martes, agosto 22, 2006

Europa: Mi encuentro con Javert (primera parte)


¿Verdad que no estoy tan feo? Lo moreno y lo malencarado me cae que no son mi culpa, son herencia de mi abuela paterna, una mujer de cabellera china (un afro de buen tamaño) y de labios gruesos que no era negra nomás por su color alechado. Lo de mi cabello largo sí lo podría arreglar pero ya me acostumbré. Que si parezco árabe, hindú, azteca o chichimeca suelen decirlo quienes me conocen. Pero nomás por mi color y mi facha fue que conocí a Javert en estas vacaciones. Hubiera preferido conocer a Closeau pero cestlaví...

No es que quiera presumir que fui a Madrid y a París. Bueno, sí, un poco —ni modo que diga que no teniendo un blog, que para eso son—, pero más bién se trata de contar algo, anécdotas y todo de este viaje de pisaycorre, en plan japonés, digamos.

En fin, que el jueves que salimos de viaje Luz y yo (autobús de cinco horas al Defectuoso desde el Piojosí) de lo último que nos enteramos en las noticias fue de la amenaza de bomba en Inglaterra. ¡Bolas, don Cuco! A ver cómo nos va. Si hubiéramos llegado unas horas antes al aeropuerto Benito Juárez también nos hubiéramos encontrado con las huestes del voto por voto que por la mañana se manifestaron. El taxista que nos llevó de la central del norte al aeropuerto nos taladró los oídos todo el trayecto con sus quejas contra los quejosos.

Viaje sin problemas. Primera vez de cruzar el charco y de comprobar que las comidas en le avión no suelen ser demasiado consistentes. Películas: La era del hielo 2 y RV (Bién por Sonnenfeld, a pesar de Robin Williams). En el Aeropuerto Charles de Gaulle se suponía haríamos un transbordo a Madrid de no más de una hora. Ah, pero en la aduana ya nos esperaba un clon del inspector Javert, con su uniforme y su mirada penetrante, la ceja y los labios fruncidos. Dejó pasar a una mujer con su hijo (vestido de Winnie Puh) que iba a encontrarse con su marido, y me detuvo a mí. El error fue haber llamado a Luz, que ya había dejado atrás a les cancerberos en constante estado de alerta.

Las preguntas exageradas y el celo de este hombre, que como el Javert de Victor Hugo hubiera sido capaz de hacerse despedir por una falta, me hicieron desesperar. Para traducir, mandó traer a un oficial que sí hablaba español:

—Va a tener que acompañarnos para hacerle una prueba de orina. Y vamos a revisar sus maletas delante de usted.

Mediante su olfato de sabueso, seguro de sí, Javert ya me había encontrado culpable.

—¿Por qué? Nomás porque soy moreno? Es racismo, ¿¡verdad!?

Nada respondieron. Cuando nos guiaron por una puerta de cristal disimulada entre muros espejados Luz temió lo peor, acostumbrada a las noticias sobre los pasadizos secretos con los que cuenta cualquier policía del mundo. Tras el espejo, cual Alicias, estos nada bonachones conejos nos llevaron por pasillos grises, sucios, oscuros. Los que teníamos prisa éramos nosotros. Nos tomamos de la mano. Beso. No te preocupes, le decía sin creérmelo, pero tratando de sonreír.

Javert y sus secuaces nos condujeron a Luz (ya muerta de miedo) y a mí (medio muerto) hasta una oscura oficina donde se besaban un par de oficiales (hombre y mujer). Se les vio lo apenado a los guías y a los sorprendidos in fraganti.

—Orine aquí —pidió Javert en su papel de Moisés usando la voz de su asistente Aarón. Después de un viaje de 11 horas y pésimas comidas en el avión de Air France llené el vaso y casi le pido otro al inspector. Tras introducir en el líquido amarillo los reactivos, Javert se mostró consternado. Negativo. Sacre bleu. De lo poco que capté de la conversación en francés escuché que Javert le decía al otro que no era posible, que debía llevar algo, al menos en las maletas.

—Si trae algo, declárelo de una vez, antes de que traigan sus maletas, porque la justicia francesa es muy dura, y si admite desde ahorita le pueden dar una reducción —tradujo el Aarón.

—No traigo nada, me cai.

—¿A qué se dedica?

—Soy editor y escritor.

—¿Sus libros se pueden conseguir en Francia?

—No, muy apenas se consiguen en México.

—Ah. ¿Me podría enseñar alguno ahorita que traigan sus maletas?

La dedicatoria hubiera sido: "Para los oficiales que me vieron cara de narco..."


1 comentario:

  1. Anónimo4:51 p.m.

    wow eso si es una gran faena, la tolerancia es palabra clave para Aquel Viajero de "Mundo"

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