viernes, noviembre 30, 2007

Cualquier parecido...

"Era lo único que quedaba de un hombre que ahora se ocupaba de acrecentar su egolatria y de regodearse en si mismo como si fuera más, mucho más, sin comparación, sin nada que lo detuviera, sin nadie que osara embarrarle en su cara la menor contradicción, como si fuera el centro del mundo".

Eusebio Ruvalcaba, Banquete de gusanos, Colofón, México, 2003.

Es lo único que queda, pero parece no saberlo.

miércoles, noviembre 28, 2007

MJO: huida y retorno de la literatura potosina

Él se dijo “peregrino que ha muchos años busca la tierra prometida” (Canto del regreso). Hoy, en tiempos de globalización o mundialización, le podríamos llamar nómada, vagabundo, como también se dio en llamar a los antiguos habitantes de la Gran Guachichila, la tierra de este poeta.

En el desierto, hay calma aparente pero todo tiene vida. Hay florecimientos, ciertamente extraños, aunque las flores desérticas tienen colores y un olor propio que no todos tienen la sensibilidad de apreciar. “La piedra tiene acentos”, escribió nuestro homenajeado, Manuel José Othón, quien quiso huir del desierto pero volvió a él, tuvo que volver, a pesar de sentirse amenazado por “la tenaza del odio, de la envidia el corvo diente y el venenoso aliento de las almas por la corte oprimidas” (Nostálgica).

Como se ha dicho en los recientes estudios sociales y antropológicos sobre migración, movilidad social, o nomadismo, la necesidad de salir de un ambiente natural se da por necesidad o por gusto, y es significativa en este siglo, aunque en el poeta que habitó esta casa se inicia esta ensoñación por la libertad fuera del desierto. Necesidad económica vuelta tradición, escape o búsqueda de tesoros (culturales y de los otros), accidente al caer en la madriguera de un conejo o aburrimiento como el de Sindbad, refugio político o sueño americano. A pesar de las enseñanzas sociales el deseo o necesidad de escape es parte del ser más íntimo.

¿Qué nos expulsa de un lugar, de una ciudad y qué es lo que nos hace regresar? En el caso de San Luis Potosí la literatura considerada (o adoptada) como local o regional ha sido producida las más de las veces fuera de sus límites geográficos, y mucha ha sido tomada de otros lares por la estancia —corta o larga— de autores que se han establecido en este estado que presume de ser tradicionalmente cultural, cuya capital fue fundada en 1592 y que se distingue por un conservadurismo que apenas se empieza a diluir.

El poeta que habitó esta casa quiso huir a la gran ciudad pero se refugió en el desierto, donde a pesar de su sordera llegó a oìr todos sus secretos. ¿Y qué artista no ha querido huir a escuchar “estrofas de una lira soberana y versos de un divino florilegio” (Himno de los bosques)?

En lo que representa el más reciente esfuerzo antologador a nivel estatal, el escritor potosino David Ojeda se duele de que las dos obras de autores potosinos más conocidas son “El brindis del bohemio”, de Guillermo Aguirre y Fierro, y el Himno Nacional Mexicano, de Francisco González Bocanegra. La sede del programa estatal de literatura es la Casa López Velarde, en honor al poeta de Jerez, Zacatecas. En el panorama literario nacional de la actualidad figuran nombres como Margarito Cuellar, Luis González de Alba o Socorro Venegas, que aunque nacidos en San Luis Potosí tienen ya lo que podríamos considerar “denominación de origen” de otras entidades.

En la revista regional Ventana Interior el poeta potosino Jaime Loredo escribió sobre un libro que vio en una librería de viejo, una antología de 1908 o 1910 en la que se incluía a Ramón López Velarde como una concesión a la provincia. No reconoció a ningún otro autor antologado, pero se alegra del provincianismo que entraña ese mirar el mundo como si lo hiciéramos por primera vez. Y, estoy de acuerdo, lo maravilloso del mundo (la naturaleza, la poesìa, una buena puesta en escena), que alegraba hasta las lágrimas a Othón lo hace provinciano, pero es tan provinciano como El Quijote, como bùsqueda y hallazgo de una riqueza no citadina, no en el sentido peyorativo que tanto gustan de esgrimir algunos habitantes de la ciudad de México.

