jueves, septiembre 27, 2007

Nada tiene que ver el dolor con el dolor... - Enrique Lihn

Nada tiene que ver el dolor con el dolor
nada tiene que ver la desesperación con la desesperación
Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas
No hay nombres en la zona muda
Allí, según una imagen de uso, viciada espera la muerte a sus nuevos amantes
acicalada hasta la repugnancia, y los médicos
son sus peluqueros, sus manicuros, sus usurarios usuarios
la mezquinan, la dosifican, la domestican, la encarecen
porque esa bestia tufosa es una tremenda devoradora
Nada tiene que ver la muerte con esta imagen de la que me retracto
todas nuestras maneras de referirnos a las cosas están viciadas
y éste no es más que otro modo de viciarlas
Quizá los médicos no sean más que sabios y la muerte -la niña
de sus ojos- un querido problema
la ciencia lo resuelve con soluciones parciales, esto es, difiere
su nódulo insoluble sellando una pleura, para empezar
Puede que sea yo de esos que pagan cualquier cosa por esa tramitación
Me hundiré en el duelo de mí mismo, pero cuidando de mantener
ciertas formas como ahora en esta consulta
Quiero morir (de tal o cual manera) ese es ya un verbo descompuesto
y absurdo, y qué va, diré algo, pero razonable
mente, evidentemente fuera del lenguaje en esa
zona muda donde unos nombres que no alcanzan a ser
cuando ya uno, qué alivio, está muerto,
olvidado ojalá previamente de sí mismo
esa cosa muerta que existe en el lenguaje y que es
su presupuesto
Invoco en la consulta al Dios
de la no mismidad, pero sabiendo que se trata
de otra ficción más
sobre la unión de Oriente y Occidente
de acápites, comentarios y prólogos
Un muerto al que le quedan algunos meses de vida tendría que aprender
para dolerse, desesperarse y morir, un lenguaje limpio
que sólo fuera accesible más allá de las matemáticas a especialistas
de una ciencia imposible e igualmente válida
un lenguaje como un cuerpo operado de todos sus órganos
que viviera una fracción de segundo a la manera del resplandor
y que hablara lo mismo de la felicidad que de la desgracia
del dolor que del placer, con una sonriente
desesperación, pero esto es ya decir
una mera obviedad con el apoyo
de una figura retórica
mis palabras no pueden obviamente atravesar la barrera de ese lenguaje desconocido
ante el cual soy como un babuino llamado por extraterrestres a interpretar
el lenguaje humano
Ay dios habría que hablar de la felicidad de morir en alguna inasible forma
de eso que acompañó a la inocencia al orgasmo a todos y a cada uno
de los momentos que improntaron la memoria
con impresiones desaforadas
Cuando en la primera polución
-mucho más mística que la primera comunión- pensabas en Isabel
ella no era una persona sino su imagen el resplandor orgástico de esa creatura
que si vivió lo hizo para otros diluyéndose para ti carnalmente
en el tiempo de los demás
sin dejar más que el rastro de su resplandor en tu memoria
eso era la muerte y la muerte advino y devino
el click de la máquina de memorizar esa repugnante devoradora
acicalada en palabras como éstas tu poesía, en suma es la muerte
el sueño de la letra donde toda incomodidad tiene su asiento
la cárcel de tu ser que te privaba del otro nombre de amor
escrito silenciosamente en el muro
o figuras obscenas untadas de vómito
tu vida que -otra palabra- se deslizó, sin haberse podido
engrupir en lo existente detenerse en lo Pasajero hundir el hocico
feliz en el comedero, golpear por un asilo nocturno
con el amor como con una piedra
la muerte fue la que se disfrazó de mujer en el altillo
de una casa de piedra y para ti de sombra y humo y nada
porque ya no podías enamorar a su dueña, temblando
del placer de perderla bajo una claraboya con telarañas
tienes que reconstituir ese momento ahora que la dueña de la casa es la muerte
y no la otra, esa nada ese humo esa sombra
darte el placer de ser ella y de unirte a ella como los labios de Freud
que se besan a sí mismos

lunes, septiembre 24, 2007

De Jorge Reichmann

No dejes nunca de desconfiar de las instituciones

No dejes nunca de confiar en las personas

No dejes nunca de confiar
en que las personas
crearán instituciones
en las que quizá podrás dejar de desconfiar

No dejes nunca de desconfiar
en que el triste proceso
por el cual las instituciones
cambian a las personas tristemente
pueda ser cambiado

No dejes nunca de confiar en las personas

No dejes nunca de desconfiar de las instituciones.

