viernes, septiembre 04, 2015

De enfoques, sombras y tejidos

Las fotos de un niño sirio en una playa de Turquía han sido reproducidas cientos de miles de veces. Boca abajo, camisa roja y pantaloncitos azules. El mar le da en la cara. Varios ángulos, llenos de colores. Motivo de ilustraciones, exclamaciones desde atrás de la pantalla. Simbólicamente, la imagen de la migración mundial. ¿Eran necesarias, informativamente hablando? Problemas de ética, estética, lógica.

En otro país el Poder Legislativo desaforó al titular del Ejecutivo y pocas horas después el susodicho fue a parar a la cárcel, lo que se comentó, no sin envidia, en este país donde se comprueban ilícitos a cada momento y no pasa nada. La superestructura está sólida. Los legisladores duermen y cobran. Aprueban. Los AIE funcionan, se coordinan.

En este rincón de la aldea global, las fotos y comentarios de redes sociales hacen la noticia, y el linchamiento. Todos se suman: unos defienden la libertad de expresión (de los chistes y la ultracorrección política hablaremos luego), otros la supuesta "privacidad" de las redes (como si no fueran parte ya del curriculum vitae), el dejar pasar o la violencia verbal como signo normalizado de estos tiempos. La "importancia" de los temas es a contentillo. Suelen ser discusiones de temas menores, no de ideas, de planeación, de cambios estructurales; los grandes (política, cultura, organización social) no se tocan o si se tocan a quienes corresponden se hacen de oídos sordos. Las sombras de la caverna de Platón ahora son virtuales, podemos darles like o gritarles, pero una discusión civilizada no es usual desde donde estamos la mayoría.

Como las matanzas, ajusticiamientos, ley fuga, muertes de leones y de mujeres y de estudiantes, casas mal habidas, plagios (de textos y de los otros) en pocos días los temas se olvidarán, a menos a la escala en que se dieron. ¿Y qué nos queda? ¿En qué nos cambian? 

Marshall McLuhan escribió esto antes de 1989:

"Todas las personas, entiendan o no los procesos de transmisión de datos computadorizados a alta velocidad, perderán sus viejas identidades privadas. Lo que sepa, estará a disposición de todos. De modo que en ese sentido, todos serán nadie. Todos entrarán en la actuación robótica […] Cuanto más se acelere el intercambio de información, más probabilidades tendremos de convertirnos en una nueva entidad robótica corporativa, desprovista de una especialización verdadera que ha sido la marca distintiva de nuestras viejas identidades privadas. Cuanto más información haya que evaluar, menos se sabrá."

Las autoridades de todos los niveles han agarrado de muletilla lo de "restaurar el tejido social", cuando desconocen las fibras de que está compuesto. Y como Penélope, deshacen en lo oscurito lo que hacen (¿?) en el día, en la espera de que todo siga igual.

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