La muerte de Manuel José Othón significó el rescate de su casa natal, y cabe decir que ha sido la única de un artista potosino que ha sido restaurada y en la que se ha integrado un museo, el Othoniano, y la calle toda lleva su nombre. En su honor su nombre ha sido tomado por un centro educativo de corte josefino, durante mucho tiempo el único de su tipo, cuyo significado social es hasta cierto punto elitista —Othón diría burgués—, por ser un colegio privado, de paga, lo cual es por lo menos una ironía, dadas las condiciones en que vivió y murió Manuel José.

“Poeta local por antonomasia, potosino universal, tótem y botín, feudo local y manzana de la discordia”, según el escritor Ignacio Betancourt (1998). ¿Cuántos saben quién fue quien dio nombre al colegio, a la calle, al museo?¿Cuántos potosinos lo han leído? ¿Qué significaron su vida y su muerte para esta ciudad?

En fin, Othón, potosino a pesar de todo, a pesar de sí mismo, quien dedicó su libro Poemas rústicos —“la mejor hoja de su diadema” según el sacerdote escritor Joaquín Antonio Peñalosa— a la ciudad de Guadalajara, “porque en ella están vinculadas las más hondas pasiones de mi alma”.

El poeta nació el 14 de junio de 1858 y murió el 28 de noviembre de 1906, hace 101 años. Era la época de Benito Juárez y la de la paz porfiriana, la de la influencia y amor-odio a Francia, la época en la que San Luis Potosí fue cuna de los ideales revolucionarios, aunque en las formas era aún un gran monasterio apostado en el altiplano.

El poeta pensaba, según se trasluce en sus cartas y en su obra, en su legado artístico, en pasar a la historia, en ser eterno a través de su obra y por eso Manuel José negó parte de su producción temprana, reconociendo sólo dos libros, y aderezó sus conversaciones dando a conocer títulos de poemas o de dramas que jamás fueron escritos o bien no fueron editados por este pudor orgulloso de Othón, pero que llenan biografías y cuadros costumbristas del poeta y de su época.

Querer que la obra trascienda, sobre todo cuando se sabe que es buena, no es un signo de soberbia, sino un ansia de trascendencia que pone en comunión al artista con su entorno y con su tiempo, sobre todo cuando el cuerpo se siente frágil. No por nada sus dramas más conocidos son Después de la muerte y El último capítulo. Enfermo y provinciano, en materia de dinero Othón se sentía “no un Quijote sino un pendejo, que viene a ser lo mismo” (Montejano, 1979:119), y acierta Betancourt (1993:13) cuando asegura que en la obra de Othón “más que arrepentimiento hay conciencia de la imposibilidad, más que pecado hay impotencia”. Las ganas de vivir no se acaban por no tener los medios para hacerlo, y eso demostró Othón a pesar de los intentos de beatificarlo. En todo caso, patrón de los que huyen, de los que se dan cuenta de las carencias.

“¡Qué profunda sepultura!... ¡El olvido!”, escribió, y este afán de pasar a la posteridad para bien de una sociedad lo obligaba a hacer “un estudio de cada palabra, de cada cláusula, de cada oración”, por lo cual todo mundo creía que era flojo para escribir (Montejano, 1997:86). Para terminar una obra su mecenas le ofreció todo el vino que pudiera tomar cuando la hubiera entregado.

Autocensura o miedo a perder el objeto amado, ciertamente Othón conocía las circunstancias y los juicios sociales de su época, pues no dejó traslucir su gusto por otras mujeres y las encubrió en la naturaleza, en el trueno, en manuscritos que se publicaron tras su muerte. Juró, pero puso por testigos a Dios y “la santa memoria” de su madre, que no engañó a Pepita, su novia y luego su esposa durante 23 años, pero alcohol y mujeres fueron la constante, como buen poeta: “¡siempre insistiendo en la quemante lumbre, fascinada y tenaz la mariposa!” (Cansancio).

Las encubrió en la nostalgia, en el desánimo de cuando la edad ya no permite los escarceos que el artista quisiera. ¿Pecado y arrepentimiento, como dice Montejano, o frustración no sólo física?

