sábado, abril 28, 2007

Jorge Ferretis, a 45 años de su muerte


Hoy, 28 de abril, se cumplen 45 años de la muerte de Jorge Ferretis, un escritor poco conocido en su tierra, pero que debería conocerse más por su obra de valor internacional. Nadie es profeta en su tiera, dice el dicho que más bien es lugar común, pero nuestro lugar común también lo es la patria. La matria, que diría don Luis González.

Ferretis Hernández nació el 20 de abril de 1902, hace 105 años, en Rioverde, San Luis Potosí, en el corazón de la Zona Media. Y es uno de los autores más destacados de la Novela de la Revolución, junto con Mariano Azuela (Los de abajo), Martín Luis Guzmán (La sombra del Caudillo), José Vasconcelos (El Ulises criollo), José Rubén Romero (Desbandada), Francisco L. Urquizo (Tropa vieja), José Mancisidor (La asonada), Nellie Campobello (Cartucho), Gregorio López y Fuentes (Campamento), Rafael F. Muñoz (Se llevaron el cañón para Bachimba), Mauricio Magdaleno (El resplandor), Miguel N. Lira (La escondida) y Francisco Rojas González (La negra Angustias).

En su Antología del cuento hispanoamericano Menton lo menciona como “periodista y político mexicano afiliado al socialismo”, y si no declaramente socialista, Ferretis compartió con los autores de la Novela de la Revolución ese dejo de tristeza por luchas desiguales, por el ansia de cambio y los personajes trágicos emanados de la nada social —a veces elevados a líderes y devueltos al anónimato por diversas circunstancias—, “alucinado a veces por el fastuoso espectáculo tropical, o contristado ante la parda miseria de nuestra altiplanicie”.

Su primera novela fue Tierra caliente. Los que sólo saben pensar (1935), seguida por El sur quema. Tres novelas de México (1937), Cuando engorda el Quijote (1937) y San Automóvil (1938). Es autor de varios libros de cuentos, tales como: Hombres en tempestad (1941), El coronel que asesinó a un palomo y otros cuentos más (1952) y El Alcalde Lagos.

En 1967 Mauricio Magdaleno prologó el libro de Ferretis Libertad obligatoria, obra póstuma que reúne 11 cuentos inéditos.

Si bien Menton lo acusa de que su arte de "novelar sufre mucho debido a la apasionada propaganda política”, Ferretis suele establecer un narrador omnisciente, que desde la tercera persona deja transcurrir la acción, aunque le gana la pasión del momento histórico que le tocó vivir, por lo que en numerosas ocasiones da paso a digresiones para disertar o apuntalar alguna idea, para dar su punto de vista sobre lo que acontece a esos quijotes mexicanos que se vieron envueltos en la revolución. “¿Pero para que sirven los libros que escriben unos hombres que rugen? ¿Para aprender a rugir?”, se pregunta.

En la relación (de amor-odio) de Ferretis con el cine destaca en primer lugar la película El señor alcalde, la primera dirigida por Gilberto Martínez Solares (luego director de las mejores cintas de Tin Tán), en 1938, basada en el cuento “El Alcalde Lagos”, de Ferretis. El guión fue trabajado por el propio Martínez Solares con el apoyo del también director Emilio Indio Fernández. La cinta contó con las actuaciones de Andrea Palma, Antonio Bravo, Matilde Palóu, Joaquín Pardavé y Domingo Soler. En ella “Nelly (Palma) y Mimí (Palóu), dos atractivas jóvenes con antecedentes penales llegan a un pueblo en busca de unas tranquilas vacaciones. El alcalde del lugar, hombre bonachón y corpulento (Soler), sucumbe ante los encantos de Nelly, y el farmacéutico del lugar (Pardavé) se enamora de Mimí”.

En “Fondo”, prólogo a Tierra caliente. Los que sólo saben pensar, Ferretis hace una revisión a vuelo de pájaro de la situación social e intelectual de principios del siglo XX. “Los improperios no abollan”, dijo, “de otra suerte, de Diego Rivera quedarían sólo recuerdos. (A fines del siglo pasado, en todo el mundo se tocó “Sobre las olas”. Pero en Viena se la atribuyó un músico austriaco; y en Francia, en España y en casi todos los países, desconocieron a Juventino Rosas para arrogarse su vals, al través de arreglos, imitaciones y plagios íntegros".

Entre 1937 y 1941 fue oficial mayor de la Cámara de Diputados de México. Fue diputado en la Cámara de Diputados de San Luis Potosí de 1952 a1957. Desde 1955 y hasta su muerte fue director de Cinematografía de la Secretaría de Gobernación, donde se le acusó de censor.

Como becario del Centro Mexicano de Escritores, Rulfo estuvo bajo la tutoría de Ferretis. Y por cierto Rulfo reconocía como los tres mejores cuentistas a Rafael F. Muñoz (Se llevaron el cañón para Bachimba), Martín Luis Guzmán (La sombra del caudillo) y al mismísimo Jorge Ferretis.

