sábado, abril 28, 2007

Jorge Ferretis, a 45 años de su muerte


Hoy, 28 de abril, se cumplen 45 años de la muerte de Jorge Ferretis, un escritor poco conocido en su tierra, pero que debería conocerse más por su obra de valor internacional. Nadie es profeta en su tiera, dice el dicho que más bien es lugar común, pero nuestro lugar común también lo es la patria. La matria, que diría don Luis González.

Ferretis Hernández nació el 20 de abril de 1902, hace 105 años, en Rioverde, San Luis Potosí, en el corazón de la Zona Media. Y es uno de los autores más destacados de la Novela de la Revolución, junto con Mariano Azuela (Los de abajo), Martín Luis Guzmán (La sombra del Caudillo), José Vasconcelos (El Ulises criollo), José Rubén Romero (Desbandada), Francisco L. Urquizo (Tropa vieja), José Mancisidor (La asonada), Nellie Campobello (Cartucho), Gregorio López y Fuentes (Campamento), Rafael F. Muñoz (Se llevaron el cañón para Bachimba), Mauricio Magdaleno (El resplandor), Miguel N. Lira (La escondida) y Francisco Rojas González (La negra Angustias).

En su Antología del cuento hispanoamericano Menton lo menciona como “periodista y político mexicano afiliado al socialismo”, y si no declaramente socialista, Ferretis compartió con los autores de la Novela de la Revolución ese dejo de tristeza por luchas desiguales, por el ansia de cambio y los personajes trágicos emanados de la nada social —a veces elevados a líderes y devueltos al anónimato por diversas circunstancias—, “alucinado a veces por el fastuoso espectáculo tropical, o contristado ante la parda miseria de nuestra altiplanicie”.

Su primera novela fue Tierra caliente. Los que sólo saben pensar (1935), seguida por El sur quema. Tres novelas de México (1937), Cuando engorda el Quijote (1937) y San Automóvil (1938). Es autor de varios libros de cuentos, tales como: Hombres en tempestad (1941), El coronel que asesinó a un palomo y otros cuentos más (1952) y El Alcalde Lagos.

En 1967 Mauricio Magdaleno prologó el libro de Ferretis Libertad obligatoria, obra póstuma que reúne 11 cuentos inéditos.

Si bien Menton lo acusa de que su arte de "novelar sufre mucho debido a la apasionada propaganda política”, Ferretis suele establecer un narrador omnisciente, que desde la tercera persona deja transcurrir la acción, aunque le gana la pasión del momento histórico que le tocó vivir, por lo que en numerosas ocasiones da paso a digresiones para disertar o apuntalar alguna idea, para dar su punto de vista sobre lo que acontece a esos quijotes mexicanos que se vieron envueltos en la revolución. “¿Pero para que sirven los libros que escriben unos hombres que rugen? ¿Para aprender a rugir?”, se pregunta.

En la relación (de amor-odio) de Ferretis con el cine destaca en primer lugar la película El señor alcalde, la primera dirigida por Gilberto Martínez Solares (luego director de las mejores cintas de Tin Tán), en 1938, basada en el cuento “El Alcalde Lagos”, de Ferretis. El guión fue trabajado por el propio Martínez Solares con el apoyo del también director Emilio Indio Fernández. La cinta contó con las actuaciones de Andrea Palma, Antonio Bravo, Matilde Palóu, Joaquín Pardavé y Domingo Soler. En ella “Nelly (Palma) y Mimí (Palóu), dos atractivas jóvenes con antecedentes penales llegan a un pueblo en busca de unas tranquilas vacaciones. El alcalde del lugar, hombre bonachón y corpulento (Soler), sucumbe ante los encantos de Nelly, y el farmacéutico del lugar (Pardavé) se enamora de Mimí”.

En “Fondo”, prólogo a Tierra caliente. Los que sólo saben pensar, Ferretis hace una revisión a vuelo de pájaro de la situación social e intelectual de principios del siglo XX. “Los improperios no abollan”, dijo, “de otra suerte, de Diego Rivera quedarían sólo recuerdos. (A fines del siglo pasado, en todo el mundo se tocó “Sobre las olas”. Pero en Viena se la atribuyó un músico austriaco; y en Francia, en España y en casi todos los países, desconocieron a Juventino Rosas para arrogarse su vals, al través de arreglos, imitaciones y plagios íntegros".

Entre 1937 y 1941 fue oficial mayor de la Cámara de Diputados de México. Fue diputado en la Cámara de Diputados de San Luis Potosí de 1952 a1957. Desde 1955 y hasta su muerte fue director de Cinematografía de la Secretaría de Gobernación, donde se le acusó de censor.