Consciente de sus dolencias, sentía como muchos lo sentimos un amor también enfermizo por ésta, su tierra natal, que le daba “desesperación, más que la muerte” (Nostálgica), pero con las salvedades que aún persisten. Hablando de El último capítulo, que tuvo gran éxito, le contaba a su esposa Pepita: “creo que fuera de aquí [de San Luis Potosí] en cualquiera de los centros intelectuales de la república, tendría uno [éxito] mucho mayor, porque será mi obra tanto más apreciada cuanto más entendida” (Montejano, 1997:79).

Fascinado por la ciudad de México, le comentó a su esposa que “la Lonja de San Luis, fuera del tamaño y comodidades del edificio, es cursi y vale un demonio” (Montejano, 1979:114) y añadía: “aquí está nuestro lugar, es nuestra ciudad, aunque la hemos amado de lejos. Así me lo dicen todos, amigos y conocidos, por ti y por mí; y de cualquier manera, aquí nos vendremos definitivamente”. (Montejano, 1979:129).

Por algo el novelista de la revolución Jorge Ferretis lo acusó de “príncipe… tipo exacto del colono mental, extranjero por aspiración” (Montejano, 1979:158), lo que ha sido desmentido por los biògrafos del poeta.

Más aún, en otra carta confesó a un amigo “hace seis años que salí de mi tierra sin intención de volver a ella” (Montejano, 1979:111). Regreso forzado por circunstancias familiares, o salud, o miedo, Othón llegó a San Luis a “recoger las sagradas memorias” con que ungiría “de nuevo mis moribundas glorias” (Canto del regreso). Una maldición que se repite, una constante en un lugar que presume de estar en medio del triángulo Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. Ojalá se acabe este sino.

Tras su muerte cambia el panorama local, “en el centro y a la cabeza” de los aprendices ya no estaba el consagrado, el impulsor de aquella modernización cultural, de las veladas literarias y animador de los juegos florales (Montejano, 1979:LXI). “Nada son, ciertamente, veinte individuos en una población de sesenta mil almas”, decía Manuel en el prólogo a un libro de Alberto Sustaita (Betancourt, 1998:30), añadía que las publicadas en años anteriores eran obras “muy malas, detestablemente malas”, y se dolía de que San Luis Potosí permaneciera al margen de un cierto auge cultural nacional.

Releerlo como un amigo, como un maestro muerto, como un potosino que quiso transformar, pero supo no romper con todos, un hombre que escribió a pesar de todo, de todos. “Si la forma no corresponde a la pasión, será porque mi molde es muy frágil, y ha estallado cuando quise vaciar en él mis sensaciones” (Peñalosa, p. 228).

A pesar de las “pedradas” y “salivazos” como los que refiere Miguel de Cervantes en la obra de Othón El último capítulo, con quien el potosino se hermana en la necesidad de concluir una obra personal para tranquilidad de su alma, en las deudas, en las enfermedades, y hasta la pendejez y en el amor “a los hijos de nuestra imaginación”.

Escribir y querer a un desierto. Tratar de que los Poemas Rústicos dejen de ser “un libro sin pasado y apenas repetido por algún eco” (Peñalosa, 1974: 14). Que haya ecos, que la muerte signifique algo.

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(Museo Othoniano, SLP, en los 101 años de la muerte de Manuel José.)

Otras entradas sobre literatura potosina.

sábado, noviembre 24, 2007

Othoneando


“Es preferible que nadie (hablo del vulgo, del vulgo vestido, entiéndase bien), absolutamente nadie comprenda a los artistas, a tener la irreparable tragedia de saber que una estrofa, una melodía, un cuadro o un bloque nuestro están en los labios, en los oídos, en la memoria, en la oficina o en el boudoir de damas frívolas, de letrado indoctos, de escritores ignaros y de jóvenes sentimentales susceptibles de conmoverse hasta las lágrimas ante las insipientes manifestaciones de un arte espurio”.
Manuel José Othón

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CI aniversario luctuoso. 
Charla "Los significados de la muerte de Manuel José Othón"
a cargo de Anna Neumann y Alexandro Roque
Martes 27 de noviembre de 2007, 20:00 hrs.
Museo Othoniano, SLP

viernes, noviembre 23, 2007

El Colsan en la FIL


Stand 1136 de la FIL. Los esperamos.