Si no fantasmales, Ferretis hace surgir de la imaginación o del alcohol a personajes que sin ser reales interactúan con los protagonistas, como en El sur quema, en donde un niño nonato, la Patria o el fuego departen y hablan con los protagonistas en ambientes reales, campiranos.

En otro caso, Ponciano Cruz, un personaje “cuerdo y simple” pide préstamos a su imaginación y mientras su mujer estaba embarazada salía a caminar hacia el monte. Aunque parecía hablar solo “sentía entre su mano la manecita confiada de su hijo que le iba a nacer”, y con él dialogaba:

—Papacito, ¿cómo son los reyes?
El cojo callaba durante unos momentos, y después respondía:
—Son unos hombres tan soberbios que se creen propietarios de todos los demás hombres. Y nunca pueden vivir en paz.
—¿Por qué?
—Porque ser el dueño de una nación requiere un horrible trabajo, y muchas desconfianzas, y muchas penas.
—Papá, yo quisiera ser rey.
—¿Te gustaría sufrir mucho?
—No, porque los reyes pueden hacer lo que quieren. Y si no quieren, no sufren.
Ponciano Cruz enmudecía durante un largo trecho, porque no sabía cómo replicar para que su hijo comprendiese.

En otro fragmento el fuego se niega a trabajar, y se escapa en cuanto puede del lugar donde lo tienen los leñadores, que lo llaman “con el golpear de dos pedernales que echaban chispas”.

—¡Necios! ¿Cuándo dejarán de molestarme?
—Nosotros te amamos —le dijo, cordial, uno de los leñadores.
—Sí, mientras me necesitan. Y no obstante, aman más al sol, que es inútil y holgazán.
—¡No, el padre Sol es sagrado!
—¡Calla, imbécil! Es mucho más débil que yo: a él lo soportan las gentes horas enteras sobre las espaldas desnudas y sudorosas. A mí, en cambio, nadie se atrevería a tomarme entre sus manos. Y aunque se sirven de mí más que de él, no cesan de alabarlo.
—¡Calla tú, loco! —respondió otro de los leñadores…. Aunque te enfurezcas, aquí pasarás esta noche atado a esa fogata, para que nos cuides de las fieras que tienen miedo de ti.

Ferretis murió en un accidente carretero el 28 de abril de 1962, y El Sol de San Luis da cuenta de que venía a visitar a su madre, doña Elodia, y que traía sendas cartas del ex presidente Adolfo Ruiz Cortines y del presidente Adolfo López Mateos, felicitándolo por su cumpleaños.

Es memorable que el auto era conducido por el hijo de Jorge Ferretis, Alejandro, quien años más tarde fue el inspirador y protagonista de la poética y polémica película Japón, de Carlos Reygadas. Alejandro fue asesinado la víspera de la entrega del Ariel al que había sido nominado, en un sangriento crimen que aún no ha sido resuelto. Irónicamente el premio le fue otorgado a Rafael Inclán.

Soneto encontrado en Internet

Hay un cómico hombrecito
que presume de cuentista.
Es tan sólo pobre autista
a quien ya le falla el pito.

Se tiene por gran artista
este autor de un cuentecito,
al cual proclama bonito,
redondo, sin una arista.

Y ahí va cantina en cantina,
de ahí salta a los jurados
tras la literaria fama

que sólo un cuento reclama
ante sus fans embobados
cuando más el codo empina.

- - - - - - - - -
(cualquier parecido con alguien real es mera coincidencia)

viernes, abril 27, 2007

Presencia y fuga - José Gorostiza

Te contienes, oh Forma, en el suntuoso
muro que opones de encarnada espuma
al oscuro apetito de la bruma
y al tacto que te erige luminoso.

Dueña así de un dinámico reposo,
marchas igual a tu perfecta suma
ay, como un sol, sin que el andar consuma
ni el eco mismo de tu pie moroso.

¡Isla del cielo, viva, en las mortales
congojas de tus bellos litorales!
Igual a ti, si fiel a tu diseño,

colmas el cauce de tu ausencia fría;
igual, si emanas de otra tú, la mía,
que nace a sus insomnios en mi sueño.

miércoles, abril 25, 2007

Wayangear - Geertz

Fragmento de Cliford Geertz, "Géneros confusos. La refiguración del pensamiento social", American Scholar, vol. 49, N° 2, primavera de1980, págs. 165-179.

