lunes, enero 22, 2007

Apuntes para una historia de El Colegio de San Luis (1)


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Hace diez años visitó San Luis Potosí el Presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León. Lo hizo para inaugurar un edificio en la entonces casi desierta avenida del Parque, al sur de San Luis Potosí. 
Ese día en la ceremonia nombró a Tomás Javier Calvillo Unna como primer presidente de El Colegio de San Luis (Colsan), para el periodo 1997-2002. Pocos meses después, en marzo, se oficializó la entrada de la nueva institución al Sistema de Centros Públicos de Investigación (CPI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

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Las letras de unicel que se colocaron en el auditorio quedaron para la posteridad. El logotipo, como olas en un cuadrado, un ying-yang de color vino con las letras en cuatro pisos, tiene su propia historia: el concurso lo ganó otro diseño, aunque tras el fallo la revisión de un experto hizo ver la necesidad de algo más abstracto, más identificativo. La papelería empezó a fraguarse. La imagen concéntrica se empezó a difundir. 

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En noviembre de 1996 fui a una entrevista de trabajo al Centro de Investigaciones Históricas de San Luis Potosí (CIHSLP), donde acababa de desocuparse la plaza de Divulgación y Publicaciones. La entrevista la hizo el poeta y asesor editorial de la institución, Luis Cortés Bargalló. Más que entrevista fue una gran charla sobre literatura, lenguaje académico, técnicas y procedimientos editoriales. Luis se transformó en mi maestro y amigo.

Desde octubre de 1996 empezó la preparación de la mudanza, de la transformación del CIHSLP en Colsan, comandada por la entonces directora Lydia Torre, y los investigadores Tomás Calvillo Unna y María Isabel Monroy Castillo. Hay quienes se refieren a ellos, como homenaje o sarcasmo, como "el triunvirato", pero son tres autoridades que logran resultados.
En el Colsan, Lydia asumiría la secretaría general y Monroy la secretaría académica, y tras una reelección de Tomás es desde hoy y hasta 2012, la nueva presidenta de El Colegio, susceptible de reelegirse ese año.

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En el CIHSLP, era una familia: pocos investigadores, pocos administrativos. Intereses comunes y la camiseta bien puesta. Muchos en pareja, todos con una sonrisa. Algunos desacuerdos, pero en general menores. La oficina de Lydia siempre abierta. Las charlas con Tomás, nutritivas. Las visitas de Luis Cortés Bargalló, un placer.

En el CIHSLP estaban, si no mal recuerdo: Alejandra, Diana, Eduardo, Eugenio (+), Fabiola, Isabel, Javier, Jesús, Magdalena, María Elena, María Isabel, Marilú, Martha, Miguel Ángel (+), Moisés, Norma, Pedro, Pedro, Rafael (+), Ramón Alejandro, Rocío, Rubén, Sergio, Toño, Tomás y Virginia.
La comunidad creció ya como Colsan en marzo de 1997. Se fortaleció: Alberto, Antonio, Cecilia, Ernesto, Fernando, Fuensanta, Juan, Julio, Lid, Marta, Mauricio, Sergio... 

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Se perfilaron los centros de estudios. Ya existían Agua y Sociedad, Historia y Antropología. Se creó Estudios Políticos e Internacionales, Literatura. Nació la Licenciatura en Relaciones Internacionales, las maestrías en Antropología, en Historia, y en Administración y Políticas Públicas.

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Hubo un primer problema interno con la entrada de José Ignacio Betancourt Robles al programa de Estudios Literarios, ya que el cronista de la ciudad Rafael Montejano y Aguiñaga se negó a su contratación. El asunto fue resuelto con buen talante por las autoridades.

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Empacamos enseres y maquinaria entre todos. En la biblioteca del CIHSLP era una fiesta poner los libros en cajas y aprovechar para darles una leída a algunos. La mudanza se pospuso hasta poco antes de la fundación-inauguración.
El día señalado todos montamos en grandes camiones y carros particulares. Los lugares donde cada quien se habría de instalar ya habían sido señalados por una avanzada.