Viernes 30 de noviembre
18:00 hrs.
Presencia del Colsan en la FIL Guadalajara 2007
Presentación del libro
Que se queden allá. El gobierno de México y la repatriación de mexicanos en Estados Unidos (1934-1940),
de Fernando Saúl Alanis Enciso,
con los comentarios de
Leticia Calderón Cheluis (Mora),
Guillermo de la Peña Topete (CIESAS),
Manuel García y Griego (University of New México)
y el autor.
Moderadora: Ofelia Woo Morales (UdeG)
Salón Antonio Alatorre, Centro de Negocios
FIL 2007, Expo Guadalajara
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El Colegio de San Luis se une a la iniciativa del periódico El Universal para reabastecer de libros las escuelas y bibliotecas de Tabasco afectadas por las inundaciones.
Los libros, nuevos o usados, se recibirán en el área de recepción de El Colegio hasta el 5 de diciembre y se enviarán al centro de acopio de El Universal, ubicado en Bucareli 8, Centro, México, D.F. Desde ahí, la Fundación Ealy Ortiz los enviara a Tabasco.
Parque de Macul 155, Fracc. Colinas del Parque, 78299, San Luis Potosí, SLP

miércoles, noviembre 21, 2007

Apeiron Magazine

"La reflexión sobre la esencia del arte cinematográfico es el punto de partida más adecuado para el número cero de una publicación que lleva el nombre de ápeiron. Eso fue lo primero que pensé cuando me invitaron a participar.
"¿Qué cosa podría ser el ápeiron del arte cinematográfico?, me pregunté después. Una multitud de figuras desfiló por mi mente: la experiencia humana, la memoria, el mundo interior, la verdad, el teatro, los sueños, las operetas, el ilusionismo y la prestidigitación, el mito, la realidad... el cine tiene un poco de todo esto. ¿Pero qué relación guardan entre sí estas figuras?
"¿Cuál surgiría de cuál? ¿Es el mito la esencia de la verdad, de los sueños, del ilusionismo y de las operetas y, por tanto, del cine?¿Es acaso la experiencia humana lo que está en el origen de todas las cosas, de manera que el cine viene a ser simplemente experiencia humana puesta en cuadros que corren a 24 cuadros por segundo?"

Texto de Luis Alcocer tomado de Apeirón Magazine, publicación electrónica cuya dirección nos fue enviada por la crítica Liliana Flores, que colabora en este nuevo medio, y en el cual también anda su hermano, el maestro Oscar Flores.

Veamos que nos depara.

domingo, noviembre 11, 2007

Para variar: SLP en el Cervantino

"En lo que respecta al estado invitado, San Luis Potosí, éste tuvo una muy lamentable ausencia: sus artesanías, una muestra infaltable del estado invitado cada año, como ocurrió con Yucatán, Tamaulipas y Veracruz.

"La directora del festival aclara que fue el gobierno de San Luis el que, a última hora, canceló la muestra artesanal.

"Fue una decisión muy desafortunada, totalmente asumida por el gobierno de San Luis. Fue en el último momento. Yo también lamenté muchísimo esa decisión, pero ellos iban a asumir esa inversión y yo no puedo obligarlos a ello, aunque había el compromiso. Fue una pena porque San Luis tiene mucho que ofrecer".

"El FIC necesita otra camisa", revista Proceso, 1617, 28 de octubre de 2007

(Eso sí, se gastan cientos de miles en los viajes de la encargada de "festivales internacionales" de la secretaría de cultura, a pesar de su pobre desempeño. Habría que comparar lo que el gober se gasta en imagen contra lo que se pudo haber invertido en promover a los artesanos locales). Puras penas... El R.)

jueves, noviembre 08, 2007

Filos de un haz y un enves

[NO SON PALABRAS]


para Carlos Cota y Alfonso René Gutiérrez,
sus palabras

Qui coule ne peut habiter...
Henry Michaux





Hombre
Caballo
Casa
Esas fueron sus palabras.
Ésas.

Porque un hombre "no está deshabitado".
O caballo "quiso decir jinete".
Porque casa es "el corazón del hombre"
más allá del hombre donde todo empieza
y en su fuga las palabras Hombre Caballo Casa
resisten como nudos. Amarradas a la cerca del sentido.

