Apuntes discutibles a propósito de la película Daniel y Ana (Michel Franco, 2009).
No necesariamente sentimientos, pero un acto sexual en una obra de arte (o al menos comunicativa) debería mostrar y provocar emociones. La denuncia debe ser manejada de forma inteligente para provocar una reacción más allá del azoro de la concurrencia. El coito debería ser el momento de encuentro o desencuentro de dos personajes, no el protagonista; disparador o desenlace de una trama, no ambos. Las malas actuaciones echan a perder las mutaciones anímicas de cualquier vida, sea actuada o "real".
¿Una telenovela (o caso de la vida real de dos horas) con esbozos de porno soft?
Es fácil caer en la trampa, un buen momento porno en cualquier obra y ya están la mitad de las butacas ocupadas. Así de estúpido es el ser humano.
ResponderBorrarUn abrazo.