«Aun más que el "juego" o el "drama", el "texto" es un término peligrosamente desenfocado, y su aplicación a la acción social, a la conducta de la gente hacia otra gente, involucra una continua torcedura conceptual, un momento particularmente extravagante del "ver como". Describir la conducta humana según la analogía del jugador y el oponente, o del actor y la audiencia, parece a pesar de sus trampas, más natural que describirla en términos del escritor y el lector prima facie, la sugerencia de que las actividades de los espías, amantes, doctores brujos o pacientes mentales son movidas o performances es seguramente mucho más plausible que la idea de que son frases.

»Pero la prima facie es una guía dudosa cuando se trata de realizar analogías, si no lo fuera, todavía estaríamos pensando del corazón como un horno y de los pulmones como fuelles. La analogía del texto posee algunas ventajas poco evidentes, todavía insuficientemente conocidas, y la disimilitud superficial entre el "estamos aquí, estamos allá" de la interacción social y la sólida compostura de las líneas de una página es lo que le da —o le podría dar cuando este desacuerdo se alinee— su fuerza interpretativa.

»La clave para la transición del texto al análogo del texto, de la escritura como discurso a la acción como discurso es, como lo señaló Paul Ricoeur, el concepto de "inscripción" la fijación del significado. Cuando hablamos, nuestras frases se volatilizan como sucesos al igual que cualquier otra conducta; a menos que lo que digamos sea inscrito en escritura (o mediante algún otro proceso establecido de registro), es tan evanescente como lo que hacemos. Si así se lo inscribe, por supuesto que —como la juventud de Dorian Gray— pasa de todas maneras; pero por lo menos su significado —lo dicho, no el decir— permanece hasta cierto punto y durante un tiempo. Esto no es demasiado diferente en lo que respecta a la acción en general: su significado puede persistir de una manera en que su realidad no puede.

»La gran virtud de la extensión de la noción de texto más allá de las cosas escritas en papel o esculpidas en piedra es que dirige la atención sobre precisamente este fenómeno: cómo se lleva a cabo la inscripción de la acción, cuáles son sus vehículos y cómo trabajan, y que es lo que la fijación del significado a partir del flujo de sucesos (la historia a partir de lo que sucedió, el pensamiento a partir de lo pensado, la cultura a partir de la conducta) implica para la interpretación sociológica. Contemplar las instituciones sociales, las costumbres sociales, los cambios sociales como "legibles" en algún sentido, implica modificar todo nuestro sentido sobre lo que es la interpretación hacia modos de pensamiento más familiares al traductor, al exégeta o al iconógrafo que al administrador de tests, al analista factorial o al empadronador.

»Todo esto se percibe con nitidez ejemplar en la obra de Alton Becker, un lingüista comparativo, sobre el teatro de sombras javanés o wayang, como se lo llama. Wayangear (no hay otro verbo adecuado) es, como dice Becker, una forma de construir un texto, un modo de colocar símbolos para construir una expresión. Para interpretarlo, para comprender no sólo lo que significa sino cómo es que lo hace, se necesita —dice— una nueva filología.»

lunes, abril 23, 2007

Ser, o no... - William Shakespeare

¡Ser, o no ser, es la cuestión! -¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?

Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así!

¡Morir... quedar dormidos...
Dormir... tal vez soñar! -¡Ay! allí hay algo
que detiene al mejor. Cuando del mundo
no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
vendrán en ese sueño de la muerte!
Eso es, eso es lo que hace el infortunio
planta de larga vida. ¿Quién querría
sufrir del tiempo el implacable azote,
del fuerte la injusticia, del soberbio
el áspero desdén, las amarguras
del amor despreciado, las demoras
de la ley, del empleado la insolencia,
la hostilidad que los mezquinos juran
al mérito pacífico, pudiendo
de tanto mal librarse él mismo, alzando
una punta de acero? ¿quién querría
seguir cargando en la cansada vida
su fardo abrumador?...

Pero hay espanto
¡allá del otro lado de la tumba!
La muerte, aquel país que todavía
está por descubrirse,
país de cuya lóbrega frontera
ningún viajero regresó, perturba
la voluntad, y a todos nos decide
a soportar los males que sabemos
más bien que ir a buscar lo que ignoramos.
Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos
haces unos cobardes, y la ardiente
resolución original decae
al pálido mirar del pensamiento.
Así también enérgicas empresas,
de trascendencia inmensa, a esa mirada
torcieron rumbo, y sin acción murieron.

domingo, abril 22, 2007

Nuestras extrañas exigencias - Vicente Gallego

Para que tú me ames, para que yo conserve
tu amor más alto y puro, sólo debo
-me dices-
cumplir una mandamiento:
no mentirte jamás, no mentirte siquiera
cuando más necesites que lo haga,
porque tú -me aseguras-
lograrás perdonar cualquier ofensa,
cualquier traición si la confieso.
Y así, con un engaño, mintiéndote y mintiéndome,
demandas mi franqueza más suicida.

