, por algunos relatos que publicó en la revista antes de la guerra) y, cada vez que los datos que necesitaba resultaban elusivos, se los inventaba. Como su escritura estaba desvinculada de la gramática, el vocabulario y la cordura (ver arriba), podía escribir muy deprisa, y no había nadie más prolífico que él. Sandy Vanderbilt siempre decía que había editado más a Wechsberg que yo, y que había editado más a Wechsberg de lo que el propio Wechsberg había escrito, por culpa de una pesadilla recurrente en la que trabajaba en un manuscrito implacable e interminable de Wechsberg que seguía supurando por mucho que Sandy trabajara, pero cuando fuimos a la morgue y sacamos el archivo de Wechsberg, ninguno de los dos podía recordar quién había editado qué, o, para ser más precisos, quién había escrito qué. Lo que nos molestaba era que Wechsberg era inmensamente popular entre los lectores, lo que quería decir que nosotros éramos inmensa, aunque anónimamente, populares entre los lectores. Cuando llegaron algunos editores que eran todavía más juniors que yo –Bill Knapp, Bill Fain, Bob Gerdy y un par de figuras más transitorias–, les asignaron a Wechsberg y yo quedé libre al fin. No totalmente libre, por supuesto.

Como la revista publicaba cincuenta y dos números al año, la mayoría de los cuales contenía (entonces) al menos dos piezas factuales, era demasiado esperar que los escritores de primera fila pudieran satisfacer esa demanda. Eso abrió la puerta a escritores de segunda línea y yo (como Sandy, Shawn y todos los demás) tenía que echar una mano. Era el tipo de trabajo que me llevó a una serie de conclusiones sobre la edición.

Regla general n.º 1: Para ser bueno, un texto requiere la inversión de una cantidad determinada de tiempo, por parte del escritor o del editor. Wechsberg era rápido; por eso, sus editores tenían que estar despiertos toda la noche. A Joseph Mitchell le costaba muchísimo tiempo escribir un texto, pero, cuando entregaba, se podía editar en el tiempo que cuesta tomar un café.

Regla general n.º 2: Cuanto menos competente sea el escritor, mayores serán sus protestas por la edición. La mejor edición, le parece, es la falta de edición. No se detiene a pensar que ese programa también le gustaría al editor, ya que le permitiría tener una vida más rica y plena y ver más a sus hijos. Pero no duraría mucho tiempo en nómina, y tampoco el escritor. Los buenos escritores se apoyan en los editores; no se les ocurriría publicar algo que nadie ha leído. Los malos escritores hablan del inviolable ritmo de su prosa.

Regla general n.º 3: Puedes identificar a un mal escritor antes de haber visto una palabra que haya escrito si utiliza la expresión «nosotros, los escritores».

Regla general n.º 4: Al editar, la primera lectura de un manuscrito es la más importante. En la segunda lectura, los pasajes pantanosos que viste en la primera parecerán más firmes y menos tediosos, y en la cuarta o quinta lectura te parecerán perfectos. Eso es porque ahora estás en armonía con el escritor, no con el lector. Pero el lector, que solo leerá el texto una vez, lo juzgará tan pantanoso y aburrido como tú en la primera lectura. En resumen, si te parece que algo está mal en la primera lectura, está mal, y lo que se necesita es un cambio, no una segunda lectura.

Regla general n.º 5: Uno nunca debe olvidar que editar y escribir son artes, o artesanías, totalmente diferentes. La buena edición ha salvado la mala escritura con más frecuencia de lo que la mala edición ha dañado la buena escritura. Eso se debe a que un mal editor no conservará su trabajo mucho tiempo, mientras que un mal escritor puede continuar para siempre, y lo hará. La buena escritura existe al margen de la ayuda de cualquier editor. Por eso un buen editor es un mecánico, o un artesano, mientras que un buen escritor es un artista.

lunes, agosto 03, 2015

El peligro de la indiferencia - Melissa Pritchard

«¿Por qué escribir? ¿Por qué añadir al tumulto del mundo? Su competencia es feroz... contra la televisión, cine, video, todos los medios de comunicación social, contra los libros de otros escritores, vivos y muertos. […] Cada vez es más difícil publicar lo que se llama "ficción"; incluso el mercado del best-seller ya no es lo que era. Pilas de libros se devuelven a los almacenes de todos los días, incluso las editoriales dependen de los libros de gran éxito para financiar los libros más serios, menos lucrativos. ¿Y cómo nos hemos vuelto nosotros, escritores de literatura, cada vez más lejanos del alma de nuestra cultura? ¿Cómo hemos llegado a ser tan casi innecesarios? En otras partes del mundo, ser un escritor es colocarse en peligro físico; sus palabras podrían invitar a su propia muerte. En otras partes del mundo, ser un escritor es una vocación heroica, por la cual puede ser encarcelado, torturado, "desaparecido". Por otra parte, miles de personas pueden reunirse para escucharle; como poeta puede ser elegido para el más alto cargo político. En algunas partes de este mundo, el poder del lenguaje todavía está profundamente conectado con el alma del pueblo. La obra de Whitman fue recibida inicialmente con indiferencia. En el momento de su muerte fue considerado como un genio y un santo, o un abandonado y degenerado, dependiendo de la perspectiva. Pero no era en absoluto indiferente.

»Estamos en peligro, creo, de acostumbrarnos a la indiferencia, de ser mantenidos dentro de los talleres de escritura, conferencias y seminarios en los que escribimos y leemos a un disminuido, un cerrado círculo de admiradores. Casi resignados a este destino periférico, caemos entonces en la tentación de tomarnos demasiado en serio, tanto como el reconocimiento del ego lo permita, en términos de premios literarios, subvenciones y publicaciones en revistas, pero no lo suficientemente en serio como para ser testigos esenciales de nuestro tiempo.»


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Tomado de Art as a Form of Active Prayer and What Writers Really Labor For (brainpickings.org)

domingo, agosto 02, 2015

Berenice - Edgar Allan Poe

"Meditar infatigablemente durante largas horas, con mi atención fija en algún frívolo dibujo sobre el margen o en el texto de un libro; permanecer absorto la mayor parte de un día de verano en una curiosa sombra cayendo oblicuamente sobre el tapiz o sobre el suelo; olvidarme de mi mismo durante una noche entera, espiando la firme llama de una lampara; soñar toda una jornada con el perfume de una flor; repetir monótonamente alguna palabra vulgar, hasta que el sonido, a causa de las frecuentes repeticiones, cesara de ofrecer una idea cualquiera a la mente; perder todo sentido de movimiento o de existencia física por medio de una absoluta inmoviliad corporal, larga y persistentemente mantenida..."

Y es que... ya se me olvidó. Cuento de Poe completo por acá.