domingo, septiembre 23, 2007

viernes, septiembre 21, 2007

Dalila

Sansón era el juez de los judios y se enamoró de una joven que "le cayó en gracia", como dice la Biblia.
Al elegirla como musa estaba consciente de que ella le podría traicionar —"no digas que no te lo advertí", le repitió su madre—, pero desde la boda sus noches fueron las noches en las que más y mejor pudo escribir, pues antes, además de poemas inéditos, su único relato famoso había sido la historia de un héroe que mata a un león, que muchos lectores consideraban real.
Oía las quejas de la amada y no sabía si reir o llorar. Nunca le creyó, pero quería creerle. Y se dejó ganar, pero antes de ceder a la insistencia de la musa le contó tres cuentos. Ciego y sin fuerza tuvo que contratar a alguien que le tomara el dictado.
Y cuando la fuerza volvió le dedicó a Dalila su primer libro.

jueves, septiembre 20, 2007

medra el mundo de lo otro... - Salvador Elizondo

"Pero entre el espejo y la mirada medra el mundo de lo otro; el mundo secreto; el mundo paralelamente secreto al verdadero mundo de nuestra mentira. Son imágenes que no estaban destinadas a tocar ninguna retina y a no ser reflejadas jamás en la superficie de ningún espejo. Imágenes invisibles. Ése es el mundo de los pensamientos secretos; el mundo en el que la apariencia y su demostración misma son expresión de la falacia del mundo real".

Salvador Elizondo, "Tractatus rethorico-pictoricus"
El grafógrafo, Fondo de Cultura Económica, 2000

domingo, septiembre 16, 2007

Esa patria tan mentada...

Fragmento de “Esa Patria tan mentada” (capítulo II de Cuando bajan los cuervos, en El sur quema), de Jorge Ferretis.

* * *

Y aquel Juan, anda que anda, caminando, se tornaba caviloso. Era una interrogación en marcha. La misma inconcebible interrogación: "Pero güeno, digo yo, ¿pero quén es esa patria tan mentada?"

Y a poco andar, tras de ingerir otro trago de vino, pensó: "¡Tengo que conocerla!"

Y se hizo el milagro del alcohol.

* * *

Alguien estaba allí, entre la tarde. Aunque había tanta bruma, que lo mismo pudiera no estar nadie.

—Siéntate, Juan.

—Ta bien, siñora Patria.

(Y también se detuvo, estudiando botánica, el jumento.)

Juan se fue a sentar sobre una piedra, a la orilla del camino. Nada veía, y a pesar del frío él sólo tenía la sensación de estar lleno de una bruma caliente. Y ya sentado, repitió:

—Ta bien, siñora Patria.

—No me llames así, que soy tan pobre como tú mismo, aunque más desdichada.

Pero el indio se rascó la cabeza. Era su inconfundible signo de incredulidad: ¡Tantos señores gastando su dinero en festejarla! ¡Y tantos sacrificios como le ofrecían a voz en cuello, entre banderas y repiques! ¡Tenia que ser una señora muy querida! ¡Y muy pudiente!

—Pobre Juan, que no sabes lo que piensas. Todos esos señores despilfarran en holgorios, mas no son sus dineros, siempre son los del prójimo. Cohetes, papelillos, es lo que se volvieron algunos de los centavos que a ti te quitan por vender tu leña. Como es tan humano holgar, festejan. ¿Un motivo? ¿Cuál hay mejor que yo, que no protesto? Pero me tienen, Juan, como dijeras tú, casi "tullida". En la hora oficial muchos honores, sí, con muchos cantos; pero después me venden, Juan (y mientras llega comprador, me alquilan). Ojalá todos tus centavos se volviesen papelillos de colores: otros se hacen gangrena en manos que sobornan, prestidigitación, mujeres caras, discursos, y promesas, y muchas cosas más que tú no sabes entender. Y sangre, mucha sangre y muchas balas.

sábado, septiembre 15, 2007

este jueves en el defectuoso

El fin de la inocencia

El pueblo nunca se dio cuenta de que ya no lo era hasta que asesinaron al director de seguridad. El pueblo seguía empeñado en sus calles de adoquín, en su drenaje mal hecho, en expandirse sin planeación, en creer que todos sus habitantes se conocían a pesar de no recordar sus nombres. El pueblo, burgués venido a menos, seguía con sus fiestas y presumiendo su herencia colonial, queriendo que la humanidad lo reconociera, aunque descuidaba toda la tierra. El pueblo creía que si no hablaba del mal éste no se aparecería, y que invocando la aparición del progreso se transformaría sin dejar de ser pueblo.
Hoy todo son lugares comunes. Indignación, exigencia de justicia, miedo. Entrevistas o crónicas son redundancias. El pueblo no se enteró porque nadie se lo quería decir. Saber puede ser peligroso.