Por tu parte,
para que yo te ame, para que tu conserves
mi amor más alto y puro,
sólo debes cumplir un mandamiento:
no dejar de mentirme, porque no lograría
amarte en tu verdad.
Lo que yo amo es tu forma de engañarme.
Por lo que a mí respecta, complaceré tu gusto:
te mentiré jurando que no miento,
y si logro tenerte para siempre engañada,
habrás de agradecerme un amor tan sincero
que no sienta el impulso de decir su verdad,
porque es la verdad la traición más cobarde
y nadie necesita su confidencia cruel
por más que la suplique.

sábado, abril 21, 2007

Inspector en Fundadores



Estuvo de poca madre, y más porque me dejaron pasar al corral delantero, en donde como los demás fotógrafos pudimos darnos vuelo. Big Javi dijo que San Luis Potosí es la capital del ska, y reconoció a grupos locales como Pachamama.

Inspector es de los pocos grupos de ska que ha saltado al éxito comercial sin dejar sus raíces, gracias a Amnesia, a trío con Rubén de Café Tacuba y Roco de La Maldita Vecindad. Al ritmo de Inspector bandas urbanas y suburbanas y algunos colados salimos a la noche del centro de la ciudad con ganas de mover el esqueleto. La Plaza de Fundadores se llenó de melenas moviéndose. Los pechos de algunas asistentes que casi se salían de su contenedor nos hacían desear rolas más desmadrosas, mientras los más fuertes se lanzaban al slam.

Ya no estoy en condiciones, la última vez que anduve en el slam fue cuando vinieron a San Luis los Angeles del Infierno... y casi dejo el pero para después. Inspector trajo su nuevo disco "amar o morir", pero no dejaron afuera al Cara de chango ni pudieron dejar de irse con el Amargo adios.

Más fotos en spaces y en webshots y otros videitos en myspace y youtube.

jueves, abril 19, 2007

Crónica de una noche potosina entresemana

Por Alexandro Roque

Lalo vino de Querétaro a presentar su libro, ante los eternos parroquianos de los Martes Literarios de la Casa López Velarde. Y con el recuerdo de aquellos encuentros de escritores donde convivimos y conbebimos nos echamos los mezcales que en lugar de vino de horror ofreció el poeta Mario Alonso como anfitrión al término de los rollos.

—Bueno, pues, ¿ahora a dónde vamos a seguirla? —preguntó el invitado de honor.

—Vamos a tu hotel —sugirió sin visos de albur otro de los asistentes— ahí tienes tu cena pagada, los demás cada quien paga lo suyo y de allí a ver a dónde jalamos.

Y ya ahí, en la avenida Carranza, dimos cuenta de unos tacos y ensaladas, y recordamos el encuentro de jóvenes creadores en Guadalajara, donde desde que llegamos hasta que nos fuimos fue una bacanal en todos los sentidos. Allí en Guadalajara conocimos al arcangel Grabiel, un chavo al que casi arrestan por entrar en estado inconveniente al baño de mujeres. Allí también una poeta leonense pidió a un conocido escritor su autógrafo a todo lo ancho de la pierna (y después anduvo enseñando su presea en todas las habitaciones). De aquellas jóvenes promesas muchos quedamos en puras promesas...

Y quisimos enseñarle a Lalo algo de la vida nocturna de nuestro Sanluisito, esa que existe incluso sin iluminación primermundista (premiada en un concurso oriental de convocatoria escasa), y se nos ocurrió, para no ir muy lejos, llevarlo a un centro cultural allá por el bario de Tlaxcala.

Desde que llegamos, el animador nos advirtió:

—Nomás que hoy no hay muchas chavas, ¿eh? Es que es martes, ustedes saben, entresemana, pero si se dan una vuelta mañana van a ver que ambiente... Eso sí, no hay cover y las chelas están al dos por uno.

Apenas pudimos platicar entre la guapachosa música, de a dos canciones por “bellísimaaa y sensuaaal” chava. Una para mostrar su habilidad en el baile (¿?) y en el tubo y otra para “su sensuaal desnudo”, como exclamaba el animador, el único deveras animado entre las mesas semivacías. A la media hora ya todas las chavas le habían dado vuelta a la pista, y nuestra plática estaba en su apogeo.

—Uta, hay que comprarle un diccionario de sinónimos al animador —comentó Lalo.

—Pues cómo ven si vamos a ver si encontramos un bar abierto.

—Pues vamos.

La noche apenas empezaba, y seguramente encontraríamos algo ad hoc para un invitado tan de lujo, aunque viniera de la tierra de La Yegua.

Ahí empezó un largo peregrinar por las cantinas del centro. Todos los lugares de reunión habitual de reporteros, políticos, abogados y otros seres nocturnos (no) nos recibían con las puertas cerrdas o en el mejor de los casos con un cancerbero entonando un “ya vamos a cerrar, joven”.

—Ya ves, si hubieras venido mañana hubieras visto qué ambiente —reíamos por no llorar.

