viernes, junio 05, 2015

Embrujado

Ya no tenía ganas de leer. Apenas tomaba un libro del librero (o de abajo de la cama, del sillón reclinable (cubierto de libros pero también de ropa, sucia o limpia, no lo sé) y me ganaban las ganas de entrar a la red, a ver si había mensajes o fotos de gatitos, lo que fuera. Procrastinador desde joven, el internet me ha hecho aislarme más, llenarme de nada y posponer todo.

No conseguía leer más de cinco líneas seguidas. Estaba mal y lo sabía.

Fue entonces que compré el libro en las vías, a un viejito medio loco, muy parecido a un escritor que conocí hace mucho, en la ciudad de México, aunque creo que no era él. Con su pasta dura oscura, raidísima, me costó solo tres pesos. Dijo que el libro no concede deseos pero despierta demonios que no dejan dormir, y que siempre se tiene que vender por menos de lo que se pagó por él. Me sonaba...

Parece que siempre, cada página, tiene un nudo nuevo, que no puede dejarse de lado. Aunque muero de sueño quiero seguir leyéndolo, con sus intrigas y retorcimientos. Es interesante, estéticamente perfecto, pero destila maldad: el demonio, como me contó el viejo vendedor de viejo, sabe dónde esconderse: elige la palabra adecuada.

No sé quién empezó a decir que me veía muy mal, como muerto o embrujado. Yo no creo en esas cosas, les dije a varios, pero movían la cabeza con desgano, como "dándome el avión". Hubo uno que me dijo que el que yo no creyera en la brujería no significa que no existe.

Casi no he dormido, y cuando lo hago tengo pesadillas. Los caminos del sueño son misteriosos: las pesadillas son una forma de completar el libro, de inmiscuirme en la obra.

Pero no creo en eso. Son solo ideas.

Debe ser que ya no he vuelto a escribir y me siento intranquilo. ¿Alguien quiere ese libro por dos pesos?






No hay comentarios.:

Publicar un comentario