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El lugar parecía un laberinto de Borges. El espacio de la biblioteca, abismal. Había una cascada que llegó a funcionar dos o tres veces. El edificio, proyecto del arquitecto Zendejas (Z0 Arquitectos) en construcción desde 1994, aunque cercano al periférico se alcanzaba a ver desde la avenida Salvador Nava, a muchos metros de distancia que hoy llenan restaurantes, oficinas y antros.

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Con la inauguración del Colsan hubo algún periodicazo gracias a las declaraciones de quien entonces dirigía una institución privada dedicada a la antropología. La academia potosina respaldó a la naciente institución.

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La sala de usos múltiples tuvo su bautizo un año después, en 1998. Es la sala Capitán Miguel Caldera, en honor al fundador de San Luis Potosí. Puño de hierro en guante de terciopelo, como se rescata en un libro de Eugene Sego. 
Igual sucede con la biblioteca, que pasa a llamarse Rafael Montejano y Aguiñaga en honor al cronista, aunque éste a su muerte decidió dejar su biblioteca personal al Seminario Mayor.

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Con Luis primero, y luego con Magdalena, Ana, Julio, Fermín, Ernesto, Adriana y Alma, y muchos buenos becarios, en estos 10 años conformamos colecciones, lineamientos, (no sin discusiones) reglamento del Consejo Editorial, imagen y confiabilidad en nuestro quehacer mediante el Departamento de Divulgación y Publicaciones. Más de 100 títulos diversos, presentados en buena parte del país.
Como benjamín de los CPI, hasta antes de la creación del IPICYT, el Colsan se encargó de llevar publicaciones y difusión desde su inicio, con un trato respetuoso y cordial a medios y colegas. Se hacen rebajas anuales, a veces se obsequian, se mantienen intercambios con muchas instituciones, escuelas, programas de radio y televisión.

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Ha habido accidentes, escenas chuscas, sustos. Una vez una mujer metió su camioneta hasta el auditorio, pensando que el amplio pasillo central era para carros. Fue un lío sacarla.

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A alguien se le ocurrió poner entre la vegetación una biznaga centenaria, que ha dado pie a numerosas historias. Aún no existía el edificio "nuevo". El Colsan primero creció ampliándose hacia donde estaba una cancha de basquet, aprovechada para jugar futbol, donde dicen que a medianoche se aparecía un jinete.

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La cafetería, lugar de reunión, ha cambiado mucho. No es sustentable para muchas empresas atender a tan pocas personas. Quienes tienen restoranes pequeños a veces no cuentan con documentación o personal suficientes. Pero es una delicia encontrarse ahí con amigos y colegas. Todos solemos esperar el brindis de aniversario, la tamaliza del día de muertos o la fiesta de fin de año.

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Ha habido cambios, para bien o para mal. Los roces, inevitables, se disminuyen o sobrellevan, aunque hay uno que otro que sigue en sus trece. Diferencias de opinión o de sueldo, de acciones, de jerarquías, suelen hablarse. La biblioteca urge su ampliación, tenemos una imagen fuerte con otras instituciones en sitios internacionales como la FIL Guadalajara.

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Reunión semanal con Tomás. Preparar el aniversario y la transición. Ha sido un gusto trabajar con alguien tan preparado y consciente. Un jefe que hoy es un amigo. Cómo olvidar las desveladas con Lydia y todo el equipo, las reuniones de planeación con un equipo que sabe y propone. Esperamos que el siguiente periodo haga crecer esta obra en todos los sentidos.

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Ya en estos días se recopilan opiniones, recuerdos de todos los integrantes de esta institución para una Memoria Institucional. Muchas anécdotas personales y de la organización. Fotos ("Dios perdona el tiempo no", dice alguien), recortes de prensa ("te acuerdas de..."), invitaciones, portadas, memos, correos internos en pro o en contra. Suspiros y sonrisas. Se construye y se reconstruye, se ahonda y se estudia, y humanistas como somos, somos humanos, con aciertos y errores en pro de las ciencias sociales y humanidades.

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