El centro histórico de la ciudad lucía muerto. Unas cuantas parejitas pardas (de todo tipo) se dedicaban a hacerse arrumacos. Otros nos veían más peligrosos que ellos y nos sacaban la vuelta. El único impasible era el señor de las palomas, que hasta pareció burlarse de nuestra petición de posada en plan etílico.

La única solución parecía huir a Chole, donde los centros culturales y de esparcimiento son como Vicente fernández: mientras la gente siga aplaudiendo, y tomando...

Al fin, encontramos una puerta abierta, justo frente a la Plaza de Armas. Arriba se oía música a un volúmen aceptable. El mesero nos barrió con la mirada, un poco torva, y preguntó:

—Ustedes no son de aquí, ¿verdad?

—No —dijimos al unísono.

—Somos de Querétaro.

—Ah, pues pásenle, ahorita aunque sea les traigo unas cahuamas bien frías.

Y la plática siguió hasta que las cahuamas quedaron en peligro de extinción.

El mesero se acercó:

—La neta es que nomás los atendí porque son de Querétaro, porque yo viví mucho tiempo allá y me trataron muy bien, la gente es a todo dar. ¡Qué comparación con los pinches potosinos, que son bien gachos! Puros malos tratos, se creen mucho todos...

Tras un breve silencio y otro trago a la cahuama (miradas divertidas) le dimos cuerda al mesero (“sí, son regachos”, “son unos mochos”) y nos pasamos otra media hora con nuevas cahuamas cortesía de la casa y sintiéndonos queretanos para no sentir lo duro ni lo tupido del ataque.

La despedida en la madrugada. El regreso de Lalo a Querétaro a chambiar y nosotros a dejar de ser queretanos.

—Pinche Lalo, a ver cuándo me invitas a tu tierra, pero me llevas a un lugar donde haya meseros potosinos.

—Si, pero que no sea en martes. Si no, mañana... l

(Transición, núm. 12, abril de 2007)

miércoles, abril 18, 2007

La poesía es un arma cargada de futuro - Gabriel Celaya

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.

lunes, abril 16, 2007

"Como ratitas" - Yasunari Kawabata

“Antes, los eruditos sabían chino y escribían una prosa correcta y armoniosa. La gente no habla así. Todos los días aparecen palabras nuevas, simpáticas como esas ratitas. Y, como a esas ratitas, no les importa lo que roen. Las palabras cambian con tanta rapidez que uno experimenta vértigo. Por eso su vida es muy breve, y aunque sobrevivan se vuelven obsoletas…Como las novelas que escribimos.”

sábado, abril 14, 2007

Sobre Sade

"esa sensualidad encaminada a la posesión del fruto prohibido por el solo hecho de ser prohibido, para saber, para obtener esa sabiduría en la que los teólogos veían el pecado supremo contra el Espíritu Santo. y que constituía una de las determinantes inmutables del pensamiento del racionalismo. Los personajes de Sade no se excitan en el sentido pasional, sino sólo en sentido intelectual. No gozan, investigan".

Salvador Elizondo, "Quién es Justine"
en Teoría del infierno y otros ensayos
(El Colegio Nacional/Ediciones del Equilibrista, 1992)