Esas fueron las palabras
pero no lo eran. Ni la explicación
de las temperaturas sustraidas. Tiritando

tras la fiebre de la lengua la impaciencia
el crascitar de árboles quemados espontaneamente
suelo y cielo semejantes al oído se desgajan
de la lívida corteza y el barreno y el apóstrofe.




(Filos de un haz y un envés es el título del nuevo libro de Luis Cortés Bargalló, publicado por Trilce en su colección Tristán Lecoq. Hermano, maestro, siempre que viene a San Luis Potosí es un placer, por la comida (y los vinos, of course) que compartimos, las lecciones editoriales y la visión que del mundo regala, y este miércoles trajo su nuevo libro.)
(ah, este domingo Luigi estará en Domingo 7.)

viernes, noviembre 02, 2007

Semana de muertos 2007 (10): Fermin Rodriguez Briones


Cuando alguien moría decía que ya no había alcanzado a cargar los peregrinos o que se había pelado de casquete corto. Y Fermín Rodríguez Briones se nos peló justo el 31 de octubre. Alguien dijo que llegó "en safe" al altar de muertos, y sí, allí estuvo muy sonriente, desde la fotografía. Yo me lo imaginaba todavía en el convivio, pasando por segunda vez por su ración de tamales. Aún no lo creo.

Ferminator para algunos, Ferrucho para su familia, don Fermín, deja un lugar insustituble en El Colegio de San Luis, sobre todo en el departamento de difusión y publicaciones, al que estuvo adscrito desde hace algunos años.

Ya no alcanzó a cobrar su quincenota y sus valesucos, ni recibirá a los posibles compradores de libros en las mesas que siempre atendía. Pásele, todavía hay, llévele llévele...

—Blop.
—¿Bueno?
—Blop.
—¿Quién habla?
—la vieja diabla...

Cuando alguien cumplía años le decía: "ojalá que llegues a cumplir la edad que representas". Y "ay nanita", muchos se sorprendieron con esta muerte abrupta al saber que Fermín nació en 1953, pero era canoso prematuro.


Delegado de Conacyt, funcionario electoral, divulgador de la ciencia, pobresor del Colegio de Bachilleres, padre amoroso, llevado con algunos, negociador, cliente del Peñasquito, admirador del Che Guevara, promotor de licenciatura, pintor de perreras, vendedor de tamales, matemático experto, doctor corazón, coyote, repartidos de cascajo, capacitador, calígrafo, ingeniero disel ("dice él que es ingeniero"), ingeniero, y de todo un poco.

Como hombre de ingenio ("¿cómo lo supo?", "se le notó en la mirada", diría él), nos quedamos cortos tratando de recordar en unas horas todas sus frases célebres, que ya pasaron al acervo de muchos como este escribidor y que fueron saliendo durante el velorio, lo mismo que sus chistes favoritos. Como jugador de palabras tuvo bronca con muchos, y su humor a veces lindaba con lo socarrón, pero siempre sabía echar la mano. Le encantaba "rascarle la panza al tigre", y decía que sus hijos no le decían papá sino pa-pán, y que "Dios perdona el tiempo no", y que "aquí hasta el chimuelo masca rieles". Le daba "pellizco" al cajero y, "ni moncho", se enfermó porque de joven le gustaba "echar líquido" y "pensaba que era agüita..."

En su último recado escrito, firmado el 23 de octubre, se despide: "saludos a los sobrevivientes".

Los invito a ver un excelente homenaje que le rindió el colega Ernesto Zavaleta en la página de El Colegio de San Luis:
http://www.colsan.edu.mx (dar click en el nombre de Fermín)

Semana de muertos 2007 (9): Socorro Elizabeth


Socorro Elizabeth Ríos, mejor conocida como Coquis. Prima política, secretaria del año hace ya tiempo, profesora entregada, con una vida interna demasiado intensa, lista para cantar en las noches bohemias y la única persona que he conocido que se sabía toda la letra de la Marcha Zacatecas.

Cuando la familia se reunía y la abuela ya estaba enferma ella era la que sacaba a bailar al abuelo. Todos en la familia salimos bailadores, eso sí, y la parentela política por lo regular ya sabe a lo que llega.

