domingo, abril 13, 2014

Jerusalén - Giovanni Papini

«El cortejo se aproximaba a la ciudad enemiga con la furia sonora de un torrente desbordado. Estos campesinos, estos aldeanos, van delante, rodeados de un móvil simulacro de bosque, como queriendo llevar dentro de las murallas un poco de campo y libertad. Los más atrevidos han cortado a lo largo del camino ramas de palmera, olivo, mirto y sauce, como para la fiesta de los tabernáculos. Y las agitan en alto mientras claman las apasionadas palabras de los salmos mirando al ardiente rostro del que viene en nombre de Dios.

»La primera legión cristiana está a las puertas de Jerusalén y las voces de homenaje no se callan: "¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!" Estos gritos llegan a oídos de los fariseos, altivos y severos, a ver qué sediciosa gritería era aquella. Y los gritos han escandalizado a aquellos prudentes oídos, han conturbado a aquellos corazones recelosos. Algunos de ellos, bien envueltos en sus capas doctorales,  gritan a Jesús de entre la muchedumbre: "¡Maestro, reprende a tus discípulos! ¿No sabes que tales palabras sólo al Señor pueden dirigirse y al que venga en su nombre?"

»Y él, sin detenerse:

»—¡Yo os digo que si éstos callan, gritarán las piedras!

»Con aquella respuesta, Jesús no sólo ha confirmado ser el Cristo, pues es, además, una declaración de guerra. En efecto, el nuevo rey, apenas entrado en su ciudad, da la señal de asalto.»

(Historia de Cristo, Alamah, 2002)

1 comentario:

  1. Anónimo9:24 a.m.

    A mi me hubiera gustado oir a las piedras :P

    ResponderBorrar