"El sueño acabó, ¿qué puedo decir?"
El pueblo se dio cuenta de que ya no lo es, de que llegó la modernidad.

viernes, septiembre 14, 2007

Sueños que no son los del soñante - Carl Gustav Jung

"Cuando se convive con alguien con quien no existe una relación auténtica, entonces uno se encuentra unido a esa persona de forma inconsciente. Y esta relación especial e inconsciente produce un estado psicológico que se podría comparar con un continuum, en donde ambos se comportan como si estuviesen en el mismo estanque bajo el agua. Se encuentran bajo el mismo techo, en el mismo bote, lo cual crea una forma especial de relación inmediata. Esta relación inconsciente produce los fenómenos más curiosos, por ejemplo, sueños que inequívocamente no son los sueños del soñante. Cuando se trata de un matrimonio, el hombre puede soñar los sueños de su mujer o a la inversa; o uno de ellos puede verse obligado a hacer algo que no surge de su propia psicología, sino de la del otro. Estos son síntomas de una participation mystique de esta especie".

martes, septiembre 11, 2007

acerca de las listas negras

"La caza de brujas no ha terminado. Tengo una teoría: las listas negras nunca se destruyen; se guardan en un cajón, pero cuando conviene se abre el cajón de nuevo".

Roman Gubern, a propósito de su libro La caza de brujas en Hollywood (Anagrama, 2002)
en entrevista con Ariel Ruiz (Bibliálogos).

lunes, septiembre 10, 2007

De Juan Domingo Arguelles

"El lector se sabe diferente, se sabe distinto, se sabe otro. El riesgo es la soberbia, la erudición ridícula y, en sus peores extremos, el desdén, el desprecio o la arrogante compasión por los que no leen, por los no lectores. Saberse otro, gracias a los libros, no da ningún derecho a creer que los que no leen libros están fuera de nuestro mundo y no son competentes como interlocutores. Entre más se crea en esto menos se habrá comprendido la noble lección de los libros nobles. Saberse otro, gracias a los libros, tendría que engendrar un sentimiento de mayor tolerancia, y no uno de segregación ni de distanciamiento en relación con los demás".

(Ustedes que me leen. Controversias y mandatos, equívocos y mentiras sobre el libro y la lectura, ed. Océano, 2006, citado en el Boletín de la Dirección de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Nuevo Lión)

domingo, septiembre 02, 2007

distancias a veces no tan sanas

Recien inicié una encuesta con los cuates de mis flogs a raíz de la pregunta ¿es posible enamorarse por medio de internet? y las respuestas han sido tan variadas como el material que se encuentra en estas carreteras. Hay dos chicas que lo niegan. Una amiga ya me dijo que sí, que ella a los 16 años lloraba por alguien que ni supo cómo era físicamente. Y otro chavo asegura que él ya conoció al amor de su vida en un sitio de esos de encuentro (hi5 o myspace, por citar los más conocidos), se siguieron en el chat y se llevan bien en el terreno virtual. Otro más incluso ya viajó al otro lado del país para conocer físicamente a su novia de Internet y tiene planes de matrimonio más o menos próximos.

Mucho se ha escrito sobre la distancia con el objeto amado, el amor a las sombras como lo llamaba Dante. Mediante un nick o seudónimo la posibilidad de mentir a través de la www crece, con fotografías de perfil tomadas de sitios de modelos o retoques que evitan la cirugía. La apuesta está en todas partes, pues hay parejas que después de años de verse todos los días y a toda hora se deshacen por quítame estas pajas, y Nabokov en boca de Humbert Humbert cita los casos de Dante y Petrarca, enamorados de niñas que vieron unas pocas veces en su vida. (A mí me gustaba mucho una muchacha a la que nunca le confesé mi sentimiento, y el día que se lo dije ardió Troya.)

En otro terreno, el hoy acusado de usurpador, Alfredo Bryce Echenique, hace confesar al narrador de La amigdalitis de Tarzán: "fuimos mejores por carta". ¿Fuimos mejores por chat? ¿Fueron más importantes los emoticones que una mirada?

Son ideas que se van conjuntando, son ideas que pueden concretarse en un ensayo o algún cuento.

Por lo pronto te veo surgir en la pantalla, sonriendo.

"Miénteme más, que me hace tu maldad feliz..."