Muchos años de compartir lecturas. Me obsequió y prestó libros nunca devueltos que están conmigo aún. Una caída en la escalera, un mal paso un fin de semana.

Conmigo las discusiones casi siempre eran provechosas, a pesar de que al final ya se enfriaron demasiado las cosas, y espero que sus hijos, mis sobrinos, me pasen lo que ella escribía, que debe estar en algún cajón de su casa.

No creo en las coincidencias. El día que murió la tía Ernestina, mamá de Roberto su esposo, ella lo acompañó a Chihuahua a pesar de que tenían ya problemas maritales. La mamá de Coquis les preparó comida para el largo camino y les pidió saludar mucho a la familia de "Rober". Poco antes de que Coquis y Roberto llegaran a su destino ella recibió una llamada: su mamá, la Tita, había muerto repentinamente. Llegaron y Coquis estuvo poco tiempo para poder regresar a San Luis Potosí.

Semana de muertos 2007 (8): Juana Meléndez


Una mujer que como sor Juana floreció poéticamente a los 40 años, que gozó su viudez y que era parte de una importante generación artística en el desierto potosino, generación de la cual ya casi no queda nadie. Se fueron ya Joaquín Antonio Peñalosa, Joaquín Arias, Francisco Cossío, Raúl Gamboa... 

Su madre murió a los 102 años, y Anna Neumann, gran amiga de Juanita, tenía la esperanza de que la poeta viviera esa edad. La gozó, que ni qué, y como dijo uno de sus alumnos, salvó a algunos del abismo mediante su taller de literatura.

En 2006 la nombraron Mujer del Año según el gobierno estatal y este año los juegos florales de la UASLP le fueron dedicados en vida, aunque se entregará el premio a finales de este mes de noviembre que la poeta ya no alcanzó a ver.

Esta foto la tomé un día en que junto con Neumann fuimos jurado de poesía en la cabecera municipal de Salinas de Hidalgo, y mientras los demás curioseábamos la parroquia ella se sentó a esperarnos.

Semana de muertos 2007 (7)

CARPE DIEM

Guardemos este sereno
transcurrir del tiempo,
este mirarnos sin prisa.

por un momento,
que el viento decida por nosotros,
que las preguntas se disuelvan
en el reloj de arena de los sexos
y las luces en el charol de la ventana
sólo sean
un vago recuerdo,
una larga despedida.

Afuera,
la luna libra su combate con las nubes,
y puedo imaginar
las naves incendiadas, las velas rotas,
los cuerpos tendidos en cubierta
y el aceite floreando en la bodega
para el juicioso paladar de la rata.

Guardemos pues nuestras palabras
que son muchos los que mueren
sin haber probado el amor.


Luis Cortés Bargalló, Por el ojo de una aguja
(Biblioteca del ISSSTE, colección ¿Ya leíssste?, 1999)

Semana de muertos 2007 (6)

Este conocimiento del fin,
este irse acercando a lo invisible,
el camino que no se puede dejar
entre las minucias de los deberes y los horarios.

Esta hora, allí enterrada, interroga;
la única cuestión punzante,
entre la risa de los hermanos
y el silencio de los padres,
jirón de vientos y un poco de lluvia.

La mirada fija en el lugar
a pesar de la bruma y el ardor;
el caballo regresa para partir,
un río se abre paso en el corazón,
acompaña la vigilia;
la espada, un fulgor nocturno,
rasga el velo de la muerte.

Tomás Calvillo, El fondo de las cosas
(FCE, 2006)

Semana de muertos 2007 (5)

¡Piedad! ¡Misericordia! . . . Fueron vanos
tanto soberbio afán y lucha tanta.
Ay, por nosotros vuestra queja santa
levantad al Señor. ¡Orad, hermanos!

Si oyerais el roer de los gusanos
en el hondo silencio, cómo espanta,
sintierais oprimida la garganta
por invisibles y asquerosas manos.

Mas no podéis imaginar los otros
tormentos que hay bajo la losa fría:
¡la falta, la carencia de vosotros;

la soledad, la soledad impía! . . .
¡Ay, que llegue, oh Señor, para nosotros
de la resurrección el claro día!

Manuel José Othón, “X. Los muertos”