viernes, abril 13, 2007

Besos - Tomás Segovia

Mis besos lloverán sobre tu boca oceánica
primero uno a uno como una hilera de gruesas gotas
anchas gotas dulces cuando empieza la lluvia
que revientan como claveles de sombra
luego de pronto todos juntos
hundiéndose en tu gruta marina
chorro de besos sordos entrando hasta tu fondo
perdiéndose como un chorro en el mar
en tu boca oceánica de oleaje caliente
besos chafados blandos anchos como el peso de la plastilina
besos oscuros como túneles de donde no se sale vivo
deslumbrantes como el estallido de la fe
sentidos como algo que te arrancan
comunicantes como los vasos comunicantes
besos penetrantes como la noche glacial en que todos nos abandonaron
besaré tus mejillas
tus pómulos de estatua de archilla adánica
tu piel que cede bajo mis dedos
para que yo modele un rostro de carne compacta
idéntico al tuyo
y besaré tus ojos más grandes que tú toda
y que tú y yo juntos y la vida y la muerte
del color de la tersura
de mirada asombrosa como encontrarse en la calle con
uno mismo
como encontrarse delante de un abismo
que nos obliga a decir quién somos
tus ojos en cuyo fondo vives tú
como en el fondo del bosque más claro del mundo
tus ojos que tú no conoces
que miran con un gran golpe aturdidor
y me inmutan y me obligan a callar y a ponerme serio
como si viera de pronto en una sola imagen
toda la trágica indescifrable historia de la especie
tus ojos de esfinge virginal
de silencio que resplandece como el hielo
tus ojos de caída durante mil años en el pozo del olvido
besaré también tu cuello liso y vertiginoso como un tobogán inmóvil
tu garganta donde la vida se anuda como un fruto
que se puede morder
tu garganta donde puede morderse la amargura
y donde el sol en estado líquido circula por tu voz y tus venas
como un cogñac ingrávido y cargado de electricidad
besaré tus hombros construidos y frágiles como la ciudad
de Florencia
y tus brazos firmes como un río caudal
frescos como la maternidad
rotundos como el momento de inspiración
tus brazos redondos como la palabra de Roma
amorosos a veces como el amor de las vacas por los terneros
y tus manos lisas y buenas como cucharas de palo
tus manos incitadoras como la fiebre
o blandas como el regazo de la madre del asesino
tus manos que apaciguan como saber que la bondad existe
besaré tus pechos globos de ternura
besaré sobre todo tus pechos más tibios que la convalescencia
y que pesan en el hueco de mi mano como la evidencia
en la mente del sabio
tus pechos pesados fluidos tus pechos de mercurio solar
tus pechos anchos como un paisaje escogido definitivamente
inolvidables como el pedazo de tierra donde habrán
de enterrarnos
calientes como las ganas de vivir
con pezones de milagro y dulces alfileres
que son la punta donde de pronto acaba chatamente
la fuerza de la vida y sus renovaciones
tus pezones de botón para abrochar el paraíso
de retoño del mundo que echa flores de puro júbilo
tus pezones submarinos de sabor a frescura
besaré mil veces tus pechos que pesan como imanes
y cuando los aprieto se desparraman como el son
en los trigales
tus pechos de luz materializada y de sangre dulcificada
generosos como la alegría de aceptar la tristeza
tus pechos en donde todo se resuelve
donde acaba la guerra la duda la tortura
y las ganas de morirse
besaré tu vientre firme como el planeta Tierra
tu vientre de llanura emergida del caos
de playa rumorosa
de almohada para la cabeza del rey después de entrar a saco
tu vientre misterioso cuna de la noche desesperada
remolino de la rendición y del deslumbrante suicidio
donde la frente se rinde como una espada fulminada
tu vientre montón de arena de oro palpitante
montón de trigo negro cosechado en la luna
montón de tenebroso humos incitante
tu vientre regado por los ríos subterráneos
donde aún palpitan las convulsiones del parto de la tierra
tu vientre contráctil que se endurece como un brusco
recuerdo que se coagula
y ondula como las colinas
y palpita como las capas más profundas del mar océano
tu vientre lleno de entrañas de temperatura insoportable
tu vientre que ruge como un horno
o que está tranquilo y pacificado como el pan
tu vientre como la superficie de las olas
lleno hasta los bordes de mar de fondo y de resacas
lleno de irresistible vértigo delicioso
como una caída en un ascensor desbocado
interminable como el vicio y como él insensible
tu vientre incalculadamente hermoso
valle en medio de ti en medio del universo
en medio de mi pensamiento
en medio de mi beso auroral
tu vientre plaza de todos
partido de luz y sombra y donde la muerte trepida
suave al tacto como la espalda del toro negro de la muerte
tu vientre de muerte hecha fuente para beber la vida
fuerte y clara
besaré tus muslos de catedral
de pinos paternales
practicables como los postigos que se abren sobre
lo desconocido
tus muslos para ser acariciados como un recuerdo pensativo
tensos como un arco que nunca se disparará
tus muslos cuya línea representa la curva del curso de los tiempos
besaré tus ingles donde anida la fragilidad de la existencia
tus ingles regadas como los huertos mozárabes
translúcidas y blancas como la vía láctea
besaré tu sexo terrible
oscuro como un signo que no puede nombrarse sin tartamudear
como una cruz que marca el centro de los centros
tu sexo de sal negra
de flor nacida antes que el tiempo
delicado y perverso como el interior de las caracolas
más profundo que el color rojo
tu sexo de dulce infierno vegetal
emocionante como perder el sentido
abierto como la semilla del mundo
tu sexo de perdón para el culpable sollozante
de disolución de la amargura y de mar hospitalario
y de luz enterrada y de conocimiento
de amor de lucha a muerte de girar de los astros
de sobrecogimiento de hondura de viaje entre sueños
de magia negra de anonadamiento de miel embrujada
de pendiente suave como el encadenamiento de las ideas
de crisol para fundir la vida y la muerte
de galaxia en expansión
tu sexo triángulo sagrado besaré
besaré besaré
hasta hacer que toda tú te enciendas
como un farol de papel que flota locamente en la noche.

miércoles, abril 11, 2007

Rey, dama, valet

"Aún no he dicho nada del argumento de Rey, dama, valet. El asunto no tiene una base desconocida. En efecto, sospecho que esos dos notables escritores, Balzac y Dreiser, me acusarán de plagio, pero juro que por aquella fecha no había leído aquel descabellado género y aún  anora no sé muy bien lo que estarán diciendo bajo la sombra de sus cipreses. Después de todo, el marido de Charlotte Humbert tampoco era completamente inocente.