Como becario del Centro Mexicano de Escritores, Rulfo estuvo bajo la tutoría de Ferretis. Y por cierto Rulfo reconocía como los tres mejores cuentistas a Rafael F. Muñoz (Se llevaron el cañón para Bachimba), Martín Luis Guzmán (La sombra del caudillo) y al mismísimo Jorge Ferretis.

Si no fantasmales, Ferretis hace surgir de la imaginación o del alcohol a personajes que sin ser reales interactúan con los protagonistas, como en El sur quema, en donde un niño nonato, la Patria o el fuego departen y hablan con los protagonistas en ambientes reales, campiranos.

En otro caso, Ponciano Cruz, un personaje “cuerdo y simple” pide préstamos a su imaginación y mientras su mujer estaba embarazada salía a caminar hacia el monte. Aunque parecía hablar solo “sentía entre su mano la manecita confiada de su hijo que le iba a nacer”, y con él dialogaba:

—Papacito, ¿cómo son los reyes?
El cojo callaba durante unos momentos, y después respondía:
—Son unos hombres tan soberbios que se creen propietarios de todos los demás hombres. Y nunca pueden vivir en paz.
—¿Por qué?
—Porque ser el dueño de una nación requiere un horrible trabajo, y muchas desconfianzas, y muchas penas.
—Papá, yo quisiera ser rey.
—¿Te gustaría sufrir mucho?
—No, porque los reyes pueden hacer lo que quieren. Y si no quieren, no sufren.
Ponciano Cruz enmudecía durante un largo trecho, porque no sabía cómo replicar para que su hijo comprendiese.

En otro fragmento el fuego se niega a trabajar, y se escapa en cuanto puede del lugar donde lo tienen los leñadores, que lo llaman “con el golpear de dos pedernales que echaban chispas”.

—¡Necios! ¿Cuándo dejarán de molestarme?
—Nosotros te amamos —le dijo, cordial, uno de los leñadores.
—Sí, mientras me necesitan. Y no obstante, aman más al sol, que es inútil y holgazán.
—¡No, el padre Sol es sagrado!
—¡Calla, imbécil! Es mucho más débil que yo: a él lo soportan las gentes horas enteras sobre las espaldas desnudas y sudorosas. A mí, en cambio, nadie se atrevería a tomarme entre sus manos. Y aunque se sirven de mí más que de él, no cesan de alabarlo.
—¡Calla tú, loco! —respondió otro de los leñadores…. Aunque te enfurezcas, aquí pasarás esta noche atado a esa fogata, para que nos cuides de las fieras que tienen miedo de ti.

Ferretis murió en un accidente carretero el 28 de abril de 1962, y El Sol de San Luis da cuenta de que venía a visitar a su madre, doña Elodia, y que traía sendas cartas del ex presidente Adolfo Ruiz Cortines y del presidente Adolfo López Mateos, felicitándolo por su cumpleaños.

Es memorable que el auto era conducido por el hijo de Jorge Ferretis, Alejandro, quien años más tarde fue el inspirador y protagonista de la poética y polémica película Japón, de Carlos Reygadas. Alejandro fue asesinado la víspera de la entrega del Ariel al que había sido nominado, en un sangriento crimen que aún no ha sido resuelto. Irónicamente el premio le fue otorgado a Rafael Inclán.

2 comentarios:

  1. Anónimo2:27 p.m.

    Sic

    En un boletín de Conaculta (localizable en Internet)sobre una mesa redonda sobre escritores huastecos, se asienta: "sobre la situación de los escritores en San Luis Potosí, el narrador Juan Martín Cárdenas señaló que su auténtica tradición contemporánea se generó en 1974 con la creación de talleres literarios por parte del INBA y de los cuales salieron escritores que han ganado premios nacionales".

    "Durante décadas, señaló el autor de Hasta la madre de rock, la tradición literaria potosina estuvo anquilosada en un grupo de escritores “de corte altamente conservadurista”, que en los setenta se opuso al desarrollo y crecimiento de un grupo crítico y anticultura".

    "Con Miguel Donoso Pareja, al frente de dichos talleres, se llevó a cabo una escritura literaria “con sentido, estricta disciplina y alto rigor intelectual”. Así, dijo, surgieron Jorge Ferretis (SICAZO), David Ojeda e Ignacio Betancourt, entre otros, pero lo malo del asunto “es que en la actualidad hay más abundancia de poetas que de narradores en San Luis Potosí”, concluyó".

    Ahora resulta que Ferretis es de la generación sesentera...

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  2. Anónimo11:17 p.m.

    Si,me acuerdo de Ferretis, un intelectual potosino de una educacion liberal que despues parece que se perdió en los laberintos de la burocracia.
    De todas maneras le debemos mucho porque es uno de los mas brillantes humanistas (no al estilo de PriAN)de una generación que parece que estamos perdiendo.

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