lunes, marzo 16, 2015

"Por amor y por nostalgia" (Miguel Donoso Pareja, 1931-2015)

«Conocí a César Yáñez en San Luis Potosí, de donde en buen parte soy, por amor y por nostalgia. César ha vuelto a la ciudad que le quedaba chica, que lo inmovilizaba como una camisa de fuerza, pero ahora se reconoce en ella, ha descubierto la verdadera armonía de San Luis, no la aparente y letárgica sino esa que, como las matemáticas, según palabras de Albert Lautman, vive gracias a “la solidaridad del todo y de sus partes, la conversión de propiedades de relación a propiedades intrínsecas, al paso de la imperfección a lo absoluto”, donde “los contrarios no se oponen sino que son capaces de componerse entre ellos.»

Miguel Donoso Pareja.
Prólogo a Las cartas del loco, de César Yáñez.

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«No soy responsable de que se hiciera un volumen de mis cuentos completos, eso lo tiene cualquiera, es un lugar común. Algún día publicaré Cuentos incompletos y uno así casi que va más con mi onda. Casi, inquiere el lineal. Casi nada, replica el retorcido Sin saber si habrá un día que sea algún. Es decir posible.

»Pero no poder ir a Quito tuvo su precio. Además de no ver la nalguita de dios, que tiene sus encantos sin duda alguna, no pude saludar y conversar con amigos muy apreciados que llegaron a Quito. Estoy particularmente triste por no ver a Juan Villoro. 

»En el transcurrir de los días me vi constantemente beneficiado: homenajes, ediciones de libros, elogios, entrevistas, incluso televisivas. Más parecía un cantante que un escritor, no me quejo, simplemente lo señalo. Es triste sentirse un Maradona cualquiera recontra famoso y adorado por las masas, cuando uno aspira a ser un casi anónimo escritor, Onetti, Rulfo, Monsiváis, Galeano etc., más solitarios que la gran flauta.»

Último discurso de Miguel Donoso Pareja.
Tomado de El Comercio.

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«Mi vida no sería lo que es sin ese maestro que me aceptó en su taller cuando yo tenía quince años. Me tomó increíblemente en serio, como si yo fuera un escritor de verdad, me invitó a acompañarlo a los talleres que tenía en la provincia, permitiéndome conocer mejor mi país, me regaló libros y se convirtió en un maestro no sólo de la literatura sino de la vida. En un momento decisivo, me 'echó' de su taller. Yo ya llevaba cuatro años ahí y corría el peligro de volverme adicto a sus correcciones. "Tienes que caminar por tu cuenta", me dijo. Fue uno de los momentos más difíciles de mi vida. También fue uno de los más provechosos.

«Miguel me ayudó no sólo a escribir, sino a ser independiente. No hay un solo día en que no piense en él. Es mucho lo que le debo; es más lo que me queda por pagarle.»

Juan Villoro.
Entrevista para El Comercio.

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