"Al hablar de corrientes literarias debo reconocer que me sorprendió hallar en mi texto ruso pasajes con monólogo interior sin ninguna relación con Ulysses al que apenas conocía en aquella fecha; aunque, como es natural, desde mi más tierna infancia me había familiarizado con Ana Karenina. Por otra parte, mis ligeras y afectuosas imitaciones de Madame Bovary, que los lectores no dejarán de observar, representan un deliberado homenaje a Flaubert.

Vladimir Nabokov, prólogo a la edición en inglés de Rey, dama, valet, 1968.

lunes, abril 09, 2007

Confieso que he bebido (y que he cantado)



Al principio no me animaba. Siempre he sido autocrítico y sé que me desencuadro fácilmente, y que no manejo mi voz como quisiera. pero ya estando, y siendo esposo de una cantante profesional que se compró un karaoke, tuve que entrarle. Ya qué.

En cierto episodio Niles le platica a Frasier como la invisible Maris, su ex esposa, le está haciendo una competencia desleal por acaparar a los invitados a sus respectivas cenas, que son el mismo día. Y todo parece indicar que Maris ganará, pues "se le ocurrió difundir el rumor de que animaré la cena con un karaoke", dice compungido.

Ni modo.

Xavier Velasco escribió (Luna llena en las rocas, Alfaguara, 2005) que el karaoke es el nuevo seppuku social, remedio para quienes nacimos pancheros, o sea, para hacer panchos, esas situaciones que uno olvida pero que a los demás les encanta recordar.

Por citar sólo un caso (son panchero y panchista), a algún amigo le ganó la risa de verme con mi playera de Metallica mientras entonaba mis canciones favoritas de Cri-Crí.

Y eso es una pequeñísima muestra. Los demás panchos ya llenarán una enciclopedia, aunque en las reuniones de ex compañeros muchos salen a relucir...

Y cito al perruno (Don Vittorio y el joven Boris lo confirmen) Velasco en extenso:

"¿Cuándo es bueno que los demás sean patéticos? Cuando uno también lo es. sin embargo, antes de darse al fasto del patetismo, uno debe dejar atrás su pasado torquemadista. ¿Quién no ha sido, antes de balconear su vena de panchero, censor ácido y oficioso chivato de las desventuras del prójimo? ¿Quién no se ha carcajeado de la forma de bailar de los demás?"

Cantabar: "pagoda demodé donde el alma da a luz -aca entre nos, aborta-los frutos ilegítimos del sentimentalismo".

"Soltarse la melena y que se joda el mundo... Taladrar la noche con un sonsonete inmundo que por pudor no nombro".

domingo, abril 08, 2007

Responso del peregrino - Alí Chumacero

I
Yo, pecador, a orillas de tus ojos
miro nacer la tempestad.

Sumiso dardo, voz en la espesura,
incrédulo desciendo al manantial de gracia;
en tu solar olvida el corazón
su falso testimonio, la serpiente de luz
y aciago fallecer, relámpago vencido
en la límpida zona de laúdes
que a mi maldad desplega tu ternura.

Elegida entre todas las mujeres,
al ángelus te anuncias pastora de esplendores
y la alondra de Heráclito se agosta
cuando a tu piel acerca su denuedo.

Oh, cítara del alma, armónica al pesar,
al luto hermana: aíslas en tu efigie
el vértigo camino de Damasco
y sobre el aire dejas la orla del perdón,
como si ungida de piedad sintieras
el aura de mi paso desolado.

María te designo, paloma que insinúa
páramos amorosos y esperanzas,
reina de erguidas arpas y de soberbios nardos;
te miro y el silencio atónito presiente
pudor y languidez, la corona de mirto
llevada a la ribera donde mis pies reposan,
donde te nombro y en la voz flameas
como viento imprevisto que incendiara
la melodía de tu nombre y fuese,
sílaba a sílaba, erigiendo en olas
el muro de mi salvación.

Hablo y en la palabra permaneces.
No turbo, si te invoco,
el tranquilo fluir de tu mirada;
bajo la insomne nave tomas el cuerpo emblema
del ser incomparable, la obediencia fugaz
al eco de tu infancia milagrosa,
cuando, juntas las manos sobre el pecho,
limpia de infamia y destrucción
de ti ascendía al mundo la imagen del laurel.

Petrificada estrella, temerosa
frente a la virgen tempestad.

II
Aunque a cuchillo caigan nuestros hijos
e impávida del rostro airado baje a ellos
la furia del escarnio; aunque la ira
en signo de expiación señale el fiel de la balanza
y encima de su voz suspenda
el filo de la espada incandescente,
prolonga de tu barro mi linaje
-contrita descendencia secuestrada
en la fúnebre Pathmos, isla mía-
mientras mi lengua en su aflicción te nombra
la primogénita del alma.

Ofensa y bienestar serán la compañía
de nuestro persistir sentados a la mesa,
plática y plática en los labios niños.
Mas un día el murmullo cederá
al arcángel que todo inmoviliza;
un hálito de sueño llenará las alcobas
y cerca del café la espumeante sábana
dirá con su oleaje: "Aquí reposa
en paz quien bien moría".

(Bajo la inerme noche, nada
dominará el turbio fragor
de las beatas, como acordes:
"Ruega por él, ruega por él...")

En ti mis ojos dejarán su mundo,
a tu llorar confiados:
llamas, ceniza, música y un mar embravecido
al fin recobrarán su aureola,
y con tu mano arrojarás la tierra,
polvo eres triunfal sobre el despojo ciego,
júbilo ni penumbra, mudo frente al amor.


Óleo en los labios llevarás mi angustia
como a Edipo su báculo filial lo conducía
por la invencible noche;
hermosa cruzarás mi derrotado himno
y no podré invocarte, no podré
ni contemplar el duelo de tu rostro,
purísima y transida, arca, paloma, lápida y laurel.
Regresarás a casa, y si alguien te pregunta,
nada responderás: sólo tus ojos
reflejarán la tempestad.

III
Ruega por mí y mi impía estirpe, ruega
a la hora solemne de la hora
el día de estupor en Josafat,
cuando el juicio de Dios levante su dominio
sobre el gélido valle y lo ilumine
de soledad y mármoles aullantes.

Tiempo de recordar las noches y los días,
la distensión del alma: todo petrificado
en su orfandad, cordero fidelísimo
e inmóvil en su cima, transcurriendo
por un inerte imperio de sollozos,
lejos de vanidad de vanidades:

Acaso entonces alce la nostalgia
horror y olvidos, porque acaso
el reino de la dicha sólo sea
tocar, oír, oler, gustar y ver
el despeño de la esperanza.

Sola comprenderás mi fe desvanecida,
el pavor de mirar siempre el vacío
y gemirás amarga cuando sientas que eres
cristiana sepultura de mi desolación.

Fiesta de Pascua, en el desierto inmenso
añorarás la tempestad.

sábado, abril 07, 2007

El enfermo - José Gorostiza

Por el amplio silencio del instante
pasa un vago temor.
Tal vez gira la puerta sin motivo
y se recoge una visión distante,
como si el alma fuese un mirador.

Afuera canta un pájaro cautivo,
y con gota fugaz el surtidor.

Tal vez fingen las cortinas altas
plegarse al toque de una mano intrusa,
y el incierto rumor
a las pupilas del enfermo acusa
un camino de llanto en derredor.

En sus ojos opacos, mortecinos,
se reflejan las cosas con candor,
mientras la queja fluye
a los labios exangües de dolor.

Cuenta la Hermana cuentas de rosario
y piensa en el Calvario
del Señor.

Pero invade la sombra vespertina
un extraño temor,
y en el péndulo inmóvil se adivina
la séptima caída del amor.

Tal vez gira la puerta sin motivo.
Afuera canta un pájaro cautivo,
y con gota fugaz el surtidor.

viernes, abril 06, 2007

El poeta a su amada - César Vallejo

Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche clara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

jueves, abril 05, 2007

Ausencia de amor - Juan Gelman

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.

domingo, abril 01, 2007

Abril - Álvaro García

Abril, la ceremonia de las hojas
que sólo puede hablarse con la canción en blanco,
la consecuencia de lo inconsecuente
a trozos que se unen al decirlos
lo mismo que las rayas del paseo
se vuelven línea entera en la velocidad.

Las cosas son seguidas sólo en función del tiempo.
Nada enlaza al instante con su aroma.
El día por ejemplo, el día es qué,
pero de pronto es un azul tranquilo
para decirnos el secreto breve
de ser gente que vive y hace planes,
que plancha el día en la camisa húmeda
y pulveriza el agua contra el rostro.

Mañana no estaré ya en este día
que el aire desmenuza en los tejados
tendidos al poniente
y al cabeceo largo de las olas
en las que suena el respirar del mundo
igual que nadie
habrá vivido un día exacto al anterior.
Abril que nos descansa de haber gastado el tiempo.
Mañana no seremos ya los mismos,
mañana no será esto lo que mire,
aire blando de abril para silbarlo,
para decir el día con palabras
y que sean felices de ser respiración de la memoria
y por debajo de los hechos nítidos,
entregados al fuego de la continuidad y de lo útil,
esa precisa combustión de nada
en busca siempre de algo que se quema también para ser algo,
como el tiempo, tú y yo,
lo que arde exacto en fuegos inexactos,
saber y no saber y ver las olas